La Jornada Semanal, 31 de diciembre del 2000


LAS   ARTES  SIN  MUSA
MEDIOS COMPLEMENTARIOS

Héctor Perea

La llamada zona del Retiro, en Madrid, exhibe algunos de los elementos más emblemáticos de la capital española. Pero también oculta muchos otros que, además de característicos en la vida cotidiana de la Villa y Corte, fueron de importancia histórica. Durante la caminata por el parque, bajo esa clara iluminación otoñal, fascinado por el colorido de la vegetación y la pureza del aire, uno difícilmente trasciende la sensación del paseo dominical. Reconstruir aquellas otras imágenes que guarda celosamente el Retiro, la mística –de la que se desprende su nombre– que alguna vez comunicaron esos terrenos originalmente monacales, y la cortesana, resulta un ejercicio casi imposible ante la falta de elementos de apoyo. Más allá de los caprichos arquitectónicos (de los que la Casa de Vacas y la Casita del Pescador son un pequeño reflejo, construidos por Fernando VII una vez completada la
expulsión de los franceses) y de ciertas fuentes y monumentos de muy variada calidad, en realidad poco inquietará la curiosidad histórica del visitante.

Sin embargo, algunos guiños del pasado de esta ciudad y del reino se encuentran plantados allí mismo. Como las ruinas de una ermita románica, el Planetario de Villanueva, el edificio conocido como Museo del Ejército y su complemento, el Casón del Buen Retiro, las huellas de las balas invasoras sobre el costado oriente de la Puerta de Alcalá y, desde luego, el edificio que fuera centro de la atracción primigenia y que hoy es eje de las inminentes transformaciones de este entorno ciudadano: el monasterio renacentista de los Jerónimos. Si hoy la atención pública se fija en la integración física de su claustro al conjunto museístico Del Prado, la virtual ha estado concentrada, para medir el impacto que el proyecto de Rafael Moneo tendrá en la zona, en reconstruir lo que alguna vez fue el Palacio del Buen Retiro. En este campo son dos los proyectos que con más acierto lo han conseguido. Ambos tienen como característica principal el ser digitales. Pero los dos, emparentados en cierta forma, fueron concebidos para su consulta en medios diferentes: el cd y el sitio en internet.

Producidos por el Museo del Prado, el Ministerio de Educación y Cultura y el Instituto Cervantes, el cd El Palacio del Buen Retiro. La arquitectura de su época, así como el sitio interactivo El Salón de Reinos (http://cvc.cervantes.es/actcult/salon_reinos/), resultan proyectos absolutamente complementarios. Mientras el primero sigue la historia de este palacio ideado, supervisado en su construcción y decorado por el conde duque de Olivares para Felipe IV, con gran profusión de imágenes, planos, textos de la época y dramatizaciones digitalizadas, el sitio del Instituto Cervantes, además de mostrar buena parte del aparato documental, completará lo que en el disco era apenas un boceto tridimensional con un paseo virtual, de un alto grado de sofisticación reconstructiva, por las dependencias palaciegas. De esta forma, al tiempo que conocemos la historia olvidada de lo que en algún momento fue la joya del reinado de Felipe IV, por donde habrían de pasar los más relevantes artistas y escritores del momento –edificación luego abandonada y terminada de destruir por las tropas francesas e inglesas–, podremos recorrer el interior del Salón del Trono, hoy Museo del Ejército en desmontaje, tal como fue. Para decorar el también conocido como Salón de Reinos, sitio donde Felipe IV recibía embajadores, daba fastuosas recepciones y creó la primera galería pública de pintura de España, fueron pintados en el siglo XVII algunos de los mejores cuadros del Museo del Prado. Durante el recorrido virtual por el disco y por el sitio, también podremos conocer el desaparecido Coliseo, o teatro, el Casón con su rostro austero, y las plazas y jardines del conjunto real. Por cierto, en uno de estos espacios abiertos estuvo originalmente la estatua ecuestre del rey, hoy ubicada en la Plaza de Oriente y que fuera diseñada por el escultor italiano Pietro Tacca
y calculada por el propio Galileo.

Uno de los planes futuros de ampliación del Museo del Prado, la reinstalación en lo que fue el corazón del Palacio del Buen Retiro de las obras pintadas con la doble función de plasmar la grandeza de los Austria y en general del Reino de España y de brindar el más grande placer a la vista, puede ser de hecho anticipado con el paseo virtual que ofrecen estos dos soportes digitales. El recorrido que permite el sitio El Salón de Reinos es tan amplio y detallado que permite apreciar, desde la tierra y desde el aire, no sólo los cuadros sino incluso los frescos donde se consignó la heráldica del reino completo. Entre las pinturas que fuera del emplazamiento inicial perdieron parte de su función básica, nos encontraremos con obras tan típicas del trabajo de Velázquez como las representaciones ecuestres de Felipe III y Felipe IV, de Margarita de Austria, Isabel de Borbón o del infortunado Baltasar Carlos. Pero también, por encargo del conde duque de Olivares, Velázquez realizó La rendición de Breda para colgar en uno de esos muros.

Un detalle curioso y sintomático: entre pinturas de Velázquez, Pereda, Jusepe Leonardo, Vicente Carducho o Juan Bautista Maino, sobre diez de las ventanas del salón estuvo durante años la serie que Zurbarán dedicó a narrar las hazañas de Hércules, personaje del que los Austria se consideraban descendientes.

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