Ť Poesía, teatro y prosa se incluyen en el libro editado por el FCE
Renato Leduc, obra literaria, pone en orden trabajos publicados e inéditos del escritor
Ť El prólogo es de Carlos Monsiváis y la selección de textos de Edith Negrín
Iconoclasta,
comelón cuando el colesterol no existía, bebedor cuando el
alcohol estaba en la lista de los mejores amigos, fumador cuando era posible
fumar sin ser visto como sospechoso de un complot contra la salud nacional,
Renato Leduc dejó una amplísima obra de poemas, teatro y
prosa. Hoy el Fondo de Cultura Económica la recoge en Renato
Leduc, obra literaria, que viene al mundo a fin de poner en orden el
trabajo publicado (y alguno inédito) del autor, con prólogo
de Carlos Monsiváis y selección e introducción de
Edith Negrín.
El volumen contiene los apartados El aula (1929),
Unos cuantos sonetos que su autor, Renato Leduc, tiene el gusto de dedicar
a las amigas y amigos que adentro se verá (1932), Algunos
poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto
modo innecesario (1933), Breve glosa al Libro de buen amor (1939),
Desde París (1940-1942), XV fabulillas de animales, niños
y espantos (1957), Catorce poemas burocráticos y un corrido
reaccionario para solaz y esparcimiento de las clases económicamente
débiles (1963), Poemas (casi) inéditos, Otros
poemas, Prometeo (1934), La Odisea (1940), Euclidiana
(1968), Los banquetes, quasi novela (1932), El corsario beige
(1949), Historia de lo inmediato (1976), Cuando éramos
menos (1989) y Tres artículos. Se trata de un libro necesario,
antisolemne, de un México que ''los santos lloran". (CÉSAR
GÜEMES)
La llorona
No enturbies, señora, la luz de tus ojos.
No llores, señora, porque el llanto afea
y el riñón inunda de hirientes abrojos
pues quien mucho llora, muy
escaso mea.
Si fue por tus hijos cesa ya tu llanto.
Si fue por tu amante, con mayor razón...
Llorona, la muerte nunca es para tanto
y hay que hacer de tripas ?dicen?
corazón.
Lágrimas de sangre o de agua alcalina
ni el amor diluyen, ni el amor concitan;
mas en cambio, inflaman de humildad
canina
y el arma corrugan y la córnea irritan...
No llores, Llorona, porque el llanto afea
y quien mucho llora, muy escaso mea.
Himenoclasta
Tú que con sutileza de geómetra
euclidiano
determinaste el radio probable del
placer;
y calculaste, sólo al aplicar la mano,
cuántas pulgadas mide un sexo
de mujer...
Tú que pontificaste con gesto sibarita
en los prolípeos sacros del poliforme
amor;
y a cincuenta doncellas ?palomas
de Afrodita?
mostraste los senderos del más grato
dolor...
Cuando la Ker te ciegue
definitivamente,
trasmútese tu carne en una vid potente;
y que tu lengua seca, ya para siempre
muda,
hoja que cubra el sexo de una virgen
desnuda...
El guacamayo o la eternidad...
¿Sabes la buena nueva? Los Dioses
ya no existen,
por más que los augures ?ay? en
negarlo insisten.
Alvaro Armando Vasseur
Cuando leí estos versos del poeta
uruguayo
un terror metafísico me sacudió
la mente;
fue como si a los pies me reventara
un rayo
o como si la tierra se hundiera de
repente...
Nunca creí en los dioses muy
fervorosamente.
Su excesiva abundancia les hace
mucho daño,
aunque dan fe y consuelo a mucha gente
pobre
y ayudan al poder a frenar el rebaño...
Era eterno, ya desde hacía muchos años,
el dios omnipotente que honraban
mis mayores
y su muerte causóme enorme
desencanto...
¡Los dioses ya no existen!, clamó el vate
uruguayo...
¿Fue confesión de sabio disipador de
errores...
o afirmación mendaz de un locuaz
guacamayo...?
El muerto o de la inmortalidad
Cuanto pienso en tu vida esplendorosa
casi no creo que la muerte exista...
pero al fin del camino está la fosa
fatal... ineludible e imprevista.
Grita el muerto: ¿En qué quedamos,
pelona,
me llevas o no me llevas...?
y patas-de-hilo en persona
responde... espérame... no te muevas.
Las muerte es paz y quietud;
Irse del mundo es virtud...
porque el mundo es muy feo.
Vivir mucho es desacierto.
Por eso, una vez muerto
soy cabrón si me meneo...