MIERCOLES Ť 14 Ť MARZO Ť 2001

Adolfo Gilly

Libertad en Bolivia para Raquel Gutiérrez, mexicana

En la embajada de México en Bolivia está en huelga de hambre, desde el 5 de marzo, la ciudadana mexicana Raquel Gutiérrez Aguilar. En abril de 1992 fue encarcelada y torturada bajo la acusación de pertenecer al Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK). Estuvo presa cinco años en el Panóptico de La Paz, acusada de catorce delitos, entre ellos alzamiento armado, destrucción de bienes del Estado, asociación delictuosa, incitación pública a delinquir y otros diez más. No habiéndose probado ninguna de las acusaciones, Raquel Gutiérrez fue dejada en libertad provisoria en abril de 1997. Pero no puede regresar a México, como es su deseo, pues al no haberse cerrado su caso, debe permanecer en Bolivia bajo arraigo.

Según las normas legales bolivianas, después del largo lapso transcurrido sin sentencia -nueve años- Raquel Gutiérrez tiene derecho a demandar la prescripción del caso, el cierre del proceso y la libertad definitiva. Este es el objetivo de su huelga de hambre.

Durante su encarcelamiento, Raquel escribió dos libros, publicados por Ediciones Gráficas de Bolivia: Apuntes sobre la crisis actual del capitalismo mundial, (1993), y Entre hermanos, (1995). Ya en libertad provisoria, junto con Raúl Prada, Alvaro García y Luis Tapia público en 1999 una obra colectiva, El fantasma insomne, Muela del Diablo Editores, Cochabamba, Bolivia, en ocasión del 150 aniversario del Manifiesto Comunista de Marx y Engels.

Tuve ocasión de conocer a Raquel a mediados de 1999 en un coloquio en la Universidad de Cochabamba. La volví a ver días después dando una clase en la Escuela Sindical de la Federación de Trabajadores Fabriles de Cochabamba. Muchachos y muchachas apenas llegados a la actividad sindical escuchaban atentos las experiencias y las reflexiones sobre la larga historia de luchas del sindicalismo boliviano que les trasmitía su maestra mexicana en libertad provisoria. En otras palabras, Raquel Gutiérrez no se intimidó por su proceso: siguió trabajando entre hermanos, según el título de su escrito de la cárcel.

Encontré en esa escuela, también como maestro, a Filemón Escobar, dirigente de la mina Siglo XX en la época heroica del sindicalismo minero boliviano en los años cincuenta del siglo XX, cuando el sindicato hablaba al país por su radio minera y estaba protegido por sus milicias armadas. Vivía yo entonces en Bolivia y alguna vez anduve por las minas. Con Filemón ahora nos dimos un abrazo. Quedó una foto pero salió borrosa: la emoción a los años. Con su experiencia apoya hoy la organización de los trabajadores cocaleros.

Desde su huelga en la embajada de México (donde la han recibido y la tratan muy bien, me dice por teléfono), Raquel Gutiérrez pide solidaridad con su demanda: prescripción, libertad, derecho de regresar a México. En su carta escribe:

"Siempre he afirmado mis puntos de vista políticos, disidentes y contrarios al orden existente, al que considero no sólo injusto, sino excluyente y opresivo. He hablado, he escrito, he actuado. He compartido las luchas y esperanzas con este pueblo, que generosamente me ha adoptado. He participado muchas veces en sus esfuerzos por construir un porvenir distinto a la miseria y el silencio al que lo condenan hoy los poderosos. He vivido sus júbilos y llorado sus derrotas.

"Mis acciones y palabras han sido incómodas para los señores del dinero y la ley. Por ello he vivido en carne propia la atrocidad de la tortura tras levantar la voz, tras difundir un pensamiento contrario al dominante. He pasado cinco años de mi vida presa en una cárcel... de manera 'preventiva'. Mis acciones, pese a todo, no han podido ser convertidas 'legalmente' en delitos. šHan tenido nueve años para juzgarme! No lo han hecho. Por eso hoy exijo que la causa prescriba y que se consolide la libertad definitiva".

En la tradición de los revolucionarios presos, Raquel no pide su libertad negando sus ideas, sino afirmándolas. En estos días en que veintitrés comandantes y un subcomandante del ejército rebelde de los indígenas de México, el EZLN, son recibidos en esta ciudad con los brazos abiertos, parece ser el momento preciso para exigir la libertad definitiva de Raquel Gutiérrez, mexicana que se juega su suerte con los trabajadores y los indígenas bolivianos.