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Recuperar la memoria de la guerra sucia contra la guerrilla de los 70 y 80 en México, necesario para que no se repita: ex guerrilleras

-- Invisibilizada, la participación de las mujeres en la guerrilla
-- Al costo de cientos de muertes y desapariciones se minó el estado autoritario
-- Hay más democracia y menos represión pero persisten la explotación y la miseria

Diálogo de Triple Jornada con Lula Rodríguez, Edna Ovalle, Gladys López y Aurora Castillo (*)


I.- El cómo y el por qué de la memoria

Ustedes, las mujeres sobrevivientes de la guerrilla de los 60, 70 y 80, se están dando la tarea de escribir para recordar y de colectivizar esos recuerdos para hacer memoria. ¿Por qué surge esa necesidad ahora y a dónde apunta?

Edna Ovalle: Lo que estamos viviendo actualmente, esta relativa mayor democracia, esta mayor posibilidad de participación e incidencia no ha surgido de la nada, hay todo un proceso donde nosotros pusimos un grano de arena, no solo con la participación en la guerrilla, muchas de nosotras veníamos luchando desde mucho antes, entonces pensamos que hacer esa memoria es una obligación tanto con nuestra propia experiencia como con nuestros compañeros, para que sea conocida y, por supuesto, superada por las nuevas generaciones.

María de Lourdes Rodríguez (Lula): Esto lo pondría en tres ejes. El primero se refiere a la asimilación de la derrota militar, que no política; el dolor que causó, lo que significó en vidas y en costos sociales para todas las comunidades, porque no fueron unos individuos aislados, fueron colectividades completas y hasta estados los que se insurreccionaron en los 60-70, fueron grandes parcelas urbanas en varias ciudades de la República, yo podría decir que no fue todo el país que se insurreccionó pero si fue una insurrección en todo el país.
El segundo eje se refiere a lo poco que se ha escrito. Escasez que se debe tanto a razones subjetivas: las secuelas sicológicas de una brutal represión, como al hecho de que siempre la historia la escriben los vencedores, jamás los vencidos. Hay poco análisis escrito sobre la experiencia de la guerrilla en los 70 con excepción del intento de análisis de (Carlos) Montemayor, -que en mi concepto tiene muchas imprecisiones- y la literatura un poco de tipo existencial un tanto snob de Salvador Castañeda... Hasta los militares saben que fue una experiencia dolorosa e importante que influyó sobre la situación política actual, pero no nos dicen el cómo, el por qué y cuáles fueron los costos sociales.
Y el tercer eje es que la historia también puede ser escrita por los vencidos. Y el reto es hacerlo a pesar de todas las secuelas que nos dejó la cárcel, la tortura, la desaparición forzada a la que fuimos sometidos. Eso nos dejó muchas secuelas pero no nos destruyó.

Esa sería la necesidad de todos o muchos de los y las ex guerrilleros y guerrilleras, pero ustedes están haciendo este proceso de memoria entre mujeres.

Lula: Ahora que se está empezando a hablar de los movimientos guerrilleros, a la participación de la mujer se la pone como cosa nula o como cosa complementaria. Han pasado, por ejemplo, películas de Lecumberri donde salen solo los compañeros; las mujeres, si acaso, como esposas. En libros, películas o reportajes, si es que nos mencionan, es como relleno o como complemento de hombres cuando muchas veces las mujeres tuvimos mucha participación en forma directa y en todo tipo de actividades. Yo pienso que si no se dice nada de nosotras, es porque nosotras no hablamos, no nos hacemos presentes. Tenemos que hablar, escribir, hacernos presentes de alguna forma.

La lucha por la memoria es, en todo el continente, una persistencia de la utopía de libertad y justicia y es un fantasma que recorre todo el continente a contramano de los represores y de los mismos ex izquierdistas ahora renovados. ¿Ha influido en ustedes esa persistencia continental en este empezar a nombrar sus memorias?

Lula: Hay que reconocerlo, los chilenos y argentinos nos dieron la muestra en la lucha por la memoria, creo también que en amplios sectores del pueblo de México hay una memoria histórica que se manifestó muy claramente cuando en enero del 94 se llenó el zócalo para parar la guerra (en Chiapas) Allí fue la memoria colectiva, a través de la más grande concentración que registra la historia moderna, la que se manifestó e impidió que se diera otra vez la terrible guerra sucia de los 70. La gente sí supo lo que pasó en los 70, dónde estuvo la responsabilidad, quiénes fueron las víctimas y quiénes fueron los victimarios. Lo que sucede es que esa memoria funcionó automáticamente porque no hemos sido capaces de reflexionar, teorizar y proyectar esa experiencia. Y si siempre la necesidad de la memoria es que no se vuelvan a repetir las experiencias amargas y los costos sociales que conllevan, hacer memoria hoy para nosotras tiene un fin práctico y concreto. Actualmente no es sólo el EZLN, son muchísimos grupos los que están en este país y tenemos que ser capaces de sacarle a la memoria los mecanismos adecuados para que no se repita la historia, es el momento de concretizar y reflexionar esa memoria histórica con ese fin práctico muy concreto.

Edna: Hay otros elementos para definir los momentos en los que se habla y es la confluencia de los factores individuales y los sociales. Individualmente hemos tenido que procesar por largo tiempo, y de manera casi solitaria, las experiencias políticas y las que dejó la tortura, la cárcel, la represión; irnos reencontrando, ubicando los puntos de confluencia a pesar de venir de organizaciones y tareas diferentes y de estar hoy en participaciones diversas, ha sido de gran ayuda. Socialmente la beligerancia a partir de enero del 94, la lucha de los movimientos sociales ha producido cambios de mentalidad que nos han ayudado a superar la situación personal en que nos dejó la represión.
Desde ahí nosotras también tenemos que generar condiciones para recuperar la memoria colectiva de nuestra participación, para que emerjan más memorias y empiecen a salir a la luz cosas que no se conocen, por ejemplo la terrible magnitud y las formas que tuvo la represión y la guerra sucia de los 70, el exilio invisible de tantos mexicanos que cargaron con la tradición democrática entre comillas, del gobierno mexicano que daba asilo a extranjeros porque eran perseguidos mientras a los mexicanos que habían sido presos políticos se les cerraban las puertas y nadie les daba trabajo.

Gladys López Hernández: Las condiciones no son las mismas que antes, ahora hay medios de comunicación donde puedes escribir sin temor a que saliendo de aquí te golpeen a ti o al periodista, sí hay un poco más de democracia y un poco menos represión descarada, también por eso nos atrevemos a hablar.

¿Ven alguna diferencia en el modo de construir la memoria de los ex guerrilleros varones y de ustedes como mujeres?

Edna: No lo sé todavía porque no ha llegado el momento en donde todos los militantes nos sentemos y digamos: "vamos a recuperar esto". Lo estamos haciendo de alguna manera un tanto caótica, no hay una metodología, lo hacemos en la medida en que tenemos posibilidades, no tenemos una relación orgánica o cercana. Una parte muy importante pensamos que es importante recuperar la memoria pero se han hecho actos en que era muy claro que la memoria ahí se estaba poniendo al servicio de alguien. Nosotras pensamos que la memoria tiene que ser un proceso colectivo y que no es patrimonio de nadie. Además, las complejidades de la vida aumentadas por el hecho de ser ex preso político ha hecho no nos lo permiten. Nos encantaría tener apoyos para hacer entrevistas con las compañeras.

Lula: No sé si hay diferencia en el modo de hacer memoria, de nombrar las experiencias pasadas pero sí ha habido compañeros que han utilizado la memoria para interés personal y no ha habido mujeres que hayan hecho esto. ¿Las razones? No te las podría dar pero sí te puedo decir que cuando dijimos que los intereses colectivos están por encima de los individuales, las mujeres lo dijimos de corazón y lo mantenemos. Tal vez porque tuvimos que romper muchos más obstáculos para participar.
Otra diferencia es que ellos han hecho y tienden a hacer las memorias de manera personal, y nosotras lo estamos haciendo de manera colectiva como una cuestión social de la cual fuimos parte. Creemos que la memoria no es patrimonio de nadie. Entre nosotras, el que nuestra memoria no se ponga al servicio de intereses de poder es una condición muy precisa.
También en este hacer colectivo privilegiamos los afectos construidos, por ejemplo en la cárcel, y las experiencias comunes porque venimos de experiencias y organizaciones diversas.

II.- La participación en la guerrilla

¿Cómo era la participación de las mujeres en los movimientos guerrilleros, era igual a la de los hombres, era en papeles subordinados?

Lula: La mujer tuvo más participación más como base de apoyo que como combatiente, hubo un núcleo combatiente pero hubo un núcleo mucho más amplio de bases de apoyo y como bases de apoyo muchas fueron desaparecidas y ejecutadas.

Edna: Las organizaciones fueron cambiando. En los 70 yo fui la primera mujer que se integró al grupo y desde el principio a mí se me planteó una igualdad de tareas, me gustó y, en términos generales, sí se cumplió en mi caso. Claro que hablo de un período corto porque caí rápido y salí al exilio, no sé cómo fue después, pero en mi tiempo sí hubo igualdad de tareas políticas y militares, los entrenamientos eran exactamente iguales para ambos, el reclutamiento, el periodo de prueba, porque dado que son organizaciones clandestinas muy compartimentadas, tienen que saber claramente cuál es tu responsabilidad, qué cosas puedes desarrollar, qué cosa no. Yo vivía con dos compañeros y hacíamos exactamente lo mismo, nos asignaban tareas, nos repartíamos cuestiones como lavar la ropa, limpiar la casa, hacer la comida, cada quien asumía su responsabilidad.
Se trata de organizaciones político militares y en mi organización había graduaciones, había niveles de responsabilidad, yo no podía ascender a los niveles de responsabilidad; sólo después, un poco antes de caer en la cárcel, adquirí un poco más de responsabilidades, hubo movimientos y me dieron mayor responsabilidad; en ese sentido no me segregaron como mujer.

Lula: Yo empecé desde ser base de apoyo, y estuve en los entrenamientos, en trabajos de análisis político, de organización, en acciones de abasto. No podría decir que hubo discriminación sino más bien que la gente del núcleo dirigente no consideró que tuviera la preparación para participar en acciones militares, de enfrentamiento con el Ejército, por esa razón se me excluyó de esas tareas, porque era poco el tiempo que tenía. Hubo que ir haciendo méritos suficientes para, junto con Concepción Solís Morales, ser las dos únicas mujeres que estaban dentro del núcleo duro de la ACNR.

Aurora Castillo Mata: En mi organización, la Liga 23 de Septiembre, también había que ir subiendo niveles. Empiezo como correo en el sector estudiantil, luego contacto con compañeros en prisión, que implicaba otro grado con base en la responsabilidad, compromiso y convicción; nos ponían pruebas y nos preparaban en seminarios y en lo militar. Cuando llegábamos a tener enfrentamientos directos con los cuerpos policíacos, se valoraban las reacciones y las actitudes que uno asumía. Yo llegue a formar parte del comité militar, era responsable de un polígono y responsable del taller militar y dentro de las actividades que también desarrollé estuvo el cuidado de los niños.

Lo que tratan de decir es que, en su experiencia y evaluación no ven ninguna forma de discriminación hacia la mujer, pero podrían desentrañarse más sus relatos y compararlos con los análisis que las propias ex guerrilleras han hecho sobre su participación en la guerrilla Latinoamericana, donde finalmente la experiencia armada no sale muy bien parada con nuestro género.

Lula: Pues nos da mucha pena porque a lo mejor no es la expectativa que ustedes tenían, pero una de dos, o nosotras éramos muy cabronas -y la fama siempre hemos tenido, por lo menos a lo que a mí respecta- o los compañeros eran muy conscientes. O estábamos muy feas y nadie nos lanzaba un lazo o los compañeros se hacían sus puñetas, pero tampoco tuve el menor acoso sexual.
Donde había diferencia era en el proceso para incorporarte y participar; como mujeres tuvimos que luchar contra los moldes de la familia que nos decía "te vas a ir a la guerrilla, vas a ser la puta o la soldadera de todos ellos, te vas a tener que acostar con todos, porque si andan en el pinche cerro, pues imagínate, necesitan mujeres y te van a tener a ti nada más, además les vas a tener que cocinar a toda esa punta de cabrones, ¿ese es el futuro que quieres?". Mientras si un hombre se iba a estos menesteres era frecuente que hasta los papás lo apoyaran. Pero por sobre esos moldes sociales, nosotros nos impusimos.

Gladys: Yo hasta la fecha no me ubico qué hacía y que no hacía. Mi participación era nada más de contactar gente, reunirme en lugares raros y llevar y traer información, porque uno de los objetivos era ver si se podía conjuntar a la guerrilla urbana con la guerrilla rural, pero de hecho yo no participé en ningún grupo guerrillero abiertamente. Yo era gente en ese entonces muy pública, trabajaba mucho a nivel estudiantil y no podía hacer otro tipo de vida clandestina, entonces nada más me utilizaban como contacto con diferentes gentes de diferentes organizaciones pero siempre con nombres cambiados y situaciones cambiadas. Me detuvieron con un grupo armado por casualidad, porque los detienen a ellos y alguien me menciona como la que les había pasado unos manuales, me relacionan con otro grupo con el que también había servido de enlace para esconderlo por una temporada, entonces finalmente yo no supe por qué me detuvieron.

Aurora: La liga era una organización muy grande, aglutinó a los diferentes grupos de los 70 y su composición era muy variada, por ejemplo los del Distrito Federal veníamos más del sector universitario, las compañeras del norte, de las maquiladoras, eran más vivarachas, más pícaras, su visión del compromiso y la responsabilidad era diferente. Y en esa diversidad sí se llegaron a dar detalles porque los procesos eran diferentes. Alguna vez lo llegué a hablar con un compañero responsable a raíz de un compañero casado que andaba de coscolino, ¡Eso está mal! le dije y él me decía, pero eso les corresponde a ustedes, ustedes planteen las cosas para que esto se resuelva, tiene que partir necesariamente de ustedes.

Lula: Nosotros partíamos de una estrategia, que estábamos en una lucha de clases y que la lucha de géneros, que en primer lugar ni la concebíamos y, hay que ser honestos, era completamente secundaria, para nosotros, en el momento en que estuviera el socialismo o la democracia popular, todos esos moldes los íbamos a echar abajo cual Kollontais.

¿Qué pasaba con la maternidad, los embarazos, los niños, como se enfrentaba esto?

Edna: La vida central de nosotros giraba en torno a la actividad política, esto no quiere decir que te olvidaras de los aspectos sexuales, por supuesto; pero era tan intensa la actividad que de verdad tu vida se centraba en eso, éramos militantes de tiempo completo, por eso dejamos casa, familia, trabajo, novio, pareja, todo, vivíamos exclusivamente para ello.

Lula: Donde yo milité teníamos prohibido embarazarnos, cuando decimos que dejamos todo, era que dejábamos todo. La consigna era cero embarazos

¿Esa prohibición iba acompañada de información sobre cómo no embarazarse?

Edna: Pues se supone que todas deberíamos saber cómo hacer eso. Eso yo lo tenía claro independientemente de que me lo hubieran dicho o no porque cuando decides incorporarte al grupo decides romper con todo, tienes claro que tener un hijo no solamente es un problema de que va a ser difícil moverte, sino que es un problema también para el propio hijo porque estás poniendo en riesgo su vida. También los compañeros tenían claro que si llegaban a tener relaciones con otra gente había problemas de que pudieran decir algo.

Aurora: Algunas fuimos detenidas y otras asesinadas aún estando embarazadas. Compañeras que se incorporaron a este proceso ya tenían hijos, algunos tenían que clandestinizarse completamente con la familia, situación que había que resolver, hubo una propuesta incluso de que a los niños teníamos que tenerlos fuera del país por seguridad, yo trabajé cuidando niños por ejemplo. Este es un tema que no quisiéramos tocar, sobre todo por la campaña que a estas fechas el Estado viene desarrollando para saber dónde están los hijos de los guerrilleros.
El estar en guerra contra el Estado no significa que todo es muerte, al contrario, estamos por la vida digna, los compañeros decían "hay que dejar huella chillona", por eso las que quisieron tener hijos los tuvieron. Murieron compañeras embarazadas de las que no tenemos ni una foto, ni sabemos si nació su bebé.

Hemos tocado el terrible tema de la tortura. ¿Hubo formas de tortura diferenciadas para hombres y mujeres, hubo torturas que se las hacían por ser mujeres?

Gladys: Yo creo que las torturas fueron al parejo, iguales, lo mismo golpeaban, daban choques eléctricos, te amenazaban con los familiares o metían al dichoso pocito. En cuanto a mí me quedaron muchos traumas en tanto mujer porque te desnudan y ahí todo mundo te manosea, te amenazan con que te va a violar un caballo y te ponen abajo un caballo. Pero yo creo que en un hombre puede ser exactamente lo mismo. Esto deja secuelas fuertes no solo personales sino ese miedo terrible cuando alguien no llega a la casa, te imaginas que le puede pasar lo mismo, es terrible.

Lula: Yo siento que sí había diferencias, mientras a los hombres trataban de destrozarlos físicamente, a nosotros trataban de destrozarnos mentalmente. Aunque cuando te torturan físicamente también te afecta síquicamente, hacían ese diferencia entre tortura física y síquica. Y se asimila diferente, todas nosotras padecemos de serios problemas de ansiedad, angustia y miedo y no quieres que tus hijos salgan a la puerta, no quieres que tus hijos participen en muchas cosas.

Aurora: La tortura fue pareja, ninguna se descartó de la tortura pero también hay cosas particulares. Yo caí con varios meses de embarazo; la gente que a mí me torturó fue del Campo Militar número 1, y parte de la tortura era abrirme las piernas y amenazarme con que me iban a hacer abortar con las manos, también el desnudo y el manoseo. Si te das cuenta todavía a nosotros nos da rabia, sientes impotencia por que esto no ha terminado, porque todavía se tortura a la gente que ha sido detenida y la tortura cada día es más atroz.

Edna: Yo caigo a la policía gravemente herida y aún así me torturan al grado de que cuando me ven que estoy malísima, que requiero una operación, pues ya no me pueden seguir preguntando y me operan, entonces yo podría hablar muy poco con relación a eso. Pero efectivamente los hombres también tienen las secuelas y traumas de la tortura. Todos por lo general somos sobreprotectores con los hijos, todos pensamos que en determinado momento se pueden cobrar con ellos cosas que nosotros hicimos.

Gladys: Una diferencia entre hombres y mujeres que incluso hemos comentado es que cuando sale de la cárcel un hombre, es el héroe de las mujeres, es lo máximo, todo mundo quiere con él, se convierten en el símbolo, el inteligente, el macho salió de la cárcel. En el caso de las mujeres es diferente, ¿estuviste en la cárcel? ¡ya eres prostituta, la vulgar, la prosaica! Mientras el hombre es bienvenido, la mujer es rechazada por todo el ámbito social.

III.- Reflexiones finales que no son las últimas

Ustedes fueron mujeres que combatieron con armas, estructuraron sus vidas dentro de muchas restricciones en nombre de la seguridad de la organización, después vieron lo que pasó con las utopías armadas y sus líderes. Hoy en día, 20 o 30 años después ¿creen que desde la guerra se construye la paz?

Edna: La guerra no es nuestro signo, la guerra ha sido sólo un momento en una trayectoria. Hoy podemos ver que estaba llena de contradicciones; las organizaciones militares son organismos cerrados, estructurados, son corporaciones y no son democráticos, sí lo entendemos, pero en su momento no había muchos caminos; queríamos luchar contra ese Estado brutal, no estábamos dispuestas a asumir esa realidad y esa sociedad. Hoy participamos en sindicatos, en movimientos sociales, en partidos. En mi sindicato, el SITUAM, hay un buen numero de compañeras feministas; hay un marco más democrático porque hubo un proceso histórico. Ese proceso histórico hizo posible el surgimiento del EZLN, ellos se reivindican también como receptores de 30 años de lucha en México y se refieren concretamente a los grupos armados. Con todos nuestros errores y las consecuencias de cientos de compañeros muertos, desaparecidos, torturados, el movimiento de los 60-70 rompió en su estructura al estado autoritario, a partir de ahí nunca pudo recomponerse del todo

Lula: La mirada de hoy es que efectivamente se nos pasó en muchas cosas la mano, nos pasamos de duros con nosotros mismos, nuestras secuelas no sólo son producto de la tortura y la cárcel, también son consecuencia de la dureza que nos exigimos a nosotras mismas y que exigimos a los compañeros.
Pero, la vía y el método que se escogió en los 60-70 no fue algo premeditado, los integrantes de estos grupos se habían planteado otras vías, los que asaltaron el Cuartel Madera eran de la UGOCEM, los que se fueron con Genaro eran de la Asociación Cívica Guerrerense, los que después nos incorporamos estábamos en el movimiento estudiantil. La estrategia de todos en un principio fue luchar por las vías democráticas, por las vías pacíficas dentro de los marcos constitucionales, sin embargo, la represión desproporcionada hacia estos movimientos sociales empujó de alguna manera hacia una guerra. Un Estado ultraautoritario, omnirepresivo y omnipoderoso, cien por ciento policiaco-militar, nos fue acorralando, empujando a las armas con su propio aparato represivo y con los paramilitares.
Entonces ¿se puede construir la paz con una maquinaria de guerra? pues fíjate que sí, porque haces contrapeso; una bola de escuincles junto con campesinos hartos de ese estado autoritario nos fuimos tras la utopía y frente a los tanques y al poderío bélico del Ejército mexicano y así hicimos recular muchas cosas.
Efectivamente no hay guerreros buenos, cuando la gente está armada es muy cabrona y en las guerras todo mundo pierde, sin embargo todo parece indicar -yo sostengo esa parte del análisis- que esa respuesta que se dio aportó a logros como la reforma política, la legalización del Partido Comunista Mexicano, la institucionalización de la disidencia, la posibilidad de coexistir y disentir. En las libertades democráticas, como quiera se avanzó.
¿Qué cambia a veces nuestra perspectiva? yo te voy a ser sincera, a mí lo que me cambió en mucho la perspectiva fue el nacimiento de mis hijos, ¿tú sabes lo que cuesta de trabajo tener un hijo, mantenerlo y educarlo y construirlo como ser humano? entonces tú dices, ¡hay cabrón, las guerras! en las guerras mueren todos y a veces mueren los que menos quisieras que murieran o los que es injusto que mueran, pero así son las guerras. No estamos ni nunca estuvimos por una cultura de la guerra y de la muerte, te lo puedo asegurar, pero que no nos dejaron otro camino, también te lo puedo asegurar...

Con la caída del Muro de Berlín, el naufragio de la utopía socialista y la caída del Muro de Nopal del régimen priista en México ¿Cuál sería la utopía?

Lula: La utopía sigue siendo el romper con tanta explotación existente que te origina el hambre, la desnutrición, la carencia, por eso no creo que es tan fácil acabar con la utopía. Hay que tener claro que tampoco se van a resolver estas cuestiones con la caída del Muro de Nopal porque en realidad nomás medio que se cayó; vamos a tener que hacer análisis muy serios sobre los nuevos papeles que hay que jugar, ante la nueva política obrera, la reforma de la Ley Federal del Trabajo, la privatización de la industria eléctrica, el plan educativo que trae Fox. Tendremos, los diferentes sectores, que marcar otras estrategias en conjunto.

Edna: Yo creo que sigue siendo el intento de establecer una sociedad sin clases, la lucha de clases yo la reivindico. En México, con el triunfo del PAN estamos viviendo un retroceso pero así se dan los cambios sociales, aquí lo importante es rescatar el rechazo de la gente a la podredumbre que se estaba viviendo.

Aurora: Todavía hay muchas cosas por las que el Estado tiene que responder como es el caso de los desaparecidos y los asesinatos. Lo que está orillando hoy a la gente a tomar las armas es lo mismo que nos orilló a nosotros en aquel tiempo, esperemos que las cosas no lleguen a niveles que uno no quisiera. Sabemos lo que es una guerra.

(*) Editado por esta redacción


 
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