Jornada Semanal, 22  de abril del 2001
La UNAM es sin duda el foro de reflexión y discusión más importante de nuestra ciudad. De ahí el compromiso de su museo como espacio vital y activo que propicie el intercambio de ideas y modos de expresión de los artistas contemporáneos. Desde su reestructuración a cargo de Sylvia Pandolfi, y ahora bajo la dirección de Lily Kassner, el muca –en sus dos sedes, CU y colonia Roma– se ha convertido en centro neurálgico de la promoción y difusión de las tendencias emergentes. Actualmente se presenta una exposición fascinante curada por Edgardo Ganado Kim: “Ubicaciones: arte contemporáneo de México”, conformada por noventa y dos obras de treinta y tres artistas. Esta ecléctica muestra reúne trabajos realizados a lo largo de la década de los noventa y hasta fechas recientes: pintura, video, gráfica, dibujo, arte-objeto, instalación.

“Ubicaciones” es la segunda parte de una trilogía concebida por Ganado Kim con miras a establecer puntos de convergencia en el vasto repertorio del arte contemporáneo mexicano, a partir de códigos y modelos de interpretación de la realidad actual. Para ello eligió el tema del “cuerpo” en la muestra que antecede a la que aquí nos ocupa (“Las transgresiones del cuerpo. Arte contemporáneo de México”, Museo de Arte Carrillo Gil, 1997), en tanto que ahora recurre a la representación de mapas, esquemas, patrones, maquetas o fórmulas utilizadas como lingua franca en los léxicos artísticos contemporáneos en sus más diversas modalidades.
 

 

Germaine Gómez Haro

Ubicaciones: arte contemporáneo de México

 La variedad de propuestas elegidas, aunada a la acuciosa selección de las obras –como curador, Ganado Kim ha mostrado una postura crítica y metodológica muy seria–, hace de esta exhibición un interesante mosaico que revela líneas de continuidad y puntos de intersección entre los variopintos exponentes. Una constante que se repite en un buen número de obras es la persistencia del discurso personal del artista como parte integral de su trabajo. El ejemplo más llamativo de esta tendencia es Baby shirt de Miguel Ventura, que consiste en una serie de camisetas de bebé impresas, colgadas sobre un muro, en las que leemos mensajes pletóricos de ironía ácida. En un tono mucho más poético, José Miguel González Casanova evoca en La escuela de Atenas conceptos metafísicos–la nada, la existencia, la vacuidad, la apariencia...– aprehendidos en blocks de cantera tallados y apilados en una estructura circular que invita al espectador a asomarse a su interior para interpretar el mensaje grabado en los tabiques de piedra. Carlos Arias se pregunta y nos pregunta: ¿Dónde empieza un trabajo y dónde termina...? La obra de arte permanece en perpetuo estado de cambio, sin conclusión  definitiva, parece sugerir Arias en esta pieza inacabada, en la que sus hilos sin rematar nos convocan a atar por nuestra cuenta los cabos sueltos.

En los variados trabajos que integran esta exposición vemos cómo los artistas han trastocado la función original de los mapas –planos arquitectónicos, mapamundis, cartas astrales, mapas cartográficos, esquemas como láminas escolares de anatomía, inventarios y clasificaciones varias que proponen una resemantización que plantea diferentes niveles de lectura. Así encontramos representaciones tan diversas como los tatuajes sobre piel de borrego de Betzabée Romero (Memorias tatuadas), en los que vemos un plano del Centro Histórico plasmado sobre tres imágenes diferentes: los senos, el abdomen y las nalgas de un cuerpo femenino. Y es que algunos artistas se sirven de los mapas y planos para explorar el cuerpo y la naturaleza humana al trazar una cartografía de sus rincones recónditos. A manera de mapas topográficos, recorremos en algunas piezas la forma estética del cuerpo, la perfección de su estructura, para constatar la maravillosa obra que es el ser humano. La anatomía es aquí una especie de cartografía del paisaje interior del hombre. En este tenor están los collages de Adolfo Patiño, las impresionantes pinturas de Gustavo Monroy, las fotografías de Adriana Calatayud, y la serie también fotográfica de Mauricio Alejo, Los sentidos, en la que evoca el oído, la vista, el tacto, el olfato y el gusto en imágenes sacudidoras de una impecable factura técnica.

Ubicaciones y desubicaciones... Una exhibición original, propositiva y divertida cuyo mérito principal probablemente consista en aproximarnos a la utopía de la obra de arte total en la que interactúan todas las disciplinas.
 

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