LETRA S
Marzo 1 de 2001
Crónica Sero
JOAQUIN HURTADO

 

Nosotros que te sabemos un Dios selectivamente generoso. Nosotros que no escatimamos esfuerzos y desvelos en poner a tus querubines sobre el pedestal de los juaristas, y a los guardias laicos al servicio del sacro osario de Santa Teresita. Nosotros que no descansaremos hasta mudar a Guadalupe a Palacio Nacional. Nosotros los púdicos adalides de las Iglesias vengativas. Nosotros los gobernadores que vestimos de arzobispos. Nosotros los secretarios, jefes y directores de la Histórica Revancha. Nosotros, los Legionarios de tu encarnizado verbo, te agradecemos Señor.

Dios nuestro, gracias por iluminar a nuestro Presidente. El Victorioso. El Juicioso. El gran prodigador de misericordia y lonches. El Rey de los profetas de la superación trascendental en tres lecciones. El emperador de la gobernabilidad multimedia. El que ha de caminar sobre guerrillas en quince celestiales minutos. El Mesías de la perrada del voto útil. El Enorme. El Humilde. El que le habla de tú al César gabacho. Gracias, Dios, por la luz que destella de sus perturbados espejismos.

Señor Todopoderoso, quienes en ti invertimos incienso y dólares, nos postramos de hinojos para que a nuestros políticos los hagas más picudos. Que puedan manipular a las asociaciones civiles con promesas de interlocución y baratijas fiscales. Dales la habilidad de mentir y seguir sonriendo en horario triple A. De doblar impunemente la ley en beneficio de tu Gloria. De concluir tu santa obra y erigir el casto feudo de la abstinencia y la vida light hasta la muerte.

A los mundanos y lúbricos, arráncalos de cuajo, Señor. Llévate de nosotros a los depravados que se casan falsamente en Bellas Artes. Acábalos con la infecta aguja de tus penitencias. Envenénales el agua que se beben y los frijoles que se comen. No te merecen, Señor, como nosotros.

Y ya que rebajaste con flamígera eficacia al Conasida. De paso, oh Dios, haznos viudos también de todas las Paulinas. De las feministas. De las aborteras. De las madres desalmadas que no quieren concebir la docena de chiquillos. De la mala esposa que reniega del azote marital. Hazlas carne de tus hienas y chacales. Que paguen su pecado original, a ver si les quedan ganas.

Cantamos glorificaciones a tu Majestad desde la maternal patria del Orden y el Respeto. Desde el rancho del nunca jamás un joterete en mi familia. Desde el puerto de los trasvestis y las putas acechadas. Desde el territorio de los arrepentidos después del revolcón. Desde la comarca donde habitan los mudos saldos del horror. Desde la nación donde reina la ignorancia coronada de virus y oraciones.

Reiteramos, aclamamos, Señor, tu magna voluntad. A los sidosos, Señor, perdónalos. Pero primero hazlos que escarmienten: no diluyas la mirada de asco de sus padres y amigos. No les quites el repudio de enfermeras y doctores. Dales cárcel. Perfora, calcina sus pútridos condones. Dóblalos con fiebres y diarreas. Retuerce su calvario sin ninguna cura ni vacuna para su martirio. Que liquiden su cuenta con sarcomas y dolores. Hoy, hoy hoy, ya, oblígalos a pagar en medio del miedo y de la pus, encima y debajo de los moribundos prescindibles. No tengas piedad y purifícalos, Señor. Por Gracia concedida, Amen.