LUNES Ť 26 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť "Si no hay solución, seguiremos la revolución", coreaban indígenas de San Miguel

Vítores, música y personajes de carnaval en la despedida al convoy zapatista de La Garrucha

Ť A su paso por Ocosingo fueron escoltados por decenas de taxistas de esa ciudad

JESUS RAMIREZ CUEVAS ENVIADO

La Garrucha, Chis. Desde de las cañadas de la selva chiapaneca, seis delegados zapatistas tzeltales salieron de esta comunidad para hacer un largo viaje hacia la ciudad de San Cristóbal de las Casas y de ahí hasta el Distrito Federal con el resto de sus compañeros. A su paso, miles de personas salieron para despedirlos y saludarlos.

A las nueve de la mañana se reunieron unos mil 500 indígenas tzeltales en el Aguascalientes del municipio autónomo de Francisco Gómez para despedir a los comandantes Omar, Maxo, Sergio, Gustavo, Ismael y Eduardo, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

A 500 metros de ahí, tropas del Ejército federal observaban con discreción desde el campamento militar que instalaron desde 1995 en tierras del ejido, sin el consentimiento de sus habitantes. Esta posición castrense es una de las que el EZLN demanda sea retirada, como una señal para la paz.

Juanito, un joven campesino de esta comunidad, explica antes de la salida del convoy rebelde: "queremos que se vayan los militares, que el gobierno ordene que se retiren; queremos vivir en paz, no necesitamos que nos vigilen; somos indígenas que trabajamos la tierra y luchamos por nuestra dignidad".

Una comisión de los pueblos de las cañadas hizo una breve ceremonia para entregar a sus delegados a la sociedad civil, representada por la actriz Ofelia Medina, entre otras personas de organismos no gubernamentales. Después de abordar las dos camionetas que los llevarían a la ciudad de San Cristóbal, salieron del Aguascalientes en medio de los indígenas que formaron dos largas filas mientras cantaban el himno zapatista "Ya se mira el horizonte...".

Se formó un largo convoy para acompañar a los delegados. Cinco camiones llenos de zapatistas encapuchados formaban la vanguardia, seguidos de los seis delegados y al final otros siete camiones atestados de hombres, niños y mujeres que también participarían en la movilización que ocurrió por la noche del sábado en San Cristóbal.

El camino de tierra era pésimo y la caravana avanzó lentamente hacia Ocosingo. A su paso por pueblos y rancherías fueron saludados por animados grupos de campesinos a la orilla de la carretera.

En San Miguel, unos 100 indígenas se juntaron con banderas y carteles. Sonrientes agitaban su mano y coreaban: "si no hay solución, seguiremos la revolución", "Zapata vive, la lucha sigue". Unos 30 niños cantaban corridos zapatistas. Mientras, una mujer sostenía una pancarta que decía "Cumplimiento de los acuerdos de San Andrés, libertad a los presos, fuera el Ejército de las comunidades".

Más adelante, en Pataté El Viejo otro numeroso grupo de mujeres tzeltales sostenía ramos de flores mientras coreaba: "el pueblo unido jamás será vencido".

Contratiempo

Un camión se descompuso y sus pasajeros se repartieron en los demás transportes. El avance era tortuoso por los vados de lodo y las malas condiciones del camino, que se encuentra en un estado tal que motivó la frase de un periodista estadunidense: "esta es suficiente razón para hacer una revolución en mi país; no es posible que el gobierno mantenga en tanto olvido a estos pueblos".

La caravana siguió los 60 kilómetros de terracería. Aparecían grupos de familias indígenas cubriendo su rostro con paliacates, que se ha convertido en un símbolo de identidad en esta lucha. Así sucedió en El Cedro, San Pedro, Suchila y otros lugares.

A las afueras de una ranchería, un grupo de niños gritaba "de la selva a la ciudad de México, Marcos, Marcos, ra, ra, ra". El caravana-ezln-sclc2 ambiente era festivo y a la gente se le veía contenta.

A la entrada de la carretera pavimentada más de cien taxis de Ocosingo esperaban a los comandantes. Un contingente de la Alianza por Ocosingo, integrada por PRD, PAN, PT y PVEM, sostenía una manta de apoyo al EZLN.

Antes de llegar a Ocosingo, la caravana abarcaba más de dos kilómetros, por los taxis de la Coalición de Organizaciones de Transportistas de Ocosingo. Gilberto López Nájera, uno de sus dirigentes, dijo que "vinimos a apoyar la marcha por la paz justa y digna. Como una tercera parte de los taxistas somos zapatistas, pero ahora nos unimos todos para que se reconozcan los derechos de los pueblos indígenas". El FZLN de esta ciudad también se hizo presente con una manta: "Esta es la marcha por la paz con justicia y dignidad para todos los mexicanos".

El convoy se volvió a detener para cargar combustible a las afueras de Ocosingo. Era curioso ver cómo los camiones llenos de encapuchados eran abastecidos con toda naturalidad por los despachadores.

Al enfilar hacia la carretera, los taxistas formaron una larga fila y agitaron paliacates y franelas rojas para despedir a los comandantes entre vivas al EZLN.

Antes de llegar a Cuxuljá, donde se sumaron otros tres comandantes que se esperaban en Moisés Gandhi, un grupo de indígenas vestidos como para un carnaval los aguardaba a mitad de la carretera, tocando violines, arpas y sonajas. Con máscaras de tigres, monstruos y animales fantásticos, y algunos vestidos de mono, los carnavalescos personajes interpretaban música tradicional y bailables.

Al llegar a Cuxuljá, unos ocho camiones repletos de indígenas choles encapuchados esperaban el arribo del convoy. Incluso apareció un contingente de un nuevo munic caravana-ezln-sclc1 ipio autónomo hasta ahora desconocido: el Olga Isabel, ubicado en la zona norte. Algunas mantas eran mensajes directos de las comunidades choles: "senadores y diputados, escuchen y respeten a nuestra delegación, ellos viajan para el bien de todos los indígenas y de toda la nación".

Después de esperar más de una hora, por fin llegaron Zebedeo, Esther y Moisés, procedentes de Moisés Gandhi. Entre tanto, un comerciante se quejaba de los zapatistas, porque obligaron al Ejército a retirarse de Cuxuljá y ya el negocio iba muy mal.

Al pasar por Oxchuc había cientos de indígenas a la orilla de la carretera. Muchos permanecían en silencio, algunos aplaudían y hasta lanzaban vivas, pero la mayoría sólo observaba. Eran simpatizantes del PRI que tenían curiosidad. Cerca de ellos, otro grupo muy animado gritaba consignas y sostenía una manta que decía: "Organización Tres Nudos y PRD apoyamos la caravana del EZLN".

Antes de entrar a San Cristóbal, una fila larga de vehículos esperaba frente al cuartel militar de Rancho Nuevo.

Al llegar al Valle de Jovel, en el barrio de San Diego, cientos de vecinos recibieron a los zapatistas, a pesar de que la espera se prolongó por varias horas.

Por la noche, indígenas de los pueblos rebeldes aparecieron por miles y tomaron el centro de San Cristóbal. Trajeron el color y olor de la tierra en su cuerpos; en su voz se escuchó la decisión de sus comunidades de apoyar a los delegados zapatistas en su defensa de los derechos indígenas, los derechos irrenunciables a ser ciudadanos plenos.