LUNES Ť 22 Ť ENERO Ť 2001
Ť De nada sirve acudir a las grandes farmacias del Centro Histórico, se quejan
Aumento hormiga en medicamentos; personas de la tercera edad, las mayormente afectadas
Ť Los precios se disparan en productos usados para tratamiento de diabetes, cáncer o sida
Ť Las medicinas ''de marca'' generan más confianza que las llamadas ''similares''
SUSANA GONZALEZ GUTIERREZ
Parece imperceptible, pero el aumento en el precio de medicamentos es una constante en la ciudad de México. De esto se quejan los capitalinos, en su mayoría los de la tercera edad, que aprovechan el domingo para trasladarse desde Azcapotzalco, Aragón, La Villa, San Bernabé, Iztapalapa u otros puntos de la ciudad a las grandes farmacias del Centro Histórico para aprovechar los descuentos -supuestos o reales- en los productos necesarios para el alivio de sus enfermedades y achaques.
''ƑDe qué sirve que nos digan que no se va a agregar el IVA a las medicinas, si de todos modos las ponen más caras? Así sean nomás dos o cinco pesos, pero cada vez que vengo a comprar mis pastillas para la diabetes, el Glucobay, que me dura diez días, šsube de precio!'', señala Ana María Zárate, pensionada del IMSS.
De cualquier manera, dice que es preferible abordar la pesera y el metro para llegar a la periferia de República de El Salvador y 5 de Febrero, a fin de buscar el mejor precio entre las cinco grandes farmacias que ahí se concentran, en lugar de acudir a la que se localiza en la colonia donde vive -la Anáhuac, en la delegación Miguel Hidalgo-, cuyos precios llegan a ser ''hasta 50 por ciento más caros'', asegura.
''Desde julio a la fecha, he estado en tratamiento médico por un problema de senusitis y la primera vez que compré la medicina que me recetaron -se llama Selectone- me costó 90 pesos, ahora ya cuesta cerca de 200 y la tengo que adquirir cada mes'', refiere a su vez Martha Gurrola, una abogada de 45 años.
Ausentes. descuentos al Insen
La tranquilidad que predomina durante el domingo en el primer cuadro de la ciudad, contrasta con el movimiento que a mediodía existe en la esquina donde se ubican lo mismo la tradicional Farmacia París, que sus competidoras -Especializada, De Dios, De Descuento y Similares-, donde los principales clientes son ancianos.
''Ni siquiera nos aplican un descuento especial por ser afiliados al Instituto Nacional de la Senectud'', se queja Antonio García Otero, un sexagenario que fue policía de tránsito y quien compró dos cajas de comprimidos Pangavit y Cervilan, para los mareos que padece debido a la pérdida del oído, según explica su esposa Susana Cantoral, y por los que pagó 230 pesos, es decir, más de la sexta parte de los mil 200 pesos que recibe mensualmente como pensión.
La mujer afirma que en las farmacias pequeñas el precio aumenta hasta 50 pesos, ''por eso venimos al centro, donde está más barato'', pero don Antonio se queja: ''Pues sí, está más barato, pero digamos que nos ahorramos veinte pesos y eso mismo es lo que tenemos que gastar por lo menos en la gasolina para el carro, porque venimos desde Aragón''.
Aunque renuentes a hablar, algunos empleados de las farmacias visitadas admiten que llega a ser frecuente ''pero mínimo'' el aumento en los medicamentos, pero para ello cada establecimiento ofrece en grandes carteles de colores fosforescentes descuentos de entre 15 y 40 por ciento.
Guillermo, vendedor de Farmacias de Descuento, señala que los productos más caros que se expenden son tanto los dermatológicos como aquellos que se anuncian para ayudar a bajar y controlar el peso, cuyos precios son superiores a los 150 presos por unidad.
Los antigripales, jarabes, antibióticos, vitaminas y antidiarréicos son los productos de mayor demanda que no requieren receta médica y que se exhiben libremente al público, pero su precio puede ser el doble o hasta diez veces mayor al de un kilo de tortillas: una caja con 40 aspirinas cuesta 11.35 pesos, mientras que un frasco de Tesacof de 160 mililitros asciende a los 53.
Los precios se disparan en el caso de medicamentos utilizados para el tratamiento de la diabetes, la presión arterial y sobre todo de productos muy especializados para el cáncer y sida, que también son muy solicitados. Así, por ejemplo, una caja de 60 tabletas de Serit, utilizado en tratamientos oncológicos, cuesta mil 800 pesos, en tanto que por un paquete de Crixivan o Zenit, necesario para los enfermos de VIH, asciende a 4 mil 400 pesos el paquete, informa una empleada de la Farmacia Especializada.
Remedios rebajados
El costo del medicamento, aunado a la frecuencia con que debe ser consumido por el enfermo, merma aún más el bolsillo de la gente de bajos recursos. Gloria Martínez, diabética también, gasta 16.90 pesos por cada ampolleta de Penprocilina que debe inyectarse cada día para controlar su enfermedad, mientras las pastillas de Debeone, por las que paga actualmente 28.70 pesos, le duran 15 días. ''Cada semana venimos a comprar la medicina'' , dice al explicar que la mitad de los ingresos extras que obtiene por hacer y vender pan casero se le agotan en sus medicamentos. ''šImagínese! Si así a duras penas ella puede comprar sus inyecciones y pastillas Ƒqué pasaría si autorizan el impuesto al valor agregado para la medicina?'', señala su esposo Gabriel Martínez, de 58 años de edad, quien es mecánico tornero de profesión.
-ƑPor qué no comprar medicamentos que no sean de marca?
-Preferimos éstas, porque los otros están rebajados y creo que no harían efecto -dice Susana Cantoral.
Su opinión parece ser compartida por muchos clientes más, dado que a pesar de sus grandes anuncios donde ofrecen descuentos de 75 por ciento respecto a los productos de marca, los dos locales que tiene Farmacias Similares sobre la calle 5 de Febrero lucen vacíos.
Una caja de Buscapina y Melox cuestan 106.33 y 37.33 pesos, respectivamente, mientras los productos similares se ofrecen a 30 y 10 pesos en dichos establecimientos, pero ni así la gente los solicita para aliviar sus males.