Ojarasca 44  diciembre 2000


11 larga

Por siempre viva el secreto de la lumbre

Eduardo Guzmán


La Tierra gira enferma. El Sol está cansado. Vivimos en un mundo desbaratándose. Y Los que Van Delante no lo ven. Los que Van Delante en realidad van hasta atrás, a la cola de la conciencia universal de la vida; pero mandan. Por su tantísimo poder acumulado para comprar y matar con la misma munición de oro podrido, mandan. Industrializan la realidad al tamaño de su conveniencia. El verbo que Dios nos dio es convertido por ellos en un changarro para putear: paz, es una manera de sobrevolar el odio y la injusticia militar de Los que Van Delante sobre Los de Atrás; progreso, es una manera acelerada de morir y matar con miedo, sin memoria ni raíz. Y así, sobre esos equívocos se levanta enana la grandeza de la civilización moderna, tan especializada en escarbar misterios, pero tan ignorante, soberbia y atroz para descifrarlos.
 


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Los de Atrás son mayoría. Babélica y dispersa mayoría. Numerosos contingentes de Los de Atrás extraviaron su conciencia en las madrizas de la historia. Los uniformaron borrándoles su identidad y fueron arrojados a sostener las plantas bajas de la modernidad. De Los de Atrás, sólo algunas naciones supieron y pudieron guardar su fuego hasta nuestros días. Son los indios del mundo. De Australia, de África, de la India, de Asia, de América. ¿Cómo pudieron, desde su origen remoto, llegar hasta hoy?, ¿para qué?, ¿qué rasgo profundo los hace iguales? En su asombrosa diversidad, tatuada por la diversidad de los climas y la geografía del planeta, los pueblos indios poseen un rasgo común: recuerdan su origen. La ruta de sus antepasados remotos es sagrada y está viva porque ellos atizan esa lumbre con su baile, canto, siembra, peregrinación: con su vida cotidiana. Su enlace con la raíz le da fuerza y orientación a su existencia, armoniza su relación con todo lo que les rodea, porque saben que forman parte del Todo y pueden entonces con la más exquisita poesía agradecer y pedir vida y salud para todos los seres vivos del mundo. Ellos son los cuidanderos del fuego ancestral. Sus tradiciones milenarias han resistido en diverso grado el acoso de la civilización occidental; pero se hallan malheridas. La fuerza de la tradición milenaria es vulnerable a los microbios de la modernidad. En unas cuantas generaciones el paradigma de la civilización occidental puede barrer con el conocimiento acumulado durante miles de años por un pueblo y con el hábitat al cual está fundido.
 
 

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El sobrecalentamiento del planeta Tierra es la fiebre alta que padece la Madre que nos parió a todos. Lo que Los que Van Delante no pueden entender más allá de la retórica de la palabra envilecida, es que somos lo mismo, los distintos rostros de la humanidad. De la gran familia del hombre que somos todos los seres humanos, el Misterio puso por delante como guía al adolescente ambicioso. En dos mil años y feria averiguó y construyó maravillas hasta enceguecer y desconocer e intentar matar a su madre. Ese muchacho es ya mayorcito pero no sale aún de su adolescencia espiritual. Su borrachera. Su fandango sicópata. Su laguna mental. Nos encarrila a todos rumbo al derrumbre. ¿Era esa su misión?, ¿qué solución tiene la vida? Quitarle con la guerra el timón a ese pinche muchacho es casi imposible: es un industrial de armas nunca tan mortales como ahora. Educarlo, quizá, pero no se deja. Las lecciones que recibe, como decíamos al principio, las industrializa al tamaño de su conveniencia: respetar hoy a las culturas indígenas que no tuvo tiempo de liquidar, es integrarlas a la iglesia de la Diosa Productividad y convertir sus territorios en antros de ecocidio. Y hay organismos internacionales para legalizadamente con biólogos en la bolsa continuar el saqueo de las entrañas de la madre. ¿Qué solución tiene la vida? Muerte en guerra, poesía, esperanza, no sabemos... pero sí: muerte en guerra, poesía, esperanza.
 
 

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Lo que hay adentro hay afuera. Lo que hay delante hay atrás. Lo que hay arriba hay abajo. Yo soy otro tú. Pues yo también. Y entonces, cómo nos desenredamos de tanto enredo y cómo luego nos unimos. Si desear y poseer hasta el delirio nos enredó, abandonar esos afanes podría hacernos crecer y recordar. Pero Los que Van Delante no cesan de poseer todavía más hasta el derrumbe. Pues muerte en guerra. Y poesía. Con canto, con danza, con amor. ¿Cuánto de lo vivo abarcará la muerte gracias al olvido del hombre, cuánta destrucción? No sabemos. Es un misterio. Apenas nos asomamos a él. Quizá nos estamos derrumbando todos como un montón de piedras. Y aún así: Poesía. La vida no se apaga nunca. Por siempre viva el secreto de la lumbre.
 
 

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Quizá nos estamos derrumbando todos como un montón de piedras.

Amachínese bien en su canción, mi buen,

o sea, suéltese.

La talega del ego

y la garganta de grasa

escúpalas del cuerpo,

el temor, del espíritu.

Un instante nosotros nomás de coyote hambriento,

mas la vida no se apaga nunca.

Quizá nos estamos derrumbando todos como un montón de piedras

por un abismo.

Seremos en el lecho seco del fondo camino pedregoso

hasta que el viento arriando niebla nos bautice y comience todo

líquenes, musgos y tortugas nómadas.
 
 

Eduardo Guzmán: escritor, poeta, huicholero como pocos. En San Luis publica una revista, medio literatura de cordel-medio fanzine, para
que la gente del desierto, tanto pastor sereno
y sabio, lea de aquí y de allá, pues su publicación no reconoce fronteras ni reglamentos. Además, junto con los wixárika, Eduardo colabora por encargo, propio y de la gente de Santa Catarina Cuexcomatitlán, en cuidar del jícuri para que
no se lo acaben, para que le den buen uso, allá
en Wiricuta, en el desierto de Coronado, y en velar
por que el territorio huichol, que se extiende del mar en Nayarit hasta el desierto de San Luis, se fortalezca como un corredor cultural y de cuidado integral del entorno y de la vida toda. Ahora este cuidado, promovido muy centralmente por Conservación Humana y que respaldó el gobierno de San Luis Potosí, le ha valido al pueblo wixárika un reconocimiento ecológico a nivel internacional, en el marco de la celebración Regalos Sagrados para un Planeta Vivo, en Katmandú, Nepal, los días 15 y 16 de noviembre. Este premio lo otorgaron Felipe de Edimburgo, el Fondo Mundial para la Naturaleza (el wwf por sus siglas en inglés) y
la organización británica Alianza de Religiones
y Conservación. Esta última es también una
de las primeras instituciones en reconocer abiertamente el derecho de los wixárika
a ejercer su propia religión.

pagina final


No sé. ¿Qué podemos decir de ese misterio?
Apenas nos asomamos a él.
Quizá nos estamos derrumbando todos
como un montón de piedras.

Juan Rulfo

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