Angeles NECOECHEA
El mundo está feo.
Yo
creo que una persona a la que se le abandona (de cualquier manera que sea)
se avergüenza de ser quién es, se enferma, se pierde. Quiero
hablar del país como si fuera una familia.
En una familia en la que se han hecho cosas que abandonan y avergüenzan (matar, golpear, violar, forzar, explotar, insultar, no alimentar, rechazar, olvidar, todas formas de abandono), cosas que se tienen que esconder, priva el secreto. Algo que todos saben y padecen, pero que no se dice en voz alta. La doble realidad de vivir como si no pasara nada, sabiendo que sí pasa. Tener dos vidas y tampoco poderlo decir en voz alta. El secreto, la simulación que tapa la vergüenza, destruye.
En la vida diaria de esta ciudad (que es en donde vivo), yo veo un gran abandono. Veo enormes generadores de vergüenza de ser quienes somos. Uno básico, ser prieto. Pero todavía peor, ser pobre. Y lo que sí está canijo es ser prieto y pobre. Definitivamente el dinero adorna.
Digamos que la familia de la que estoy hablando se odia a sí misma por ser prieta, chaparra, pobre y abandonada, como olvidada. Y eso fue lo que le enseñaron sus padres y eso es lo que esta familia le enseñará a sus hijos.
He visto hijos que salen destruidos de sus familias, con gran resentimiento y con la vergüenza de ser quienes son, como identidad. "Si como soy no me quieren, si no les gusto, si como soy no estoy bien, mejor ser otro o fingir que no soy el que soy". Además, "si no me quieren, no me quiero ni quiero a nadie". Y fingiendo que no soy el que soy, renuncio a mi origen, a mi familia, a mi nacimiento, a mi raíz. Pateo el pesebre que está muy feo y ahí se ven.
¿Ahí se ven?
Pero dizque "¡ahí se ven", porque ni ellos se ven, ni el que pateó el pesebre se puede ver. Está destinado a la inexistencia, porque no puede ser él mismo.
Y cuánto dolor existe en odiarse, en traicionarse, en no ser uno mismo, en vivir en el vacío. Cómo agota la suplantación, el temor de ser descubierto. Cuánta amargura hay en el resentimiento y en estar eternamente atado a la envidia de no haber nacido otro. Uno que no sea prieto, ni chaparro, ni pobre, para que sí me quieran.
Me gustó cuando Carlos Montemayor habló en el canal 22 de la esquizofrenia de vanagloriarse del pasado prehispánico y aborrecer y negar a los indios de hoy. Pensé en las indígenas pidiendo limosna afuera del Museo de Antropología. Tanto en una familia como en una sociedad, si no nos aceptamos, aunque nos duela o de momento nos avergüence, no sabremos quiénes somos.
Por eso fue que al oír las voces indígenas en aquella transmisión por radio, en 1994, se me salieron las lágrimas; aunque no entendía su lengua comprendí a mi corazón.
Tal y cómo lo hace el hijo de esa familia que lo abandonó (y lo dejó sumido en la vergüenza, a merced del alcohol, el tíner, la autodestrucción) y que busca ayuda y aprende que no está solo, así creo que deberá hacerlo mi sociedad, que ha abandonado y ha sido abandonada.
*¿Qué es lo mexicano?
Para mí, es todo lo que hemos hecho hasta ahora: lo bueno y lo malo. Lo acertado y lo equivocado. Lo creativo y lo destructivo.
Pero lo que sí me gustaría que dejáramos de ser es una cabeza gacha, un sentimiento de culpa, complejo de inferioridad, odio destructivo, la tierra de nadie en la que ya nos se es ni indio, ni español, ni algo, sólo se siente ser traidor y el hijo feo y apachurrado que quedó en medio.
Nuestros padres indios, en la parte que les corresponda, vienen a decirnos que sí nos quieren, que se acabó el abandono.
Nosotros, bastante prietos, dizque urbanizados, corriendo atrás del bolillo, por fin podemos decirles cuánto los queremos.
Por otra parte, no todos somos prietos o chaparros, conozco zapotecas altos y también conozco rubios chaparros y altos que sí quieren ser mexicanos. En realidad conozco a gente muy mezclada. Por ejemplo, mi abuelo paterno era poblano, chaparro, prieto (y guapo porque era mi abuelo). Su mujer, mi abuela, era cubana. Los papás de mi mamá eran norteños, de Chihuahua y Matamoros. Mi hija tiene una abuela francesa de padre italiano y un abuelo mexicano que parece yaqui. El mundo, sin duda, tiene que ser para todos.
Pero sí me da coraje ver a muchos de mi pueblo avergonzados, ya sea con la cabeza agachada, o bien enfurecidos, odiando ser prietos, siendo racistas, llenos de resentimiento y envidia, a bordo de los microbuses.
(Propongo hacer una especie de campaña como aquella de black is beautiful, pero generalizada a lo prieto y lo naco como por ejemplo: "Lo prieto también es neto". Porque, después de todo, ¿qué hace mejor a una señora fresa, con camioneta del año, de un microbusero? Nada, ahí se la van dando. Avientan la lámina por igual, se te cruzan sin ver, siempre quieren ir primero, te ven con desprecio, se imponen como cafres y les vale gorro la doble o hasta triple fila. Si se habla de civilizarnos hay que ser justos y darle sus oportunidades también a esas señoras).
*La idolatría
En el 94, la sociedad civil (muchas personas diferentes) y sus voces más congruentes y lúcidas detuvieron el bombardeo de Salinas a Chiapas, y con esto transformaron el repetido capítulo de las guerrillas latinoamericanas y de la arbitrariedad de las armas.
Esta sociedad civil (muchas personas diferentes) es la misma que se arriesgó en el 68, la que batalló por hacer visible que la sociedad mexicana era sexista, así como ahora se hace visible que es racista, la que levantó los escombros en el 85, la que peleó en el 88 contra el escandaloso cinismo del PRI, la que logró que el Distrito Federal tuviera su propio gobierno. La que creó el IFE y se comprometió con sus resultados. La que acepta el triunfo de Fox. La que ha llevado a la marcha zapatista al Zócalo y la de muchas otras batallas.
Este país no es de Fox. Tampoco de Marcos. Es el país de todos. Si quieren que Marcos se quite el pasamontañas, que Fox se quite las botas. Con botas o pasamontañas, qué más da. No es Fox quien le está dando la libertad de hablar a los zapatistas, o Marcos el que nos da la oportunidad de cambiar. El está haciendo su parte.
De manera que podemos ir enriqueciendo nuestro vapuleado aprecio por nosotros mismos y estar orgullosos de lo que vamos haciendo. En voz alta y así de prietos, blancos, amarillos, verdes, feos, guapos, limpios, mugrosos, altos, chaparros o pobres que estemos. Y desde luego, los pueblos indios, además de serlo, también son la sociedad civil (muchas personas diferentes).
Y el nuevo ídolo tampoco debe ser la sociedad civil, porque a nombre de algo denominado "la sociedad civil" también se hacen regadas.
*Autonomía y territorio
¿Qué tiene la discusión? ¿Acaso la autonomía que se propone es la de que los pueblos indios hagan en sus comunidades lo que se les pegue la gana, por encima de los derechos de otras minorías, o de los derechos de las mujeres, o de los derechos de los niños, o de los otros que también formamos parte del país? ¿Acaso esta autonomía oculta una futura visión y acción intolerante o peligrosa?
¿Y cuál es el problema del territorio? ¿A quién y cómo afectaría? ¿Su territorio está ocupado por otros? ¿Ya es de otros, pero primero fue de ellos? ¿Quieren posesionarse y decidir sobre un territorio que no les pertenece? ¿Les pertenece algún territorio?
¿Quieren decidir y gobernar sobre su territorio y no lo sabrán hacer? ¿Son tontos? ¿No entienden cómo está la jugada del mundo? ¿No saben cómo gobernar? ¿Lo que quieren hacer con su territorio no conviene? ¿A quién?
¿Por qué tanto temor? ¿Por qué hay quien piensa que a los canijos indios ladinos, tantito les das la mano y se toman el pie? ¿Por qué con un poquito de poder van a querer más? ¿Porque capaz que se van a sentir iguales a los demás y tampoco es para tanto? ¿Porque empiezan ellos y luego sigue el resto de los 40 millones de pobres?
*La gente más joven
Fue la verdad de la Revolución Cubana. Luego la neta del Frente Sandinista (¡una dirección colectiva y gran participación de la mujer!) Me ruborizo ante la idolatría de algunos discursos y comentarios que ponen al EZLN como la nueva neta del planeta.
Sin duda, se avanza de distintas maneras, no siempre hacia delante (o a la mejor casi nunca) y los errores que se cometen también ponen su parte.
Cuando yo era muy joven me comía el mundo a puños. Y así lo viví y está bien. Ponte a discutir con un joven, yo por lo menos, cuando era joven oía poco y casi cualquier adulto me parecía pendejo. Sin embargo y, por suerte, algunos adultos estuvieron cerca y tuvieron la paciencia y la prudencia de orientarme, sin negar la sorpresa, la alegría, la pasión y la esperanza, que además son básicas para vivir.
Y es por esto que me gustó que Marcos dijera que quien se impone por la fuerza de la violencia es pobre en palabras y en ideas. Que las armas siempre son arbitrarias.
*Que cada quien diga qué quiere
Yo, por ejemplo, quiero y admiro a Paz y a Monsiváis. También quiero a una mujer que tiene una hortaliza en su azotea y que en medio del mugrero de esta ciudad está intentando y logrando algo distinto. Quiero a mi vecino de enfrente que todos los días pone su granito de arena barriendo su calle y una vez a la semana arregla y riega su pequeño prado y sus arbolitos. Además es cordial y saluda. Parece poco, pero es mucho.
También admiro y quiero los tequios de las comunidades indígenas.
Y para mi colonia, mi ciudad y mi país, quiero un tequio gigantesco de ideas y de acciones, para proponer y luego actuar en torno a lo que todos usamos o padecemos, lugares, transportes, basura, contaminación, narcotráfico, marginación, adicciones, pobreza, mucha pobreza y abandono.
Quiero que veamos que no es modernidad ni desarrollo haber perdido el sentido de la vida (vivir bien). Que el bien del otro redunda en mi bien y que el mal del otro redunda en mi mal.
Quiero quitarle de encima a la pobreza material el camino sin rumbo que provoca la pobreza espiritual.
Tal vez es imposible, pero eso es lo que quiero.*