Laura Solórzano Foppa habla sobre su madre con Alicia Partnoy (Julio de 2000)

 

 

L: Era un lujo de mujer, era un lujo la pobre, además padecía con nosotros ante la ignorancia, no sólo la nuestra sino la que nos rodeaba...
A: Pero además de su formación intelectual, artística, se movía en
mundos muy politizados ¿verdad?

L: Yo creo que todo el interés social que nosotros podamos tener, o más
que interés social, la forma de ver la vida... debo decir que la
aprendimos todos, incluida mi mamá (de mi padre). Era mi papá el que
marcaba esa pauta. Ella le daba el tono humano. Ella era la clásica
madre mamá-papá que hacía todo y era súper-mamá. Se ocupaba de todo, de
la comida, los calcetines, de la escuela, de que aprendiéramos a nadar,
a andar en bicicleta. Mi papá era el hombre que estaba ahí, que hablaba,
que nos contaba, que platicaba, que trabajaba y que uno tenía la imagen
que esto era normal y que llegaba y le daba el sueldo completo a mi
mamá, para que ella repartiera como fuera. Y que estaba ahí. Pero la
que iba y venía y tomaba decisiones era ella.
Como madre, como mujer y en sus tiempos libres iba buscando su
necesidad. Vivía todo lo que tú ves, toda su escritura, toda su poesía
era "no tengo tiempo", por eso a mí me gusta mucho este libro, "Las
palabras y el tiempo". Porque nunca le daba tiempo a hacer todo lo que
quería. Siempre sentía que le habían quedado atrás muchas cosas, porque
empezó a descubrir una serie de cosas para ella tarde... Se pasó muchos
años en formación, en viajes, en Europa, llegó de repente a América
Latina donde la vida tenía otro ritmo y entonces ella empezó a tener
como una ansiedad de que no le daba tiempo nunca de terminar lo que se
proponía. No sabía decir que no. Tú le pedías un artículo...
A: Elena Poniatowska me decía el otro día: "Yo me identifico con ella"
por eso de estar siempre en tantas cosas, actividades necesarias,
urgentes, por eso de no tener tiempo para ciertos proyectos en los que
se sueña, como la novela que Alaíde quería escribir sobre su hijo...

L: No, escribió un capítulo y...
A: ¿Vos lo tenés?
L: El capítulo sí.
A: ¿Te interesa publicarlo?
L: Lo he guardado hasta ahora porque es muy pequeño. Yo creo que en
algún momento se dará. Se dará el tiempo, pero yo pienso que eso debe
publicarse cuando encontremos la forma. Supongo que llegará el momento.
Yo me he dedicado a transcribir algunos cuadernos de ella, porque ella
tiene una letra muy difícil y nadie, incluida yo, la entiende. Yo había
encontrado una secretaria maravillosa, en Quito, que entendía su letra y
entonces lo que he adelantado en trabajo es transcribir los últimos
cuadernos que ella tenía, donde está incluido lo que escribía, pero
además piensa que ella tuvo muy poco tiempo. O sea, a Juan Pablo lo
mataron en julio... Digamos su deseo como oigo de muchos escritores, es,
era escribir una novela. Ella estaba escribiendo una novela. No era
una novela dedicada a un hijo. Dentro de esa novela había una serie de
personajes muy identificables, donde yo me identificaba claramente,
donde yo identificaba a algunos de mis hermanos. Pero no fue una
novela que ella digamos empezó a escribir después de la muerte de Juan
Pablo. Hay un diario que ella empezó a escribir sí después de la muerte
de Juan Pablo. Hay algunas páginas de ese diario que tampoco escribió
hasta el último día antes de irse a Guatemala...
Ella escribía bastante. Tiene una serie de diarios un poco
desordenados, porque a veces cada primero de año decía, "este año voy a
hacer esto", sus propósitos de Año Nuevo. Yo nunca los escribí. Tal
vez porque ella los escribía dos veces. Nunca he hecho propósitos de Año Nuevo... La verdad, en general el Año Nuevo no me gusta. Me da lo
mismo. Quiero que pase el día rápido y ya. Ella tampoco hacía gran
fiesta. Pero su fiesta, su celebración, era escribir sus propósitos de
ese año. Entonces escribía el propósito de los meses, el propósito de
las semanas. Siempre tú encuentras recurrentemente en sus diarios: "no
me dio tiempo. Otra vez se me acabó la semana y no hice el artículo
que quería hacer". O, "terminó la semana y ya no pude dedicar a
corregir "Las palabras y el tiempo". O, "se acaba la semana y esta
semana no pude escribir nada para la novela". Ese es el tono
recurrente...
A: Sin embargo producía de una manera extraordinaria...
L: Porque escribía para el periódico, preparaba el programa de radio,
veía lo de la revista, escribía muchísimo. Además, ella abría los ojos
y escribía y se ponía a escribir.
A: Pero siempre había algo más... Pero siempre, siempre este tema de la vida para muchas personas de que lo urgente te quita lo importante ¿no?

VI
¿Es por exigirle
demasiado
al tiempo?
¿Por haberlo querido
ensanchar comprimir
agotar multiplicar?
¿Es por no haber sabido
respetar su medida?
¿Es por la absurda esperanza
de rescatar
el tiempo perdido?
¿Es por eso,
el cansancio
de cada día?

VII
Esta secuencia de soles
esta cadena de noches
que engendran siempre
las auroras
me obligan
a cumplir mi condena
de muertes y resurrecciones.

Alaíde Foppa. "Las palabras y el tiempo".

A: En su poesía ella tiene estas premoniciones, como cuando escribía
"Sólo de las palabras/espero/la última presencia". O estos versos de
Los dedos de la mano, dedicados a Juan Pablo "aunque eres mío/más que
mi mano, /oh, mi mano más tierno, /tal vez no sepa defenderte". Su
militancia por la justicia en Guatemala y en el mundo la llevó a asumir
estos riesgos para seguir defendiendo después del asesinato de su hijo a
todas las víctimas de la represión...

L: El tema de la muerte en su poesía, si tú te pones a ver, es
recurrente. Llegó más allá que eso en pensar. Es un poco, no sé, yo no
soy una persona que me imagino como voy a morir y no pienso mucho en la
muerte en general. No lo hacía antes de que me llegara la muerte de
esta manera, no lo hago ahora tampoco. No, no, yo creo que por manera
de ser, no estoy con la angustia de que voy a morir, no. Conozco
gente que lo vive así. Yo no, ni de niña ni nunca. No y tal vez por
eso y me llegó la muerte sin preguntármelo, pero en el caso de ella, que
la deseaba tanto, ella la deseaba y en muchos momentos de su vida deseó
morir. Deseó morir. Tal vez no tomándose una pastilla, pero ella
sufría. Sufría muchísimo por las cosas y ella a lo largo de su vida, de
niña, de joven, de madre, hubo muchos momentos en que ella deseaba
morir. Pero deseaba morir de esa manera como religiosa. Porque ella
era una mujer absolutamente espiritual...
No sé cómo suene, pero yo creo que ella murió de la forma que ella debe
haber querido morir. Mira, el secuestro no es casual y a pesar de que
en Guatemala hubo todo tipo de injusticias y abusos, hay una cosa que yo
he ido aprendiendo con el tiempo: es que estos regímenes militares,
fuera de esas matanzas masivas que hacían para aislar a la guerrilla, en
los casos personales y particulares de secuestro, de muerte, sabían a
quién estaban matando y por qué. En el caso de mi mamá también. No fue
casual y no fue porque era madre de guerrilleros. Fue por un
desencuentro, porque hubo un correo donde apareció su nombre y de
repente dijeron: "ah, esta señora está mezclada en este asunto", cuando
realmente no estaba mezclada. Fue una suma de muchas cosas. Pero
independientemente de todo eso, ella tuvo avisos. Tuvo su vida en sus
manos y ella tomó la decisión que tomó. Eso no quita la tristeza y la
necesidad que yo he tenido de ella durante estos veinte años, pero me da
la tranquilidad de sentir que ella eligió su muerte.
No sabía que se trataba de tortura, no sabía exactamente lo que iba a
pasar. Pero primero secuestraron a una amiga de ella, tres días antes,
pensando que era ella. Ella lo supo. Mi hermano se jugó la vida para
avisar, para decir que por favor se aislara, porque ya sabían que algo
había pasado. Ella lo supo y a pesar de eso, tomó la decisión de ir a
dejar una carta o un dinero que le habían encomendado. Cuando yo la fui
a dejar al aeropuerto, iba como niña. Emocionada, porque me dijo: "yo
voy a llevar una carta, voy a ser correo del movimiento insurgente". Y
me dijo: "voy tranquila porque sé que me cuidan". Ella creía como en
las películas, que había más o menos en cada esquina alguien
cuidándola. Así salió de México y así dijo: "no, yo voy a llevar esta
carta y luego me asilo." Ella tuvo su vida en sus manos y ella eligió
así. En la medida que leo su poesía y es este tema de la muerte y este
convencimiento de que ella tuvo la oportunidad, ella eligió, ella pudo
haber dicho, o sea, si ella hubiera querido vivir de otra manera,
hubiera dicho: "en este momento me voy corriendo y me escondo porque yo
quiero salvarme."