LETRA S
Marzo 1 de 2001
Feminismo y aborto, ¿cómo contrarrestar la ofensiva conservadora?
En esta entrevista, Adriana Ortiz, autora del libro Si los hombres se embarazaran, ¿el aborto sería legal?, procede a un análisis breve y agudo de la coyuntura política que enfrentan los derechos sexuales y reproductivos en México. A las presiones crecientes de grupos conservadores que pretenden señalar límites a los derechos de la mujer, la doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Yale, sugiere, con ironía y un claro conocimiento del tema, lo que podría ser la respuesta de una sociedad civil organizada.
MANUEL ZOZAYA

 

ls-simulador"En México, aún no vivimos un estado laico pleno, a pesar de la imagen del Estado anticlerical que la historia oficial nos ha vendido, y con la que muchos de nosotros crecimos. La historia contemporánea de nuestro país ha estado mucho más permeada de lo que quisiéramos por los valores de la Iglesia católica, el trabajo de Roberto Blancarte, y de otros, ha desentrañado esta conexión entre el Estado y la Iglesia católica a largo de nuestra historia. Por ello, en mi libro me propuse desentrañar esa misma relación con respecto al cuerpo de las mujeres, porque dicha relación ha tenido un costo muy elevado en su salud, sobre todo en el control de la reproducción.

"En 1871, el Estado liberal y la Iglesia católica establecieron lo que llamo un 'pacto entre caballeros' en lo que respecta a la reproducción humana. Las primeras leyes sobre el tema, promulgadas ese año, son una serie de acuerdos tácitos acerca del control sobre el cuerpo de las mujeres y su función reproductiva. Este hecho, nada casual, muestra la separación inacabada entre el Estado y la Iglesia católica en nuestro país, y cómo los valores de corte patriarcal sobreviven a lo largo del tiempo, preservados por las instituciones.

"No es sino hasta un siglo después, en 1973, cuando se da un giro de 180 grados en la postura del Estado frente a la fecundidad y la capacidad reproductiva de las mujeres. La nueva Ley de Población aprobada ese año se convirtió en el parteaguas que abrió la puerta a la anticoncepción de manera sistemática. El Estado mexicano quiso entonces tomar distancias con la jerarquía católica, aunque dicha ley también obedeció a ciertas presiones internacionales. La Ley de Población es ambivalente, pues a pesar de las campañas masivas de distribución de anticonceptivos, hasta la fecha se siguen presentando altas tasas de abortos. Cada vez se usan más anticonceptivos, pero las mujeres siguen teniendo más hijos de los deseados, debido a percepciones de género que les hacen cometer actos fallidos, tales como darse cuenta después del coito que hay posibilidades de un embarazo no deseado. Mucha gente aún se encuentra en una etapa de transición entre valores modernos y valores tradicionales y eso redunda en el aborto como un último recurso anticonceptivo.

"En la reforma constitucional, donde se dice que la persona y la pareja tendrán libertad en la elección del método anticonceptivo y el derecho a una decisión libre e informada, y en su formulación legal, se excluyó explícitamente a la representación feminista, los grupos de mujeres no fueron tomados en cuenta.

"En el sexenio de Miguel de la Madrid, para liberalizar las leyes en torno al aborto, el Estado tuvo que retractarse primero de una reforma inicial en el Distrito Federal, para después ir reformando las leyes estatales a espaldas de la Iglesia católica y de la sociedad. Todas esas liberalizaciones ocultas no tenían una implicación concreta, ya que las reformas legislativas que no se traduzcan en una reglamentación, acompañadas de un entrenamiento y profesionalización del personal, quedan sin aterrizar en lo concreto. Los jerarcas católicos nunca se enteraron de esos cambios, pues eran leyes cuyas reformas no se hacían públicas. Por eso en la actualidad los grupos de mujeres pretenden lograr reglamentaciones, equiparación de los códigos penales, y entrenamiento a los médicos para que brinden un servicio de calidad.

"La despenalización gradual del aborto no se hizo pública sino hasta mediados de los noventa a través de organizaciones como el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE). Uno de los logros de GIRE fue dar a conocer la ley y las tendencias de la opinión pública sobre el aborto a través de encuestas. Al principio, cuando se planteó la necesidad de despenalizar dicha práctica y considerarla un tema de salud pública, los obispos arguyeron que ése no era el sentir del pueblo mexicano. Las encuestas mostraron que posiblemente el pueblo sea religioso, pero sus prácticas y creencias no se circunscriben al código moral de la Iglesia católica.

"Los grupos de poder económico en México están muy ligados a los ultraconservadores dentro de la iglesia: los Legionarios de Cristo, el Opus Dei, y grupos fundamentalistas en Estados Unidos. Son una minoría cercana al uno por ciento de la población, pero se vuelven mayoritarios a través del ejercicio del poder. Los partidos políticos son muy sensibles a la presión de estos grupos. Un ejemplo muy claro fueron las elecciones del 2000, cuando ninguno de los tres partidos principales quiso tocar el tema del aborto. Incluso el Partido de la Revolución Democrática (PRD) buscó convencer a las activistas de que no era el momento de abordarlo, y sólo el Partido Democracia Social (PDS), un partido menor, lanzó un discurso al respecto. El repunte inesperado del PDS mostró la fuerza y la madurez de la ciudadanía, y que temas como el aborto no se pueden ya silenciar. Así, el PRD capitalizó el trabajo de Democracia Social para reformar el Código Penal del DF frente a la ofensiva panista en Guanajuato.

"Hechos recientes como el retroceso forzado del Partido Acción Nacional (PAN) en Guanajuato durante su ofensiva antiabortista y la inusitada toma del Ayuntamiento de Veracruz por trabajadoras y trabajadores sexuales muestran un proceso de cambio social irreversible, dentro del cual habrá momentos de muchísima tensión, porque los grupos de poder no van a ceder fácilmente. Vicente Fox tiene una agenda derechista, pero constantemente se ve desmontada por críticos sociales, por los medios de comunicación y la sociedad civil. Tampoco tiene él un apoyo tan sólido en el sector privado que le permita ejercer un liderazgo unilateral. Claro que preocupa que en esta nueva Constitución que propone Fox, se trate de imponer lo que el conservadurismo llama 'el derecho a la vida desde el momento de la concepción', esto sólo va a ser detenido por la participación activa de la sociedad civil. Es ella la que sostiene este proceso de cambio y transición, no los partidos. Queda a nuestra capacidad de acción limitar estas medidas. No las vamos a ver en este primer año de gobierno, es una tendencia que se podrá manifestar en dos o tres años. Hay que plantear entonces qué va a hacer el gobierno del DF para impulsar la reforma de Rosario Robles y demostrarnos que existe mejor atención para las mujeres y contrarrestar así la ofensiva conservadora.

"El título del libro es por supuesto provocativo, es un llamado de atención sobre la condición femenina. Si los hombres de hoy en día se embarazaran, con el poder social que detentan, todo tendría otros significados, incluyendo la posibilidad del aborto legal. ¿Qué significa que a diferencia del hombre una mujer tenga que decir no seis veces para ser oída? Hay ahí una apropiación muy simbólica de la palabra por parte del hombre, la palabra entendida como la ley que nos rige, nos define, nos nombra. Esa ley sería diferente si estuviera referida a los hombres. Yo quería sacar el tema del ámbito femenino para referirlo al ámbito masculino, involucrar a los hombres en el tema, ésa es otra de las razones del título. La tercera es que se trata de una consigna feminista de principios de los setenta. Como se trataba de hacer una historia de las feministas frente al Estado y frente a la Iglesia católica, por eso retomé este juego de palabras, como un tributo a la lucha del movimiento feminista."