LETRA S
Febrero 1 de 2001
La primera relación sexual, entre el discurso y la práctica

 

ENTREVISTA CON ANA AMUCHASTEGUI
 
 
 
Ana Amuchástegui, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, acaba de publicar su estudio sobre Virginidad e Iniciación sexual en México, bajo el sello editorial Edamex. Letra S aprovechó la ocasión para dialogar con ella sobre esos y otros conceptos relativos a la sexualidad contemporánea en nuestro país.
 
 
 
ls-virgenMANUEL ZOZAYA

 

"A raíz de la salud reproductiva, generalmente se ha estudiado más la sexualidad femenina, sin embargo yo preferí partir de la cuestión del género, que siempre implica una relación entre personas, por ello decidí incluir en la investigación a los varones. Me interesaba la primera relación sexual en cuanto al vínculo y la relación de los géneros, pues la cuestión del poder tiene mucho que ver con esa primera experiencia. Originalmente, mi mirada era muy ingenua, pensando exclusivamente en el poder de los hombres sobre las mujeres, pero al escuchar los relatos de varones sobre su primera experiencia coital, y ver cómo para muchos de ellos no fue placentera sino bajo la presión de otros hombres, pude percatarme del poder ejercido entre ellos mismos. El poder aparece también entre mujeres, en un pueblo oaxaqueño las mayores controlan el comportamiento sexual de las más jóvenes.

"Entrevisté a personas de tres diferentes grupos culturales, uno indígena de los valles centrales de Oaxaca, otro de jóvenes urbanos de la Ciudad de México y uno más de mestizos de una población rural cercana a San Miguel de Allende, esperando encontrar significados muy diferentes del primer coito en cada una de esas comunidades; sin embargo, pronto me di cuenta que los estereotipos de género se mantienen en los tres lugares, donde se habla de la importancia de conservar la virginidad femenina hasta el matrimonio y del impulso a los hombres para tener experiencias sexuales premaritales. Con todo, al analizar las entrevistas caí en la cuenta de que si bien los estereotipos de género son homogéneos, el grado de resistencia a cumplir con ellos variaba en función, no de las comunidades, sino de otros factores como la migración, la experiencia urbana, la educación formal y el contacto con ciertos medios de comunicación. Empecé entonces a analizar con base en qué discursos las personas se resisten a los estereotipos de género tradicionales y encontré una presencia muy importante del discurso de la equidad de género en los tres lugares, pero con diferentes grados de apropiación; a veces se repetía como si fuera una tarabilla, sobre todo por parte de los hombres, para quienes la igualdad representa el acceso al sexo gratuito. En las mujeres, sobre todo en la Ciudad de México, existe una reivindicación muy fuerte del derecho de ejercer su sexualidad antes de casarse. Otro discurso que apoya esa resistencia a los estereotipos es el científico: conocer la fisiología es muy útil para contrarrestar el mandato católico que asocia al placer con el pecado, entonces se recurre a la información científica para resistir a los estereotipos tradicionales, aunque ello signifique entrar en conflictos muy fuertes.

"La migración es el factor más influyente en la transformación de los valores tradicionales. En las ciudades, lo que se vive, escucha y observa del ejercicio sexual urbano --el anonimato, la ausencia de vigilancia, la libertad de movimiento, que en los pueblos no existe porque hay una vigilancia permanente sobre las mujeres--, es determinante."

 

Placer, el pecado es negarlo

"La gente establece una negociación entre las restricciones de la moral sexual católica y la libre autodeterminación de los discursos modernos de la ciencia, los medios de comunicación, y la equidad de género. Paradójicamente, tratan de respetar las normas rompiéndolas. Por ejemplo, la norma de la virginidad femenina se sostiene verbalmente, sobre todo en las comunidades rurales, pero la mayoría de las entrevistadas no cumplieron con ella, por lo que construyen una explicación para acomodar esa trasgresión y seguir viviendo dentro de la normatividad. En ese sentido, aunque el discurso conservador sobre la sexualidad tiene un efecto importante en los sentimientos, no lo tiene en las prácticas. Las mujeres usan anticonceptivos, algunas abortan, etcétera, a pesar de su catolicismo. En la actualidad, los discursos alternativos, como la equidad de género, la diversidad sexual o la democracia sexual, permiten a los sujetos no tener que buscar trampas ideológicas para justificarse, y considerarse dentro de una opción personal válida. Estos discursos validan la experiencia de las personas frente a las condenas de la moral católica. Las mujeres, sobre todo, optan por estos discursos como explicación de su experiencia, porque alivian el malestar. En el caso de los hombres la resistencia es más difícil, porque el discurso normativo predominante (tener múltiples relaciones sexuales a temprana edad, etcétera), no es el de la moral católica sino el discurso de la masculinidad. Para ellos se trata de construir relaciones de poder que los favorezcan. Los hombres tienen mayores dificultades para resistirse a esos discursos; sienten la amenaza de pérdida frente a ese poder, pues la identidad masculina se define, entre otras cosas, por el número de 'conquistas' sexuales. Además, no hay todavía un discurso social, como el feminismo y la equidad de género, que valide experiencias alternativas de la masculinidad.

"El discurso de la equidad de género ha permitido a las mujeres reconocer el malestar, darle nombre y encontrar que es colectivo y social, no psicológico, lo cual les posibilita una mayor autonomía. Sin embargo, entender el propio malestar a raíz del malestar de género, no siempre redunda en un proyecto de vida diferente a la familia y la pareja. Las entrevistadas de la Ciudad de México abandonan, con mucha facilidad, su escuela, su carrera o su trabajo debido al embarazo, al matrimonio o al quehacer doméstico, y sin embargo, protestan porque a los hombres sí se les permiten las relaciones sexuales antes del matrimonio y a ellas no. Paradójicamente, les queda una sensación de haber fallado, de estar manchadas, al tener relaciones sexuales antes del matrimonio.

"Hay un doble discurso que va a permanecer aún, porque la moral católica lleva 500 años de dominio y ha construido identidades y normatividades que son como fortalezas, y modificar procesos tan poderosos no es fácil. En la vida de las personas, el discurso de la autonomía y la autodeterminación convive con las normas católicas, de una manera contradictoria pero al mismo tiempo respetuosa. Es la manera de respetar las normas trasgrediéndolas.

"Es necesario promover la autonomía de las personas, la formación de sujetos conocedores de su derecho a ejercer una sexualidad de manera libre y responsable. Mientras prevalezca la visión de la sexualidad normada bajo una sola moral, tendremos problemas para formar esos sujetos autónomos. Lo más urgente es defender el carácter laico del Estado y apoyar los derechos sexuales y reproductivos en las instituciones encargadas de garantizar la información y la prestación de servicios.

"Mientras el placer no aparezca como uno de los componentes del bienestar personal, se le seguirá concibiendo aún como 'el pecado de la carne' y por tanto sujeto de control. En cambio, si pensamos en el placer como un indicador de salud las cosas pueden empezar a cambiar."