vea el archivo gráfico de las ex guerrilleras

 

 

Imposible reconciliarse con una cotidianeidad injusta, que quiere hacernos aceptar la impunidad y olvidar a los desaparecidos

Elisa Benavides Guevara

Desde que volví a ver a mis compañeras de cárcel, hace ya unos cuantos años, una de las inquietudes que periódicamente nos planteamos es la de hacer un recuento de los hechos que nos hicieron encontrarnos ahí. Una y otra vez lo intentamos, una y otra vez algo no nos deja avanzar.

No se trata de que insistamos en recordar porque estamos instaladas en el pasado, o que nos gane la nostalgia por la juventud, ni el afán de justificar una decisión por la que bastante respondimos ya. Es más bien un sentimiento de lealtad a los que cayeron o fueron desaparecidos, la idea de que es un aspecto de la historia de nuestro país no sólo poco conocido, sino más bien negado, y entonces vivimos con ese sentimiento de deuda a la memoria colectiva de esos años.

Pero la memoria no es sólo un archivo para abrir cada vez que viene al caso. Acaso a todas nos sigue determinando la vida. Cuando nos organizamos, la única certeza que teníamos era que para nosotros nada sería igual en adelante. La mayoría renunciamos a una vida más o menos resuelta, más o menos cómoda. Fue una renuncia real, lo único que resultó realmente cierto. Podían ser más o menos años de participación organizada, más o menos años de cárcel, de todas formas, había que recomenzar desde cero después.

La participación política, la familia, el trabajo, la casa, hasta los estudios a veces, los dejamos como en un gran paréntesis. Sólo los afectos siguieron el curso natural de la vida. Y comenzar casi de cero muchos años después, con las huellas del tiempo y los golpes, quiere decir en el mejor de los casos que a una edad en la que mucha gente prepara su retiro, nosotras andábamos por ahí, apenas comenzando oficialmente la vida laboral, negándonos a plantear el asunto en términos de victoria o derrota, pero con la incertidumbre natural del que no sabe si tendrá para pagar las cuentas el mes próximo.

A qué horas sentarse a poner un mínimo orden en la memoria, a dar testimonio de esos años si finalmente todavía se viven en nuestro país, porque sigue habiendo gente que lucha y resiste. Hace falta. Así que ni cómo reconciliarse con una cotidianeidad que pretende ignorar la justicia, que quiere hacernos aceptar la impunidad, olvidar los desaparecidos, el testimonio de quienes los miraron vivos. Total, que la idea de contar lo que vivimos va siendo propuesta una y otra vez. Lo único que nos va quedando claro es que no se trata de un problema personal de cada una de nosotras, que se trata de una herida que no acaba de cerrarse en el país, en la medida que siguen sin resolverse problemas como los de la suerte de los desaparecidos.

Ex militante del grupo Fuerzas de Liberación Nacional
Encarcelada 8 meses en 1974 y después 2 años de 1995 a 1996


 
vea el archivo gráfico de las ex guerrilleras