DOMINGO 7 DE ENERO DE 2001




Tras la benevolencia de Don Goyo

Las tragedias que vienen

Fueron el coco del gobierno pasado. Algunas, como heladas y huracanes, cumplieron la cita anual con puntualidad. Otras, como sismos y erupciones volcánicas, aparecieron de repente. Pero todas dejaron su cauda de víctimas mortales y daños millonarios. Y así van a seguir, porque las contingencias ambientales no conocen de transiciones políticas. Para enfrentar este que parece destino manifiesto, el nuevo gobierno ya está preparado: en el Presupuesto de Egresos de este año, la partida de prevención de desastres se redujo en 4.8%


Alberto NAJAR

parentemente superada la primera situación de urgencia del sexenio, la erupción del volcán Popocatépetl, el gobierno de Vicente Fox Quesada debe enfrentar ahora el rosario de desastres naturales que cada año azotan al país.

Se trata de un escenario muy distinto al que se presentó en diciembre pasado con Don Goyo que, a juicio de especialistas, "se portó bien" con el nuevo gobierno.

*fumarola-popocatepetl-jpg Así, de acuerdo con investigadores como Cinna Lomnitz, del Instituto de Geofísica de la UNAM, las cuentas del rosario incluyen la presencia anual de al menos 20 desastres provocados por lluvias, sismos, sequías, heladas y eventualmente accidentes químicos.

En este 2001, como ha ocurrido en los años recientes, 18 estados del país padecerán los efectos de la veintena de huracanes que, se pronostica, arribarán por las costas del Golfo y del Pacífico. La población en riesgo es de 12.5 millones de personas.

A éstas se suman otras 33.2 millones que habitan en alguna de las 151 poblaciones ubicadas en zonas sísmicas o cercanas a alguno de los 14 volcanes activos que existen en el país.

De ellos se sabe muy poco. De hecho, los únicos a los que se ha estudiado en forma sistemática son el Popocatépetl y el Volcán de Colima.

En este rubro el Distrito Federal se cuece aparte: según Lomnitz, además del riesgo de inundaciones, deslaves, sismos y accidentes químicos, prácticamente todo el sur de la capital está asentada sobre una zona volcánica en actividad que en cualquier momento puede despertar "como el Paricutín en 1943".

En otras palabras, casi la mitad de los mexicanos se encuentra en riesgo. Y de esto sabe bien el ex presidente Ernesto Zedillo, que durante todos y cada uno de los años de su gobierno se enfrentó a los desastres naturales.

El saldo final de su sexenio fue de al menos mil 500 muertos y casi tres millones de damnificados por lluvias, sismos, deslaves y erupciones volcánicas.

Además se perdieron, advirtió en La Jornada Iván Restrepo, 4 millones de hectáreas de bosques por incendios y tala inmoderada.

Por si fuera poco -reconoce el director del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), Roberto Quass-, a pesar de los avances que se han tenido (como la creación del propio Cenapred o el establecimiento del Fondo de Desastres), el conocimiento de las zonas vulnerables del país todavía es limitado.

*vs-inundacion-puebla-jpeg "No hay mapas detallados de los riesgos que existen a nivel municipal -confiesa-. Si los hubiera se evitarían muchas pérdidas".

Ante este escenario, el nuevo gobierno ya tomó la primera decisión: recortó en 4.8% el presupuesto para la prevención y atención de desastres naturales.

*Los pobres ponen los muertos

Las tragedias mexicanas, dice el Banco Mundial (BM), han costado en dos décadas poco más de 11 mil millones de dólares.

En este lapso, el 30% de los créditos otorgados a México por la institución tuvieron que utilizarse para atender las urgencias, además de los recursos fiscales que se usaron para el mismo fin.

El remedio salió caro.

De acuerdo con el estudio México-Natural Disaster Management Project (México: Proyecto de Manejo de Desastres Naturales), que sirvió como base para un crédito de 404 millones de dólares destinado a la atención de desastres, la desviación de estos recursos interrumpió el desarrollo del país, pues se canceló la inversión en actividades prioritarias.

Y en este escenario, reconoce el BM, la factura se cargó a la cuenta de los más pobres.

De acuerdo con el documento, la experiencia acumulada en la atención de sismos e inundaciones permitió crear una "importante" estructura académica y gubernamental para el tratamiento de estas contingencias... Pero hasta ahora, dice el BM, este conocimiento se utiliza fundamentalmente en las grandes ciudades.

En el caso de los huracanes es peor: según el director del Cenapred, Roberto Quass, actualmente es posible detectarlos desde el momento en que se forman e incluso pronosticar las zonas de impacto.

Y a pesar de ello, estos fenómenos siguen causando graves daños.

"Nos preguntamos por qué en las zonas de la costa, vulnerables a los sismos y los huracanes, cada año se siguen cayendo casas de adobe y hay cantidad de víctimas -reconoce Quass-. La respuesta es que no hemos incidido suficientemente en esa sociedad dándole elementos para que, por ejemplo, refuerce sus casas".

La consecuencia es que en los desastres naturales, la cuota más alta de víctimas la aportan las zonas de extrema pobreza. De hecho, según el documento del BM (que cita un informe del Cenapred), históricamente 68% de los muertos en estas contingencias son pobres.

Una situación que, dice Quass, después de años de estudio sobre fenómenos naturales como los sismos, llegó el momento de corregir, porque "los daños ya son inaceptables".

-ƑPor qué no se había hecho antes?

-Sí se ha hecho, pero no es suficiente. Y nunca lo va a ser, porque no se pueden evitar las muertes al 100%. Además, hay que entender que nuestro sistema de protección civil es joven, porque nació de un gran desastre en 1985.

Como quiera, lo cierto es que para solucionar este problema, los aspectos técnicos no son suficientes.

Durante los sismos de 1985 abundaron las denuncias por el robo de la ayuda internacional para los damnificados.

En el sexenio de Carlos Salinas las quejas fueron por el uso propagandístico que se hizo de los apoyos para víctimas de huracanes y sismos: por esos días toda la ayuda llevaba la marca Solidaridad.

A lo largo del gobierno de Ernesto Zedillo, la constante fueron las denuncias por la politización de la ayuda para afectados. Así ocurrió en Acapulco con el huracán Paulina o en Chiapas con el Mitch: despensas como cebo para el voto tricolor.

Y en su primera urgencia ambiental, Vicente Fox no pudo escapar a la tentación.

*terremoto85-hospital-juare Al visitar el albergue de Chalco el mes pasado, el Presidente se encontró con un grupo de maestros normalistas que le pidieron apoyo para sus escuelas y empleos.

"Pues entonces les pido que nos apoyen a la hora de la reforma hacendaria que vamos a proponer -respondió Fox-. šNo se me vayan a echar pa atrás a la mera hora! šNo se me vayan a espantar!".

Tales hechos no pasan inadvertidos para la comunidad académica.

El año pasado, a mitad de la campaña presidencial, los organizadores del Congreso Nacional por la Prevención de Desastres demandaron, a través de un desplegado, el establecimiento de una política nacional de prevención ajena a los vaivenes políticos.

Y advirtieron: "El combate a la corrupción, la impunidad, la negligencia y la arbitrariedad significa avanzar contra las condiciones de vulnerabilidad en todos sus aspectos y contribuye a evitar la generación de situaciones de desastre".

*El changarro de Don Goyo

El Popocatépetl en plena erupción. Catorce millones de toneladas de lava amenazan con romper el domo del volcán; 48 mil personas duermen en los albergues.

Y al presidente Vicente Fox le sobra el tiempo para gastar bromas.

-Sería bueno que Santaclós pasara por los albergues -propuso Joaquín López Dóriga en su noticiario, el 19 de diciembre.

-No es mala idea, hay que organizar un pequeño Teletón -respondió el guanajuatense. Y soltó la carcajada.

Fox tenía razones para su regocijo.

Horas antes, al visitar los albergues instalados en Puebla y el estado de México, encontró "todo muy bien", e incluso invitó a los damnificados "una buena birria" al terminar la situación de urgencia.

El trabajo del Ejército le pareció "admirable". Las decisiones de la Secretaría de Gobernación fueron "óptimas, las correctas". Y el abasto para los albergues fue "sobrado".

Todo muy bonito. Como en caballo de hacienda.

Sin embargo, a juicio de algunos especialistas Fox se adelantó en su optimismo.

HURACAN ACAPULCO 5 Desde el 19 de diciembre el coordinador del Centro Universitario de Prevención de Desastres (Cupreder) de Puebla, Aurelio Fernández, hizo un llamado a serenar los ánimos.

"Esta vez la evacuación fue exitosa pero no es para que las autoridades lo festinen como logro propio. El trabajo de convencimiento lo hizo el volcán. Demostró su músculo pero se midió, no mató a nadie. Un poco más de energía liberada, digamos un 15%, y esto hubiera sido una barbacoa".

Cinna Lomnitz añade: "El volcán cooperó bastante, porque la erupción fue menor a la que se esperaba; los colegas del Cenapred estaban preparados para una explosión tipo Santa Elena" (volcán cercano a Wash-ington que en 1980 tuvo una erupción de magnitud similar a un terremoto de 5.1 grados Richter).

Esta es, insiste, la razón por la que el operativo aparentemente fue exitoso, porque en materia de prevención y atención de desastres todavía hay mucho por hacer.

"Todos los años realmente lo que hacemos son bomberazos; esperamos a que llegue el desastre y luego hacemos lo que podemos para ayudar".

-ƑEso pasó con el Popocatépetl?

-Pudo ser peor, porque realmente no conocemos al volcán. Del Popo no se había tenido ningún registro histórico de erupciones, y por eso no se puede saber cómo va a comportarse. Y a falta de conocimientos mayores, todo puede suce chis-inundaciones der.

"No nos engañemos -advierte-. Si hubiera sido otro tipo de emergencia no estoy tan seguro de que nos hubiera ido igual".

*Gemelos

Coincidencias de la vida.

Hace seis años, el entonces presidente Ernesto Zedillo inauguró su gobierno con la irrupción a la vida activa del Popocatépetl, que el 20 de diciembre de 1994 arrojó fumarolas y cenizas que cubrieron las poblaciones cercanas.

Cincuenta mil personas fueron desalojadas. Cinco alpinistas que pretendieron subir al cráter murieron.

Después de varios días de zozobra, Don Goyo recuperó la calma. Igualito que el mes pasado.

Coincidencias aparte, lo cierto es que a partir de ese momento las tragedias acompañaron la gestión del presidente Zedillo.

En 1995 los huracanes Ismael, Roxana y Opal, así como un sismo de 7.5 grados Richter, provocaron la muerte de 192 personas.

Un año después, en 1996, las lluvias que provocan los huracanes Cristina, Alma y Dolly dejaron un saldo de 26 personas muertas y 30 desaparecidas. Luego, durante la temporada invernal las intensas heladas cobraron la vida de otros 225 mexicanos más.

1997 fue el año de Paulina, el huracán que devastó Acapulco y decenas de comunidades de Oaxaca. Ese año el número de víctimas fue de 277.

En 1998 el huracán Mitch, que se llevó comunidades enteras de Chiapas y Oaxaca, causó la muerte de 300 personas y provocó lo que en su momento fue calificado por el presidente Zedillo como "la peor tragedia desde los sismos de 1985"... hasta que llegaron las lluvias y los sismos de 1999.

El saldo esta vez: 411 muertos entre los dos fenómenos. Puebla fue el estado más afectado, con 272 fallecimientos oficiales y 55 desaparecidos.

Paradójicamente, en el 2000, y a diferencia de la tra sismo-oaxaca-2-jpg gedia política que acompañó al presidente Zedillo, los fenómenos naturales se mantuvieron en calma: a pesar de los 28 huracanes y las 15 tormentas tropicales que se presentaron, el número de víctimas no rebasó las dos decenas.

Pero la historia de los desastres que siguieron a Zedillo no se limita a sismos o lluvias.

En 1996, por ejemplo, una esfera de gas estalló en San Juan Ixhuatepec. Dos años más tarde, en la primavera y el verano de 1998, 11 mil incendios forestales cubrieron de humo la mitad del territorio nacional.

En 1999 una prolongada sequía que para ese entonces tenía cinco años de duración, obligó a que 447 municipios de 11 estados fueran declarados zonas de desastre.

Y cuando empezó a llover, las llamadas "inundaciones democráticas" (porque afectaron por igual a colonias pobres que zonas residenciales) anegaron la ciudad de Villahermosa, que también fue declarada en urgencia.

El año pasado, además de la sequía en nueve estados, el rompimiento del canal La Compañía inundó de aguas negras a tres colonias del Valle de Chalco.

Ciertamente, el saldo de los desastres no se mide sólo en muertos. Al final del sexenio zedillista los damnificados por las tragedias suman, según cálculos del Sistema Nacional de Protección Civil, el Cenapred y el Banco Mundial, alrededor de unos 3 millones de personas.

ƑCuántos de estos fenómenos enfrentará el gobierno foxista este año?

Los pronósticos preliminares del Cenapred y la Secretaría de Gobernación advierten que, en materia de contingencias ambientales, la situación será muy parecida a la del sexenio pasado. Y es que la naturaleza no sabe de transiciones políticas.

Así, de enero a junio se espera que se mantenga la sequía en al menos nueve estados del país.

Entre julio y octubre, cuando se presenta la temporada de huracanes, se espera el arribo de al menos 25 de estos fenómenos, además de dos docenas de tormentas tropicales.

Y de octubre en adelante volverán las heladas en la mitad del territorio nacional, aunque en este caso la urgencia ya está presente: tan sólo en Chihuahua el gobierno del estado reporta la muerte de 50 personas por las bajas temperaturas.

En el caso de las lluvias -que cada año causan los mayores estragos en el país y que, paradójicamente, son los más pronosticables-, la población potencialmente afectada sería de 25 millones de personas, distribuidas en 738 municipios de Baja California, Baja California Sur, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Nuevo León, Tabasco, Tamaulipas y Quintana Roo.

Exactamente los mismos que, en los pasados seis años, sufrieron situaciones de urgencia.

Curioso: en materia de contingencias ambientales, el primer gobierno panista se empieza a parecer al último gobierno priísta.

ƑSerá así el resto del sexenio?