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Ni venganza ni perdón y olvido: justicia y presentación con vida de los desaparecidos que deambulan por los sótanos el Campo Militar No.1 ijPara que los genocidas de aquí, Laura Gaytán Saldívar * La relación directa con vivencias y recuerdos de muerte, terror y espanto, es el vinculo común entre desaparecidos y sobrevivientes de la represión política que, en nuestro país, se viviera como la peor de las barbaries que el gobierno mexicano y sus anticonstitucionales cuerpos represivos desataran contra las mujeres y los hombres que, en la década de los 70´s, nos planteamos formas de organización y lucha radicales, anhelando la transformación del asfixiante clima de inequidad, injusticia, miseria y antidemocracia en que el partido de estado y sus gobiernos habían sumido al pueblo mexicano. Ellos y nosotros, desaparecidos y sobrevivientes, por mas de 20 años hemos echado a andar recursos extraordinarios de sobrevivencia para no sucumbir ante la realidad de nuestras pesadillas o las pesadillas de nuestras realidades, habiendo sido éstos tan diversos como diferencias individuales e historias personales hemos tenido. Los sobrevivientes y los desaparecidos tenemos también
en común la tendencia a la represión de nuestros sentimientos
y nuestras emociones, pareciera ser como si a los miedos anteriores incorporáramos
además el temor de reconocernos como humanos a los ojos de nuestra
propia tragedia, utilizando entonces el recurso de la despersonalización
y el abuso de lo racional, intelectualizando la experiencia traumática
y traumatizante para alimentar nuestra existencia con el justo orgullo
de haber resistido a base de convicción y principios políticos
e ideológicos y anteponer una vez más el valor al miedo
y seguir exigiendo la presentación de los que vi con vida como
Eduardo Hernández, Ana María Parra y Delfina Gallegos y
de los que no vi, pero que vieron otros, como mi hermano Javier Gaytán,
Alicia de los Ríos, Jesús Piedra y los hermanos Corral de
Ciudad Juárez, solo por mencionar algunos. Ni el recurso de la venganza que se alimenta con sentimientos de hostilidad y odio, ni la búsqueda insensata de vacunas contra el olvido, y en alerta amarilla siempre contra los flagelos de la depresión y angustia alimentados por los sentimientos de culpa que tan fácilmente se mitigan con el uso del alcohol; ni el decreto de vergonzosas leyes de "punto final" que con su insensible propuesta de "perdón" y "olvido", no sólo ofenden y lastiman a las madres e hijos de los desaparecidos, sino a todo nuestro pueblo. Los mejores recursos terapéuticos para aliviar el dolor y sanar heridas, son y seguirán siendo que nos dimensionemos y asumamos en nuestra calidad humana, más no como superhombres o superhéroes y que no olvidemos que el miedo y el espanto reprimido de los "recursos de muerte" terminarán por alcanzar a quienes nos escuchen o rodeen y sobre todo, nunca olvidar que tanto para los sobrevivientes como para los desaparecidos es y seguirá siendo el reclamo de su presentación con vida y el justo castigo a los responsables de estos crímenes de lesa humanidad el mejor recurso que nos permita no solo el vivir, sino también el morir en consecuencia con nuestra propia historia.
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