|
Luce Irigaray
y la construcción de una Cultura Democrática fundada en
la Diferencia
Entrevista de María José
García-Ocejo.*
París, Febrero del 2001., Aquello que inspira
la vida y la obra de Luce Irigaray es la búsqueda de un futuro
más justo y feliz para la humanidad. Ella lo vislumbra a través
de una teoría y una práctica de la relación con
el otro en el respeto mutuo de sus diferencias. Este encuentro entre
dos es lo que posibilitará una mundialización no destructiva
de las subjetividades singulares ni de las civilizaciones. Se comprende
por ello su interés en la diferencia sexual, la relación
más inmediata y más universal, fundadora de la célula
de base y del conjunto de las comunidades humanas.
En la obra escrita de Luce Irigaray es posible distinguir tres momentos:1)
Un periodo "deconstructivo" en el que critica una cultura
fundada en las necesidades de un sólo sujeto (Speculum**). 2)
Una etapa en la cual propone ciertos medios necesarios para la construcción
de una subjetividad femenina autónoma (Yo, tú, Nosotros**)
y 3) La construcción de una cultura de dos sujetos respetuosos
de sus diferencias, modelo para una coexistencia en la diversidad a
nivel universal (Amo a tí y Ser Dos**).
Luce Irigaray también ejerce una práctica política
y cultural. En su libro Democracy Begins between two**, narra sus luchas,
particularmente ante el Parlamento Europeo, por los derechos de las
mujeres. En ¿Qui sono io? ¿Qui sei tu?** explica su labor
educativa con niños(as) y adolescentes para una ciustedadanía
respetuosa de las diferencias.
Luce Irigaray es investigadora en filosofía del Centro Nacional
de Investigaciones Científicas en París.
MJGO: Me gustaría comenzar esta entrevista preguntándole
sobre su relación con el feminismo. A lo largo de su obra, usted
se define a sí misma más bien como promotora de la liberación
de la mujer que como feminista, ¿qué diferencia encuentra
entre estas dos posturas?
LI: No me gustan los términos en sí mismos,
evocan un modelo a seguir, comportamientos que adoptar, dogmatismo.
Remiten a algo que ha pasado y no a un camino nuevo por construir. Además,
comúnmente, el término "feminismo" se entiende
en un sentido igualitarista, o sea: para emanciparse, las mujeres deberán
ser iguales a los hombres. Ello supone alienarse aun más y voluntariamente
a los valores de un mundo que no es el suyo.
Yo pienso que liberarse consiste, para una mujer, sobre todo en la toma
de conciencia de sus propios valores y en afirmar su derecho a existir
en la vida privada y en la publica. Se trata de tomar conciencia de
su sumisión a un sólo orden subjetivo, de descubrir y
cultivar ese otro sujeto que es la mujer; de hacerla aparecer a nivel
social como diferente y no de hacerla desaparecer dentro de un mundo
masculino.
Por ello me parece más pertinente hablar de "equivalencia"
de derechos que de igualdad de derechos. Las mujeres pueden exigir ser
reconocidas de manera equivalente a los hombres desde su propia subjetividad
y de acuerdo a sus propios valores. En mi opinión, lo importante
es construir un mundo entre dos sujetos diferentes donde uno no esté
sometido al otro.
MJGO: En su trabajo usted combina dos elementos difíciles
de conciliar dentro de la teoría feminista: la fidelidad a su
propia experiencia y la rigurosidad científica.
LI: Me parece que esta combinación es una dimensión importante
a promoverse en un mundo femenino. Generalmente, los hombres han disociado
la vida del conocimiento. Ello ha llevado a ciertos desastres que hoy
en día amenazan a la humanidad y al lugar donde habita, la tierra...
El ser humano como tal parece encontrarse, de alguna manera, sobrepasado
y amenazado por sus producciones científicas y por el uso de
técnicas inspiradas en el deseo de dominar la vida y no en el
de servirla. Por el contrario, ellas, en lugar de incorporarse a dicho
proceso de manera tal que se aceleren estos desastres, ¿no deberían
ser fieles a su propia experiencia, la que les dicta nuevas reglas de
construcción del saber basadas en el respeto al mundo, a la vida,
al otro y no en su dominación?
Personalmente, decidí optar por la fidelidad a mi propio camino
de mujer desde mis primeros estudios universitarios. Yo sentí
que para convertirme en una sabia erudita debía renunciar a mí
misma como mujer. Pero decidí que no haría esto. Mi acción
por la liberación de las mujeres surge a partir de este momento.
Es también otra forma de hacer ciencia...
MJGO: Como ya lo ha indicado, usted defiende la diferencia
sexual como el paradigma más eficaz a partir del cual edificar
la equidad y la justicia entre los sexos, contra la sola búsqueda
de igualdad entre hombres y mujeres. ¿Podría hablarnos
más ampliamente de cómo concibe la diferencia sexual y
de cuáles son los valores propiamente femeninos que busca revalorar
en su trabajo?
LI: Comúnmente, la diferencia sexual se reduce
a una diferencia biológica o de estereotipos sociales. Ella no
es ni lo uno ni lo otro. Ciertamente, la diferencia sexual incluye aspectos
corporales y aspectos sociológicos. Pero otra dimensión
es la que hace el puente entre las dos: la identidad relacional. Y ésta
no se manifiesta de la misma manera en la mujer que en el hombre. No
es igual la manera en que el uno y la otra viven la relación
consigo mismo(a), con el mundo, con el otro(a).
Así, el hombre privilegia la relación con el objeto; cuando
existe una relación entre sujetos es del tipo "del uno entre
muchos" (un hombre en el grupo, un ciudadano en el pueblo, un jugador
en el equipo) y la relación queda, generalmente, sólo
entre ellos mismos. Por su parte, la mujer prefiere la relación
entre sujetos, entre dos sujetos que son de sexos diferentes. Ejemplos
que prueban de manera suficiente cómo los hombres y las mujeres
tienen una manera diferente de vivir la relación.
Esta diferencia en la identidad relacional no es el resultado de la
alienación del sujeto femenino como algunas y algunos lo pretenden.
Sino que proviene, ante todo, del contexto diferente en que vienen al
mundo la niña y el niño. Nacer de una persona semejante
a una misma y acceder al mundo de la misma manera que ella no tiene
idénticas consecuencias en el devenir del sujeto que nacer de
alguien diferente a sí mismo, como en el caso del niño.
La manera en que el cuerpo está implicado en la relación
tiene también sus efectos. Dar a luz en sí o fuera de
sí, hacer el amor en sí o fuera de sí no conllevan
a la misma relación con uno mismo(a) y con el otro(a). Todo ello
representa, además, una ventaja cultural para las niñas
quienes se muestran más despiertas y creativas que los niños,
debido a sus mejores y más precoces capacidades relacionales.
Personalmente he constatado todo esto en un trabajo realizado con poblaciones
importantes de niños(as) y adolescentes, en particular con italianos.
El problema es que estos valores relacionales se toman poco en cuenta
en los programas educativos, en particular en lo que se refiere a la
relación entre dos y a la relación desde la diferencia.
La instrucción escolar todavía se basa en las características
del sujeto masculino: relación con el objeto, competitividad
entre hombres dentro de un grupo o entre grupos, adquisición
de saberes y capacidades poco interesadas en las relaciones con los
otros, y sobre todo con "las otras". Los valores relacionales
que caracterizan a las niñas deberían ser reconocidos
como dimensiones culturales y civiles tanto o más importantes
que aquellas que caracterizan a los chicos. Ello demanda el pasaje de
una a otra cultura, a otros métodos educativos. Yo he buscado
introducir estos elementos en mi trabajo, en particular en los libros
Amo a tí, Ser Dos, Democracy Begins Between Two, ¿Chi
sonno io? ¿Chi sei tu?, Yo, tú, Nosotros.
MJGO: Usted ha reiterado que dada la historia de opresión
de las mujeres, nosotras tendemos mucho más a manifestar experiencias
de sufrimiento, de malestar y de oposición frontal contra los
hombres, que de bienestar y de encuentro entre los sexos. Sin embargo,
usted ha preferido hablar del amor, de la posibilidad de establecer
relaciones más justas, fecundas y felices entre hombres y mujeres
ya que sin ellas no habrá verdadera liberación de la mujer.
¿Qué nos puede decir a este respecto?
LI: Me impresiona constatar que las mujeres -incluidas
las artistas- expresan sobre todo el sufrimiento. ¿No será
ello una prueba de que no se escuchan a sí mismas? Las mujeres
están bien dotadas para la felicidad pero a fuerza de no hablar
en un sentido positivo, cierto que la cultura no nos ofrece muchas palabras
ni medios para hacerlo, lo positivo se cubre con lo negativo.
Hacer responsable al otro del propio malestar es también una
manera de aceptar la dependencia. Cierto, los malentendidos existen
entre los sexos de parte de unos y de otras. Además, para una
mujer, la dificultad en hacerse comprender aumenta por el hecho de que
la cultura está hecha por los hombres. Pero esta toma de conciencia
debiera incitarnos a promover nuevos valores y no a detenernos por aquello
que no marcha bien, haciendo responsable a un "otro" externo
que quizá tampoco puede hacerlo mejor. A nosotras nos toca cambiar
el mundo...
Comencemos por una nueva manera de entrar en relación con el
otro(a). Las mujeres estamos mucho más dotadas para el amor,
para la amistad. ¿Por qué no cultivar estos valores, también
a nivel publico, en lugar de esperar a que sean los hombres quienes
lo hagan?
MJGO: Luego de 40 años de elaboración
teórica y de trabajo práctico en favor de la emancipación
de la mujer ¿qué puede sugerirles a las jóvenes
feministas que hoy en día comienzan en esta larga y difícil
lucha?
LI: Que tomen conciencia de lo que ellas son y que cultiven
sus propias cualidades. Que conquisten su autonomía sin agresividad
hacia los hombres y sin esperar que sean ellos quienes cambien: generalmente
son las mujeres quienes les abren la vía,
No elegir entre sentimientos positivos hacia los hombres o hacia las
mujeres: es importante estar en buenas relaciones con ambos, tanto con
quienes son como ellas como con quienes son diferentes. No creer que
un simple status social les aportará la felicidad: lo que importa
es modificar la relación con el otro, la relación amorosa,
la relación carnal.
Recordar que una mujer debe aprender a devenir más y más
mujer y a mantenerse como tal, en vez de convertirse en madre olvidándose
de ser mujer: ello no le hace bien a nadie. Preocuparse de la conquista
y la conservación de una legislación apropiada para las
mujeres, que no sea solamente neutra y abstracta.
MJGO: Pasemos ahora al segundo tema que quisiera abordar en esta entrevista
y que se refiere a su concepción sobre la democracia. En los
últimos años usted se ha abocado a la lucha por la refundación
moral de la democracia a partir de la formulación de derechos
humanos propios para hombres y mujeres, con el fin de construir lo que
usted denomina la "soberanía del impoder", ¿cómo
concibe usted este trabajo?
LI: Hace algunos años, considerábamos
que un régimen realmente democrático era aquel en el cual
los ciudadanos tuvieran el derecho a elegir a sus representantes. Hoy
en día sabemos que ello no es así de simple y que, aun
en los países donde este derecho existe, el voto es frecuentemente
burlado. ¿Cómo luchar contra estas nuevas formas de poder
personal que se ejercen en el seno mismo de las democracias?
Primero, otorgando menos derechos a los dirigentes y más derechos
a los ciudadanos. El ideal del socialismo consistió en confiar
el ejercicio de la gobernabilidad a la sociedad civil, es decir, a los
ciudadanos y no al Estado. ¿Qué gobierno que se dice de
izquierda conserva este objetivo? Para conquistarlo convendría
repensar la legislación y definir derechos civiles positivos
en favor de todos los ciudadanos de acuerdo con su sexo, raza, cultura.
Estos derechos brindarán a los ciudadanos la posibilidad de representarse
a sí mismos y de oponerse legalmente al Estado cuando sus derechos
sean violados.
Hace falta, asimismo, multiplicar las posibilidades de los ciudadanos
para expresarse sobre sus propias opciones políticas, por ejemplo
vía referéndum y también al llamarlos a votar por
programas más que por personas. En seguida, conviene analizar
aquello que es perjudicial para la existencia y el desarrollo de la
democracia. Uno de los nudos problemáticos proviene, así
me lo parece, de un remanente de "naturalismo" no elevado
a status civil. La mujer sigue siendo considerada como un cuerpo-natura
a disposición del hombre y del Estado. De ella se espera más
la procreación de infantes que el comportamiento en tanto ciudadana
capaz de aportar al conjunto de la sociedad los valores que ella posee:
respeto a la vida, a la salud, al bienestar; cuidado de la naturaleza,
del medio ambiente, de la habitación; gusto por el diálogo,
por el arte, etc.
Todo ello proviene, sin duda, del hecho de que ella ha permanecido durante
mucho tiempo encerrada dentro del hogar conyugal, siendo el hombre quien
aparece como el ciudadano representante de la familia ante el Estado.
En casi todas partes del mundo, las mujeres tienen hoy en día
acceso a la vida publica. Ello demanda que su identidad civil sea reconocida
y no sólo su identidad natural y que dicha identidad sea reconocida
como diferente.
Ello supone educar a las mujeres para que puedan pasar de comportamientos
que son válidos al interior del hogar familiar a comportamientos
en tanto ciudadanas. Ello vale también para los ciudadanos de
otras razas o culturas. La democracia sólo puede existir mediante
la coexistencia en la diversidad. Si ella no representa a todos y cada
uno de los ciudadanos, corre el riesgo de que se desarrollen en su interior
aspectos autoritarios y totalitarios.
MJGO: En países como el nuestro aun padecemos
una profunda desigualdad económica que continua afectando prioritariamente
a las mujeres. ¿Cómo ubica sus ideas sobre la democracia
en este contexto?
LI: También en las democracias consideradas como
avanzadas las mujeres padecen inequidades económicas. Generalmente
su salario sigue siendo inferior al de los hombres en un 30 por ciento,
por un trabajo equivalente. Y los sectores industriales o artesanales
en donde existe una presencia mayoritaria de mujeres están comúnmente
mal pagados.
Pero yo no creo que estos problemas se resolverán mediante una
intervención a nivel estrictamente económico. Sólo
se modificará otorgando a las mujeres su valor civil como el
rostro de la comunidad. Los hombres han estado acostumbrados a que el
trabajo de la mujer dentro de la familia sea gratuito y no reconocen
ni el valor ni el costo de este trabajo. Mientras las mujeres no participen
con los hombres en la construcción y en el cuidado de la ciudad,
esta situación no cambiará. Es afirmando su capacidad
para dichas tareas, así como su aptitud para asumir sus propias
responsabilidades, como las mujeres podrán exigir su pago.
Importa que ellas inviertan su energía no sólo en demandar,
frecuentemente en vano, el ser retribuidas de manera igualitaria a los
hombres, sino que creen un mundo de trabajo adaptado a su condición
femenina: en horarios, en tipos de empleo que les sean apropiados, en
valorización y calificación adecuadas a los servicios
que prestan a la ciudad y en salario correspondiente. Las cosas no pueden
arreglarse solamente a nivel económico. Las mujeres han mostrado
por sí mismas, en ocasión de las huelgas que han organizado,
que, contrariamente a los hombres, ellas no demandan únicamente
el aumento de salario sino también el respeto a su dignidad,
a su ritmo de vida, a estructuras sociales que les permitan trabajar
y ser madres, etc.
MJGO: Usted considera que la formación de la
ciudadanía en el respeto a la diferencia, particularmente dirigida
a niños(as) y jóvenes, es la vía privilegiada para
la construcción de nuevas formas de convivencia humana respetuosas
de todas las formas de alteridad. En nuestro país este tema es
particularmente relevante ya que más de la mitad de nuestra población
es menor de 24 años. ¿Cómo considera usted que
podemos incluir este trabajo, a la vez educativo y político,
en el proceso de transición democrática que vive actualmente
nuestro país?
LI: Un régimen democrático no debiera
preocuparse sólo de la economía, sino del respeto a los
ciudadanos y a las relaciones entre ellos. Hemos pensado la democracia
en función de bienes económicos olvidando a las personas.
Quienes no poseen bienes o empleo son por lo tanto nada, son los excluidos
o los necesitados. Ello me parece poco digno de un ideal democrático.
El derecho a existir como ciudadanos, hombre(s) o mujer(es), sin importar
su condición económica, debe ser prioritario. Ello demanda
una nueva concepción de lo político y de lo jurídico:
un derecho a "ser" más que a tener.
Este cambio de perspectiva social no podrá lograrse sin la educación
de niños(as) y adolescentes, tanto como de profesores(as) y padres
y madres de familia. En lugar de formarlos para convertirse en ciudadanos
competitivos y eficientes, los(as) jóvenes debieran ser educados
para hacer de la vida relacional un objetivo cultural importante. De
esta manera, la comunidad de ciudadanos ya no estaría compuesta
de 1+1+1... individuos más o menos neutros y abstractos, reunidos
a través de leyes externas a sí mismos(as), que son enunciadas
por magistrados y gobernantes quienes, además, exigen su ejecución.
Los lazos entre los ciudadanos constituirán el tejido de la comunidad
civil. La base de este entramado es la relación entre mujer(es)
y hombre(s) en el respeto de sus diferencias a todos los niveles: desde
lo más íntimo hasta lo político y cultural. ¿Por
qué esta liga será fundamental? Porque es la más
universal y la más cotidiana al mismo tiempo. Ella representa
por sí misma la articulación más primitiva entre
naturaleza y cultura. Quien respete la diferencia entre mujer(es) y
hombre(s) no experimentará ninguna dificultad para respetar otras
diferencias porque los instintos de posesión, de explotación,
de rechazo y de menosprecio habrán sido educados desde las pulsiones
elementales.
Todos estos puntos debieran ser incluidos en los programas escolares.
Hace falta que los infantes sean instruidos en la toma de conciencia
de su identidad concreta y por tanto sexuada, y en respetar y establecer
relaciones con la identidad concreta del otro(a). Es esta la condición
de una cultura democrática. Todos los discursos morales sirven
de poca cosa si faltan esta toma de conciencia y este proceso educativo.
Sería deseable que las democracias jóvenes experimenten
esta construcción diferente de sus propios regímenes.
Las democracias más antiguas, fundadas únicamente en el
derecho al voto y en el cuidado de la economía han mostrado hasta
qué punto son frágiles e incompletas.
*María José García Ocejo
es profesora de psicología en la Universidad Veracruzana, maestra
en Estudios de Género de la New School for Social Research de
Nueva York y doctorante, con la tesis Formación de la Ciudadanía
desde una perspectiva de género, para jóvenes mexicanos(a)s
en la Universidad de París X.
|