Ojarasca 47  marzo 20001


El Foro Nacional Indígena de San Cristóbal de las Casas en enero de 1996, fijó por primera vez el esbozo de un diagnóstico nacional de las condiciones imperantes en la regiones indígenas del país y delineó un plan de trabajo que resumía la discusión de por lo menos siete años de poner en perspectiva los problemas y propuestas comunes. El Congreso Nacional Indígena de octubre de 1996 fue la constatación de la visibilidad lograda por los pueblos indios de México teniendo en el morral la firma de los Acuerdos de San Andrés, un instrumento jurídico --tejido desde la base social-- para impulsar el reconocimiento de sus derechos colectivos en la Constitución. La consigna, que sigue vigente, Nunca más un México sin nosotros, es resumen de la exigencia de dicho reconocimiento y un énfasis en el nosotros como fórmula mágica contra el individualismo y el aislamiento. Dos años después, el Segundo Congreso Nacional Indígena ratificó su consenso por los Acuerdos de San Andrés y por la Iniciativa de Reforma Constitucional elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación. Sabedores que el reconocimiento en la Constitución era un paso indispensable pero no suficiente, ese segundo Congreso consensó emprender "la reconstitución integral de los pueblos" --el fortalecimiento de sus estructuras comunitarias y regionales en el largo plazo y la adquisición de una perspectiva nacional para sus problemas y exigencias. El Tercer Congreso Nacional Indígena de Nurío, Michoacán, no sólo constató que el consenso en torno a los Acuerdos de San Andrés y la "ley Cocopa" es vigente y amplísimo; demostró que "la reconstitución integral de los pueblos" se ha extendido y profundizado. La participación masiva en el congreso y el apoyo de los pueblos al paso de la Caravana por la Dignidad Indígena así lo demuestran. El documento que presentamos, firmado en San Pablo Oxtotepec el 9 de marzo de 2001 por los delegados y delegadas zapatistas y por el pleno de la representación indígena presente en Nurío Michoacán, ratifica los consensos vertidos en el documento final del Tercer Congreso y suma el apoyo mostrado por las autoridades tradicionales y comunitarias de los 12 estados que atravesó la caravana antes de arribar a la ciudad de México.


Iniciativa de reformas constitucionales de la Cocopa
Un consenso probado

caminantes

Moisés Gandhi, Chiapas, 24 de febrero

Considerando que:
En estos momentos el triunfo de nuestra justa causa nos obliga a redoblar los esfuerzos para lograr el inmediato reconocimiento de los derechos y cultura indígenas en la Constitución General de la República de acuerdo con la iniciativa de la Comisión de Concordia y Pacificación.
En esta hora nacional, previa a la entrada a la ciudad de México de la gran marcha Por la Dignidad Indígena que encabezan los delegados y delegadas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, se precisa ratificar los acuerdos alcanzados en nuestro Tercer Congreso Nacional Indígena realizado en territorio de la Nación Purépecha, comunidad de Nurío, Michoacán, para que todos los mexicanos y mexicanas conozcan los legítimos propósitos autonómicos de nosotros, sus hermanos indígenas de todo el país.
509 años de historia han significado para nuestros pueblos explotación, discriminación y pobreza, y que la nación mexicana, nacida de nuestra semilla y de nuestros corazones, ha sido edificada por los poderosos negando nuestra existencia y nuestro supremo derecho a caminar nuestro propio camino, sin que ello signifique renegar de la patria fundada con nuestra sangre.
En el tiempo de hoy como ayer, los modernos intereses privatizadores neoliberales se ciernen sobre nuestras tierras, territorios y recursos naturales, ignorando nuestra existencia y derechos de posesión, disfrute y usufructo de los mismos.
Los Acuerdos de San Andrés son el paso primero para el reconocimiento pleno y total de los derechos que como pueblos indígenas nos corresponden.
En este mismo histórico lugar el general Emiliano Zapata Salazar y su ejército de campesinos ratificaron el plan libertador de los pueblos indígenas oprimidos, conocido como el Plan de Ayala, y que dicho Plan, al igual que los Acuerdos de San Andrés, en su puntual pliego reivindicatorio agrario, tiene como centro el reconocimiento, la reconstitución y el fortalecimiento de la comunalidad, que representa la relación especial que nuestros pueblos establecen como individuos y como colectividad, entre sí y con los otros pueblos, las otras naciones y la madre tierra.
Las suscritas y los suscritos, autoridades tradicionales, delegadas y delegados de los pueblos indígenas que integran el Congreso Nacional Indígena, que lucha por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, declaramos que:

Primero. Ratificamos en todos y cada uno de sus puntos los acuerdos emanados del Tercer Congreso Nacional Indígena de Nurío, Michoacán, que expresan la firme voluntad de nuestros pueblos por que los Acuerdos de San Andrés se incorporen a la Constitución General de la República según la Iniciativa de la Comisión de Concordia y Pacificación.

Segundo. Ratificamos el espíritu mismo del Congreso de Nurío y ratificamos que los Acuerdos de San Andrés representan el consenso nacional en materia de derechos y cultura indígenas, y que su incorporación a la Constitución se ha vuelto ineludible para quienes dicen representar la voluntad de la Nación.

Tercero. No cesaremos en la justa lucha que nos lleva al corazón de México y no descansaremos hasta conseguir el reconocimiento constitucional de nuestros derechos.

Cuarto. Exigimos a las instancias de decisión nacionales el reconocimiento constitucional de los derechos de nuestros pueblos, conforme a la iniciativa de reforma elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación, por ser esta la que recoge, en su espíritu y su letra, los Acuerdos de San Andrés firmados por el Gobierno Federal y el EZLN el 16 de febrero de 1996.

Quinto. Exigimos el reconocimiento constitucional de nuestro inalienable derecho a la libre determinación expresado en la autonomía en el marco del Estado mexicano, y ejercer así nuestra capacidad para decidir nuestro destino en todos los ámbitos de la vida cotidiana, tales como la economía, la política, la procuración y administración de justicia, los asuntos territoriales, la cultura y educación y todos los aspectos sociales, con una identidad y conciencia propia.

Sexto. Exigimos el reconocimiento constitucional de nuestras tierras y territorios ancestrales que representan la totalidad de nuestro hábitat en donde reproducimos nuestra existencia material y espiritual como pueblos, porque la tierra es el fundamento primero de nuestros pueblos y de la comunalidad como cimiento, como centro y como corazón de nuestra existencia milenaria.
Para nosotros, pueblos indios, pueblos verdaderos, nuestra madre tierra es sagrada, así como son sagrados todos los seres que habitan en ella, los animales, las plantas, los ríos, los montes, las cuevas, los valles, los recursos naturales y el saber ancestral que nuestros pueblos han acumulado en su relación con la madre tierra.
Por eso rechazamos tajantemente las políticas que el gran capital impulsa, porque la madre tierra y todo lo que en ella se nace no es una mercancía que se pueda comprar y vender, porque la lógica simple y mezquina del mercado libre no puede destruir nuestra existencia misma, porque los modernos piratas y biopiratas no deben expropiar más nuestro saber antiguo y nuestros recursos naturales, porque no puede ejecutarse un solo proyecto o megaproyecto en nuestros territorios sin nuestra participación, consulta y aprobación.

Séptimo. Exigimos el reconocimiento de nuestros sistemas normativos indígenas en la construcción de un régimen de derecho plural que armonice las diversas concepciones y prácticas de regulación del orden social que conforman la sociedad mexicana.

Octavo. Exigimos la desmilitarización de todas las regiones indígenas del país.

Noveno. Exigimos la liberación de todos los presos indígenas del país que se encuentran privados de su libertad por haber luchado por la defensa de la autonomía y el respeto a nuestros derechos, individuales y colectivos.

Décimo. Convocamos a todo el pueblo de México a que se adhiera a los Acuerdos de Nurío con el fin de que su cumplimiento sirva de garantía a los pueblos indígenas de México y a la Nación entera.
 
 

Por la reconstitución integral de nuestros pueblos

Nunca más un México sin nosotros
 
 

Acta de ratificación de los Acuerdos de Nurío, firmada en San Pablo Oxtotepec, Milpa Alta, Distrito Federal.
 

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