jueves Ť 29 Ť marzo Ť2001

Octavio Rodríguez Araujo

Hay excepciones

Un especialista en el tema indígena, Adelfo Regino, abogado oaxaqueño, escribió hace poco (Masiosare, 18 de marzo) que "para el caso de las comunidades y pueblos indígenas, la ley no utiliza el concepto de territorios, sino el de tierras. Sin embargo, añade, nosotros reivindicamos el uso del concepto de territorio, pues éste implica la totalidad del hábitat de las regiones que nuestros pueblos ocupan o utilizan". Y más adelante dijo: "no podemos concebir a la tierra como una mercancía". Tiene razón Regino, pero quizá, ahora que se discuten los derechos y la cultura indígenas, habría de pensarse que no todas las comunidades indígenas ni todos los indios coinciden en reivindicar el concepto de territorios y que a algunos les atrae la idea de concebir la tierra como una mercancía. El tema es importante, me parece, pues en las reformas legales que deriven de la iniciativa de la Cocopa, deberían garantizarse mecanismos (candados) para que el concepto territorio sea una realidad y no una mercancía para las comunidades indígenas que forman la excepción de la regla general a que se refiere el especialista oaxaqueño.

Recientemente, en Tepoztlán, Morelos, se han conocido denuncias sobre campesinos comuneros que han traficado con tierras o que las han enajenado a particulares siendo que las leyes agrarias, todavía vigentes, impiden explícitamente vender tierras comunales o darlas en posesión a personas ajenas a las comunas. En Guerrero el mismo fenómeno es bien conocido, aunque el expediente suele cubrirse con la admisión a la comuna, incluso indígena, a gente que dista mucho de ser india o que bien se sabe que es especuladora en el campo de los bienes raíces o en los desarrollos turísticos, sobre todo de la región cercana a las playas. Conozco casos en que se demuestra que particulares de la ciudad de México o de Acapulco han recibido en posesión decenas de hectáreas de tierras comunales "de comunidades indígenas", por acuerdo de asambleas que nadie sabe si en realidad fueron realizadas. Dichas posesiones tienen las firmas, los sellos y las referencias legales para el caso. Lo que me han dicho es que las tales asambleas fueron manipuladas por unos cuantos vivales, tan indios como los demás, que por una corta feria han convertido en comuneros indígenas a residentes de Las Lomas en el Distrito Federal y a fraccionadores conocidos en los medios de la especulación con tierras. Ni qué decir sobre los terrenos ejidales, que gracias a las reformas de Salinas al artículo 27 constitucional, se venden a nuevos ejidatarios tan urbanos como cualquier habitante de Polanco, para construir más adelante su casita de campo o locales comerciales de diversos giros.

Es evidente que Regino está refiriéndose a las comunidades indígenas donde no se vende la tierra, donde la tierra no es una mercancía o donde la comunidad no acepta como parte de la misma a quienes no sólo no son comuneros, sino especuladores reconocidos y muchos de ellos fraudulentos o prestanombres incluso de extranjeros. Pero pienso que para redactar leyes se debe tomar en cuenta que el indio abstracto no siempre corresponde al indio concreto y que algunos indios de algunas comunidades no son como cree y generaliza Regino. En ocasiones es la ley agraria vigente la que impide vender tierras comunales, no la vocación de varias comunidades indígenas en el país por conservar la integridad del territorio. Los comisariados de bienes comunales con frecuencia extienden actas de posesión de terrenos ubicados en territorios comunales, con la única obligación, nunca cumplida para quienes viven por ejemplo en el Distrito Federal, de "seguir conservando el lote de referencia en compañía de su familia y cooperar en fajinas en beneficio social de la comunidad y asistir a las asambleas de comuneros". Mejor no generalizar, sino tomar en cuenta que en comunidades indígenas muy grandes las asambleas pueden ser muy chicas (y manipulables) y que los comisariados de bienes comunales pueden ser indios ladinos y no siempre honrados ni defensores del territorio.