MIERCOLES Ť 14 Ť MARZO Ť 2001
Ť Se estrena hoy en el Centro de la Imagen, espacio para el que fue concebido

Paisajes de amor, espectáculo de Scholz que combina la danza con el séptimo arte

Ť La bailarina Isabel Beteta hizo la coreografía para después filmarla

MERRY MAC MASTERS

¿Por qué venir a México para realizar un trabajo fílmico con una bailarina?, es la pregunta. Sin embargo, la respuesta queda en el aire. ''No sé", responde el cineasta alemán Wolfgang Scholz (Dresden, 1958), y al mismo tiempo afirma: ''Ahora sé que resultó perfecto hacerlo aquí. Como todo en el arte, nunca sabemos cómo van a salir las cosas al final". En su proyecto preliminar, Scholz había escrito que el aspecto ''más interesante" era la perspectiva de trabajar con una bailarina de aquí.

Video y cine

BETETACon amplia trayectoria en la danza contemporánea, la bailarina Isabel Beteta protagoniza el espectáculo Landscapes for Love (Paisajes de amor o Equilibrio), de Scholz, que será estrenado hoy, a las 19:30 horas, en el patio de las columnas del Centro de la Imagen, espacio para el que fue concebido. Los días 16, 17 y 18 se presentará en el Centro Cultural Los Talleres.

Scholz supo del Centro de la Imagen por un amigo que fue a fotografiar Munich, urbe donde radica el cineasta. Hace un año Scholz vino a México y le propuso a Patricia Mendoza, directora del CI, el trabajo que era video pero hecho en forma cinematográfica, e implicaba a una bailarina tanto filmada como para bailar en vivo. Mendoza lo contactó con Beteta a quien le platicó el proyecto y ''ya ni siquiera buscó a otra". Luego, se vieron en Alemania donde Scholz le dio el guión. En diciembre pasado, Beteta hizo el primer boceto de coreografía, mismo que se empezó a corregir hace tres semanas, para entonces filmarla.

Tensiones y rompimientos

Paisajes de amor tiene que ver con el desarrollo de la relación amorosa que el cineasta divide en seis etapas: el deseo, el encuentro, el descubrimiento, la realización, la destrucción y la pérdida. Este último es, al mismo tiempo, el fin y el principio.

Esta pieza, de 45 minutos de duración, que Scholz en Alemania calificaría de teatro, gira en torno del movimiento expresado en relación con el tiempo. Su creador pregunta, ¿hasta qué grado queda claro y definible el sitio final, la así llamada meta: el comienzo y el fin del espacio?

No es la primera vez que el cineasta trabaja con una bailarina. Sin embargo, dice, lo importante no es la bailarina sino la imagen. ''¿Y si hubiera sido un actor?", pregunta Beteta. ''No. Un actor no es lo mismo que una bailarina. Se trata de una pieza dancística, un performance", observa Scholz.

La pieza primero se filmó en locación porque hacía falta un desierto, un mar y otro tipo de agua, explica Beteta en la entrevista. Estas imágenes fueron digitalizadas. Luego se filmó la coreografía. La danza se reduce a un mínimo absoluto en términos de gestos. La música, de Rodrigo Zalameda entre otros, se vuelve una composición tonal que emplea los sonidos, la respiración y el habla.

Respecto de este trabajo ''experimental", apunta Beteta, Scholz crea una realidad que el público percibe, pero de repente la rompe para volverla a construir y de nuevo negar. El cineasta prende los videos proyectores de manera que ''quedan levemente desfasadas las imágenes". Así se establecen varias tensiones y rompimientos dentro del ritmo de la obra.

Ganador en 1991 del primer lugar en el Festival de Cine de Dresden, y con 26 películas en su haber, Wolfgang Scholz menciona una posible presentación de la obra en Oaxaca, en La Habana y el año entrante en Brasil.