LETRA S
Enero 4 de 2001
Editorial

El sida es una prioridad, han dicho reiteradamente las autoridades de Salud. Sin embargo, a este pronunciamiento jamás le había seguido el anuncio de asignaciones del presupuesto acordes con tal prioridad. Por ello, resulta esperanzador el anuncio de incluir al sida dentro del préstamo solicitado por la Secretaría de Salud al Banco Mundial para ampliar la cobertura de los servicios. Según el anuncio, el monto destinado al sida será de 20 millones de dólares a ejercerse en seis años. El grueso de esa cantidad se aplicará en programas de prevención dirigidos a las poblaciones más expuestas al riesgo de infección (a través de las organizaciones de la sociedad civil), y a mejorar los servicios de atención y de diagnóstico. De ser así, estaríamos ante la posibilidad de ver realizada una vieja demanda de la sociedad civil: impulsar intervenciones preventivas y campañas específicas acordes con el comportamiento de la epidemia. Lo que debemos esperar y vigilar ahora es que el proceso de selección de proyectos sea claro y transparente para evitar posibles divisiones y confrontaciones.

Por otro lado, si el mejoramiento de los servicios de atención significa ampliar el acceso voluntario a las pruebas diagnósticas (sobre todo de las mujeres embarazadas y las poblaciones más afectadas) con su correspondiente seguimiento y tratamiento, estaríamos ante la posibilidad de contar con datos más confiables sobre el impacto de la epidemia que apoyen la toma de decisiones, como en el preocupante subreporte de casos de transmisión materno-infantil del VIH.

El carácter prioritario del sida debe reflejarse en acciones y presupuestos conducentes, sólo así los pronunciamientos al respecto dejarán de ser ejercicios de retórica sexenal.