Jornada Semanal, 14 de enero del 2001
 


 
 
 

Marcela Sánchez





Made in Mexico, la última producción del grupo de danza-teatro Utopía, estrenada en noviembre de 2000, será remontada en febrero de este año, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario. La coreografía es de Marco A. Silva, Vivian Cruz, Víctor Hugo Reyes, Ulises Martínez, Cynthya Paris y Miguel Ángel Díaz; la idea original y puesta en escena es del propio Silva. Esta creación escénica en un acto, como ellos mismos la llaman, es un encuentro frontal con la identidad del ser mexicano. Es toparse sin concesiones, de manera brutal, con las múltiples facetas del mexicano: el jodido, el ojete, el hijo de la chingada, el macho y/u homosexual, el político y el poderoso. Se trata de una propuesta radical. La danza es un pretexto más para expresarse. El rap, la carpa, el sketch telenovelesco, los concheros, los futbolistas, las estatuas que pululan por la ciudad, el video, los boxeadores, las bodas, todo sirve para conformar un retablo de figuras llevadas al escarnio. La risa resulta inevitable para quienes aceptan la burla de sí mismos.

Desde sus inicios, a pesar de su coqueteo inicial con la danza formal, llámese contemporánea o neoclásica, a Utopía no parece importarle si lo que escenifica se puede llamar danza o no, o si cae cada vez más en el terreno de lo teatral; a Utopía le interesa expresar. Los cuerpos se mueven, se desnudan, cantan y actúan en función de una idea concreta y clara, o de un cuestionamiento inminente: ¿cómo somos? Made in Mexico es la aprehensión de múltiples mitos crudamente colocados sobre la mesa. Es la necesidad de ver a los mexicanos sin máscara, y si la traemos puesta da igual, de todas maneras estamos desnudos. Es probable que las partes menos afortunadas sean las dramáticas porque se acercan demasiado al discurso demagógico y a veces chantajista de nuestros políticos. Sus bailarines, por supuesto, no son bailarines en el sentido estricto; su apuesta corporal se desarrolla con un desafío a la gravedad, un movimiento en constante descenso, en una lucha perpetua contra el abismo. El encuentro de una forma y un estilo de movimiento original, proceso de muchos años, se ha convertido en un sello de Utopía, de Marco A. Silva y sus seguidores.

Utopía danza-teatro nació en 1980. Sus fundadores fueron en su mayoría universitarios. El primer trabajo coreográfico tuvo la finalidad de concursar en el I Premio Nacional de Danza. Se autonombraron utópicos porque se propusieron algo casi imposible de realizar: un grupo independiente, sin recursos, en un espacio prestado, integrado por estudiantes y trabajadores de distintas áreas, que se reunían de noche para trabajar sus propuestas hasta la madrugada. Su utopía se convierte en realidad cuando tienen la fortuna de ser finalistas en la primera convocatoria del Premio Nacional de Danza 1980, inba-uam, con la obra Elegía a El Salvador. A partir de entonces se conformaron como grupo, ya que ser finalista les permitió seguir dando funciones. En 1981 obtuvieron el primer lugar en el II Premio, con la obra In memoriam. En 1986 ganaron el VII Premio Nacional de Danza con la obra En espera de Ulises y el primer lugar del Premio Nacional de Danza para niños en 1985, con la obra Historias antiguas, Popol Vuh.

El grupo ha pasado por distintas etapas. Durante la primera tomaron los recursos que tenían a la mano para expresar y denunciar sus preocupaciones sociales y políticas, a través de las formas en boga en los años ochenta, introduciendo textos, poemas, canciones y otros elementos. Poco a poco, la búsqueda a través de la experimentación corporal y emotiva empezó a conformar un lenguaje específico, mientras el grupo se depuraba. Bajo la dirección de Marco A. Silva, el grupo hizo suyas varias de las propuestas establecidas por Pina Baush dentro del movimiento expresionista alemán. Algunos de sus miembros buscaron por su cuenta otros recursos, como la actuación, técnicas orientales o la creación de personajes a través del trabajo de máscaras. En 1986 trabajaron en conjunto con un grupo de actores egresados del Centro Universitario de Teatro, en un intenso intercambio para lograr un resultado global en la escena. La experiencia duró cerca de un año y enriqueció de manera importante el trabajo del grupo, aunque, a final de cuentas, terminó por falta de recursos. Entre 1985 y 1987 produjeron montajes como La muerte en el bosque, En espera de Ulises, Mujer, a pesar del miedo o A través del espejo (campeones), algunos de ellos de creación colectiva. En 1988 Utopía se dividió. La mayor parte de ellos pasó a formar parte de Metrópolis, grupo oficial de la uam, dirigido por Rodolfo Reyes, que tomó el nombre de Metrópolis-Utopía. El resto siguió trabajando bajo el nombre de Utopía. Con dos bailarinas se montó la obra El frío de la experiencia, drama coreográfico sobre textos originales de David Huerta. A partir de esta experiencia el grupo fue acercándose cada vez más al teatro. Entre 1989 y 1990, luego de trabajar de manera estable varios años, el grupo desaparece. Ese año, Silva invita a sus alumnos del Centro Universitario de Teatro a trabajar. En adelante, el grupo se ha integrado con actores y bailarines invitados para cada montaje. De este último periodo son los montajes Doble circulación, Fracturas (20/09/53), Bajo la Luna, Veracruz 36o, Invierno, Juana de Arco, cartas desde la memoria y El Quijote. El grupo ha realizado giras por Alemania, Finlandia, Portugal, España, Estados Unidos y Colombia.