LUNES Ť 5 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Calendario escolar y marcha zapatista, entre las razones para posponerlo

Congreso universitario, para finales de año

Ť Reformas a los órganos de gobierno de la UNAM, el reto de la próxima reunión, coinciden Martí Batres y Jorge Martínez, participantes en la experiencia del 90
 

KARINA AVILES

Los tiempos políticos y académicos de la UNAM, así como los sucesos que se avizoran en el panorama nacional, impedirán la celebración del congreso universitario en el primer semestre del año, como lo habían sugerido las autoridades; su realización se prolongará hasta los últimos meses de 2001.

Empero, según Jorge Martínez Stack, uno de los organizadores del congreso del 90, la transformación de la universidad, en las actuales circunstancias, no se dará en un congreso, al que considera prácticamente innecesario.

batres-marti-gdfAMartí Batres, en tanto, otro de los actores de aquel episodio, afirma que ese espacio significa una posibilidad para continuar la revolución inconclusa iniciada por el movimiento estudiantil del 87. El actual líder de la fracción perredista en la Cámara de Diputados estima que antes de emitirse la convocatoria para el próximo congreso debe generarse una suerte de pacto universitario con tres acuerdos: respetar la gratuidad de la educación y no someter el tema de las cuotas a discusión; realizar reformas académicas incluyentes y no depurativas, y cambiar los órganos de gobierno para fortalecer la participación de la comunidad.

De lo contrario, opina, simplemente se asistiría a una arena de "polarización e incertidumbre en la que no sabemos si se avanzaría o retrocedería". En la concepción de Batres, la "gran reforma" de la UNAM consistiría en que una nueva Ley Orgánica emanara del congreso universitario. Y si ésta fuera acordada por una mayoría calificada de dos terceras o tres cuartas partes, los legisladores en el Congreso de la Unión "tendríamos que respetar exactamente lo que acordó la comunidad y, en consecuencia, asumirla, hacerla nuestra y expedirla".

Más allá de su compromiso como universitario, expresa que aunque la discusión del artículo tercero no forma parte de los temas de coyuntura de este año en la Cámara de Diputados, si su debate ayuda al congreso de la UNAM estaría dispuesto a impulsarlo. 

A diferencia de Batres, Jorge Martínez Stack, quien fue representante académico en la COCU, manifiesta que la transformación que en estos momentos se busca para la universidad "no pasa por el congreso" sino por un proyecto acordado por "todos".

Para que exista la posibilidad de un congreso fructífero hay que ir "unidos", y es necesario aglutinar a los universitarios alrededor de ideas comunes, condiciones que en estos momentos no existen en "ningún sector" de la universidad. En lo personal, no vería "productivo" hacer un acto de esa magnitud porque "hay otras cosas que atender en la vida comunitaria".

El hoy subdirector de Orientación Educativa de la UNAM expresa que hay un "olvido" del quehacer universitario y sus actores cotidianos "no están teniendo una presencia en la definición de los rumbos". Cuestiona que antes de efectuarse el congreso ya se hayan dado cambios importantes en la estructura administrativa universitaria, pues "uno esperaría que esas medidas respondieran a un proyecto que no resulte contrario al que salga del congreso".

Fechas políticas y escolares

En la agenda de la universidad se cumplen fechas importantes que hacen poco prudente arrancar los trabajos que llevarían al congreso universitario.

El primer aniversario de la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP) a las instalaciones de la casa de estudios para levantar el paro estudiantil ha generado movilizaciones al interior de grupos del CGH. Tan sólo para mañana, 6 de febrero ?fecha en la que la policía sorprendió a los activistas en una asamblea en el auditorio Che Guevara? organizaciones de paristas tienen programado promover paros activos, cierres de direcciones y suspensión de actividades en algunas escuelas de la UNAM, por lo que iniciar en estos momentos las actividades del congreso generaría mayor polarización en esa casa de estudios.

En cuanto a la circunstancias políticas, la llegada de los zapatistas a la ciudad de México, en marzo, producirá también movilizaciones en el seno de la universidad que desviarían la atención del congreso.

unam-sarukan-reunionPero fuera de lo anterior, el hecho es que los tiempos escolares ya no alcanzan para que éste se realice en la primera mitad del año, como sugirió el rector Juan Ramón de la Fuente, por los propios plazos que se requieren para la emisión de la convocatoria, la realización de los foros previos al congreso en todas las dependencias universitarias y la integración de la comisión organizadora. Otro factor que incide tiene que ver con los días de asueto académico en abril y las vacaciones administrativas de julio.

Dado el compromiso expresado por el rector de que el 2001 será el año del congreso, las semanas que van del 13 de agosto a los primeros días de septiembre o noviembre parecen los adecuados para la realización del encuentro, porque se hallan despejados de cualquier problema que pudiera interferir, entre otros, en el periodo de exámenes.

Para poder efectuarse antes de que termine el 2001, tendría que convocarse al Consejo Universitario en las próximas fechas para integrar la nueva COCU y arrancar de inmediato con los trabajos

Revolución inconclusa

El 14 de mayo de 1990 se inició el congreso universitario como una de las demandas estudiantiles del movimiento de huelga de 1987, encabezado por estudiantes que más tarde se integrarían al PRD, entre ellos, Carlos Imaz, Imanol Ordorika, Antonio Santos y Martí Batres.
 
A la luz de la distancia, Batres reconoce que la de ellos fue una revolución inconclusa. "Es como si ganas un programa de gobierno pero no lo cambias", dice. La falta de aplicación de los acuerdos tomados en aquel congreso se debió a que "no hubo reforma del gobierno universitario".

En ello influyó la "resistencia férrea de la autoridad de la UNAM, con el respaldo del Estado, para mantener intacta la estructura de gobierno". Pero también acepta que faltó mayor disposición al movimiento estudiantil le para encontrar otras fórmulas para reformar los órganos de gobierno y haber vigilado "mucho más" la ejecución de los compromisos derivados del congreso.

Jorge Martínez Stack mantiene una sensación de "frustración" desde su participación en el encuentro. El movimiento del 87 "no culminó en el proyecto que le dio origen; culminó en un congreso en el que no ganó nadie y todos fuimos perdedores", porque los problemas de la universidad se pospusieron.

De hecho, considera que la demora que hubo para realizar el congreso, casi tres años después de levantada la huelga del 87, determinó los alcances de éste. En el ambiente comenzaron a interferir otros factores, como el proceso de sucesión presidencial de 1988; los estudiantes comenzaron a centrar su atención "hacia afuera", en la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. Por otra parte, los porcentajes de representación en la COCU se convirtieron en una disputa. Además, entraron en juego otras ideas, como la del entonces rector José Sarukhán de "limitar los alcances de los acuerdos del congreso".

También hubo avances

Según Batres se lograron aportaciones importantes: reforma académica por la que se crearon los consejos académicos de área, modificaciones a planes de estudio, diversificación a las formas de titulación de los egresados e impulso la construcción de bibliotecas por dependencia.

También se generó una cultura política: "El diálogo público, que fue una demanda del 68, se convirtió en un instrumento de actuación política entre 86 y 90". Otra de las contribuciones fue llevar el concepto de la urna a la universidad y efectuar las primeras elecciones por voto directo para elegir a los miembros del sector académico y estudiantil de la COCU, destaca.

Batres considera que hoy existen las condiciones para hacer reformas importantes de la UNAM, entre ellas, la del gobierno universitario, que se quedó en el tintero porque cambió "la composición del Estado" y la "burocracia universitaria ya no tiene la misma relación con el gobierno federal y el Congreso de la Unión". Antes, afirma, "la burocracia de la Universidad formaba parte de un sistema de partido de Estado, es decir, Presidente de la República y mayoría priísta en el Congreso, y ahora ya no es así".

Sin embargo, Martínez Stack señala que las condiciones de llevar adelante la posible revolución inconclusa "no se están dando". Actualmente, afirma, "la idea de congreso se ha querido meter con calzador a la comunidad", a diferencia del pasado, en donde ese proyecto había permeado en todos los sectores porque se pensó que en verdad resolvería los problemas de la universidad.