MARTES Ť 6 Ť FEBRERO Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
LA CLAVE DE TODO, al modesto entender de este tecleador que aspira a que el estado de Guanajuato lo beque en Estados Unidos para aprender jardinería, está en una de las líneas del discurso que ayer pronunció el presidente Fox en Palacio Nacional: "Cambiemos de raíz sin arrancar las raíces".
NUNCA ANTES, ni siquiera en los libros de Carlos Castaneda, había encontrado esta pluma fanerógama revelación de tal magnitud: eso es todo. Cambiemos la esencia de las cosas sin arrancarles su esencia. Cambiemos el fondo de una botella sin arrancarle el fondo indeseado. Cambiemos sin cambiar. O digamos que no cambiamos aunque, en realidad, al dejar las raíces de fuera, abandonadas, pero no arrancadas, estemos cambiando lo que decimos no cambiar (por lo pronto, este columnista botánico --por los temas vegetales, no porque lo agarren de botana-- pide tregua en su sacra tarea iluminadora de conciencias, pues no atina a sacar de su walkman un disco de Moby Play sin arrancar el anterior, de Creed. Seguramente es necesario releer el discurso foxista del Día de la Constitución.)
CAMBIAR DE RAIZ sin arrancar las raíces, esa es la raigambre verdadera, considera este columnista arraigado en su ignorancia radical. Cambiemos, por ejemplo, el sentido constitucional protector de pobres, de obreros, de ejidatarios; la idea rancia de la tal soberanía nacional, la anticuada idea proletaria de la educación gratuita, el corte laico del Estado, el sentido social de las instituciones, la tutela de los marginados frente al imperio de los poderosos. Cambiemos tales raíces pero sin arrancarlas, nada más dejémoslas al aire, sin agua y sin cuerpo al cual nutrir y por el cual vivir. Cambiémoslas por leyes que traten igual a todo mundo, sin diferencias entre potentados y mendigos, entre patrones y obreros, entre campesinos, ejidatarios e indígenas y neohacendados; cambiemos para hacer "cesiones inteligentes de soberanía" (elegante y diplomática manera de expresar el mexicanísimo "nomás tantito"), para que las leyes del mercado vayan dejando en las aulas a quien tenga dinero y vaya a ser próspero ejecutivo de empresas familiares, para que el próximo presidente jure sobre la Biblia y entregue crucifijos a todo mundo, para que cada mexicano pueda elegir al médico que pueda pagar...
Y ES QUE... (música suave, de transición, para pasar a la parte en la que el columnista --que toma cerveza de raíz-- habrá de ponerse serio para dar a conocer sus gustados análisis, patrocinados en esta ocasión por la compañía de moda, Ponchitos Rice --pronúnciese rais):
HAY UNA grave distorsión en el criterio con que el presidente Fox inició una más de sus cruzadas, ésta para renovar la Constitución y, de ser posible, crear una nueva.
SUPONE EL guanajuatense que la mayoría de los mexicanos está comprometida a largo plazo, y sin cancelación posible, con sus propuestas políticas y que, por ello, es necesario cambiar antiguas reglas fundacionales. Olvida, para empezar, que más de la mitad de los ciudadanos de este país no votó por él, y que buena parte de quienes sí lo hicieron fue por un antipriísmo elemental, un hartazgo desesperado, un cansancio deseoso de cualquier cambio y entre más vistoso y llamativo mejor. Olvida también que en la única forma de medición válida para estos efectos, que son los comicios, no ha tenido una convalidación aplastante de sus tesis caudillistas: no ganó la mayoría en la Cámara de Diputados, ni la capital del país, y en elecciones estatales recientes, como la de Jalisco, la ola foxista tuvo que valerse del aparato gubernamental y de mañas tipo PRI para mantener una precaria superioridad.
SIN EMBARGO, con poca modestia, una y otra vez, en tierra patria y en el extranjero, el presidente Fox asegura que el 2 de julio triunfó una revolución pacífica encabezada por él, y que desde entonces el país ha cambiado a grandes zancadas, siendo ya democrático y preparándose para incorporarse a las grandes ligas mundiales.
GRAN VALIA TUVO, desde luego, el triunfo foxista que derribó al viejo PRI (y que mantuvo vigente y aliado al PRI neoliberal, tecnocrático). Pero ese sólo fue el primer paso y, a la fecha, el presidente del cambio no ha podido acreditar con hechos la retórica de sus discursos. Viejas trampas del sistema siguen vigentes, personajes del más oscuro pasado priísta mantienen poder, influencia, privilegios... Salvo la palabrería desatada, poco ha cambiado para bien en asuntos como el narcotráfico o la colusión de empresarios con políticos para firmas de contratos y negocios compartidos. Ni en lo económico: Fox se pasa presumiendo estabilidades e índices que le heredó Ernesto Zedillo, pero él está enredando cada vez más la madeja económica.
AUN ASI, a pesar de esa levedad política, el hombre de las botas quiere una nueva Constitución, a la altura de los éxitos que estarían por venir. No hay nada aún que acredite la bondad de sus ideas y métodos, pero él ya quiere ser el Padre Fundador de la Nueva República formada por Los Amigos de Fox. Si en campaña tomó el estandarte guadalupano estilo Miguel Hidalgo, ahora quiere ser recordado por siempre con la nueva Constitución como el Empresario que nos dio Changarro por Patria a todos.
YA POR ULTIMO: No se trata de una bomba de humo, aunque en lo inmediato ayudará a empañar asuntos como el de la iniciativa de ley en materia de derechos indígenas que, ahora, en la lógica foxista, quedaría subsumida al tema mayor de la reforma del Estado y la (Ƒnueva?) Constitución. No es una nueva maniobra mediática, otro guiño publicitario o audacia propagandística, aunque también tiene esos elementos. Tampoco es posible considerarla sólo una ocurrencia, aun a sabiendas del alto valor programático que en este gobierno tienen lo imprevisto y lo frívolo.
LA IDEA DE LA nueva Constitución es, en el fondo, el aterrizaje del proyecto máximo del foxismo desatado: la formalización del proyecto de la derecha empresarial dominante, la conversión en letra obligatoria de lo que hasta hoy han sido manejos discrecionales. Sin revolución verdadera, sin lucha por el poder (solo por los cargos), aterciopelada, la ola foxista pretende mantenerse doce, 24, 48 años, los que le sea posible. Para ese propósito de conservación del poder necesita una nueva Constitución a la medida de los sueños del patrón.
ASTILLAS: Hoy se cumple un año de que Ernesto Zedillo decidió desde el extranjero, paseando en bicicleta con José María Aznar, que la policía federal militarizada ingresara a Ciudad Universitaria a desalojar a paristas. La conmemoración masiva de esa fecha se confrontará con la pretensión de Andrés Manuel López Obrador de impedir bloqueos en las calles... Arturo Núñez anda convertido en el subcomandante del Grijalva, organizando frentes anticaciquiles contra Roberto Madrazo y buscando colarse a la fotografía del desalojo del Partido Revolucionario Institucional del último reino feudal que le queda. Del lado perredista, Humberto Mayans declinó la invitación sibilina del PAN para que fuera candidato de unidad a la gubernatura, con lo que se buscaba desplazar a Raúl César Ojeda de esa postulación. Mayans dijo que está con Ojeda. Y, sobre el tema, el PRD se quedaría como novia de rancho si los panistas menosprecian la idea de hacer alianza en Tabasco y Yucatán para vencer al PRI. Los panistas prefieren ir solos... Tiene razón Francisco Retamoza, quien ha escrito para recordar que priista no debe llevar tilde. De hecho, este columnista así lo escribe en sus originales, sin acento, pero convencionalismos periodísticos hacen que inclusive en un diario tan pulcro como La Jornada se opte por colocarle el signo equívoco
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