SABADO Ť 31 Ť MARZO Ť 200

Ƒ LA FIESTA EN PAZ?

Noreste Ƒtaurino?

Leonardo Paez

HABIDA CUENTA DE que ya no queda región del país donde mantenga un mínimo atractivo el pobre concepto de fiesta brava que maneja el oligopolio taurino de México -por un lado Alberto Bailleres y sus diez plazas en los estados, y por el otro quienes realmente aportan el capital para que la Plaza México siga siendo centro de capacitación para neoempresarios de lento aprendizaje-, bueno es voltear los ojos hacia aquellas organizaciones empeñadas en preservar el análisis y la reflexión en torno a lo que va quedando de esta tradición.

A INVITACION AMABLE de la Peña Taurina Profr. Ricardo Torres -homónimo del diestro español Bombita e incansable promotor cultural regiomontano- para dar una conferencia en su asamblea mensual, tuve oportunidad de constatar el grado de deterioro taurino que sufre el espectáculo también en el noreste mexicano, así como la avidez de muchos aficionados sanos y pensantes por trabajar en pro de una fiesta de toros menos enajenada y más viva.

CONTRASTAN EL DESARROLLO y los criterios de organización de Monterrey con el abandono en que la empresa Espectáculos Taurinos de México, S.A. (ETMSA), del mencionado empresario capitalino Bailleres, propietario también de la plaza de toros Monumental de aquella ciudad, ha sumido a la función taurina.

CON CAPACIDAD PARA alojar cómodamente a 12 mil espectadores, la citada plaza solía dar durante el año unas seis u ocho corridas y doce o más novilladas, que con el paso del tiempo y los embates neoliberales -mejor deportes de alto riesgo que fortalecer una tradición mexicana con 475 años- se han reducido a poco menos que nada.

A LA POBREZA anterior -criterios empresariales taurinos centralistas, desentendidos del querer y el sentir de la comunidad regiomontana, así como de su rica cantera de toreros en ciernes- hay que añadir la carencia de una escuela taurina debidamente establecida, no obstante los numerosos matadores en retiro que podrían enseñar la técnica.

EN LA ASAMBLEA mensual de marzo de la Peña Taurina Profr. Ricardo Torres, donde además se evalúa y analiza cada festejo local y regional como parte medular de su labor peñística, se destacó el ridículo mayúsculo en que incurrieron las autoridades taurinas de Saltillo, capital del estado de Coahuila, durante la reciente corrida celebrada allí.

SUCEDE QUE POR esa culpa colectiva pero inconfesada de la afición saltillense con el maestro Fermín Espinosa Armillita Chico -el único, pues-, quien hubo de huir dos veces de su ciudad natal, la primera a los cuatro años de edad, cuando su familia emigra a San Luis Potosí, y la segunda cuando prefiere irse a Aguascalientes, a raíz de su divorcio, los de Saltillo insisten en contratar a los hijos del maestro, aunque no tenga ningún caso.

Y EN LA CULPA llevan la penitencia, pues puntualmente estos vástagos aprovechan el trauma de los saltillenses para cubrir de cualquier manera el "compromiso", como ocurrió en la corrida del 18 de marzo pasado, en que el matador Fermín se negó a matar uno de sus toros y el juez José Antonio García, en lugar de detenerlo y aplicarle la sanción correspondiente, lo dejó ir, para a toro pasado imponerle una multa de diez mil pesos que nunca será cubierta. Ni modo de achacarlo a la vecindad con los gringos.