Jornada Semanal, 21 de enero del 2001 

Francisco Torres Córdova
 
 

De noche quebradiza


Para Francisco Torres García
Con una mano apoyada en la pared, la otra sobre el costado derecho, inclinada la cabeza, la camisa abierta, descalzo, orina con fuerza un oscuro líquido que destella como una espada en la penumbra. Echa la cabeza hacia atrás, abre los ojos y la boca. En la trama de sangre y luces de la carne, emerge la húmeda bestia del dolor. Termina de orinar y no se mueve. Hay una voz en su garganta que no es la suya, y adentro, ciega, una estampida en sus riñones. La bestia incrusta sus pezuñas. La casa se deforma, la distancia espejea quebradiza. Tiempo grasoso, frío. Recoge la cabeza y la deja caer entre los hombros. Un espeso hilo de saliva baja al suelo. Sale del baño. No entiende. Desde el umbral de la habitación distingue en relieve gigantesco el arrugado hueco que dejó su cuerpo entre las sábanas. No entiende. Ese hueco, la vergüenza inútil que siente, la luna sucia en la ventana. Se acerca, se acuesta, cierra los ojos. Cierra los ojos y se tiende en un sueño frágil que la bestia vigila desde siempre.