SABADO 2 DE DICIEMBRE DE 2000

Ť Vicente Fox sirvió los tamales; ella, el atole 


"¡Andale, mi chiquito!", ofrecía Sahagún a los niños de la calle

Ť El convivio, en la calle Libertad, del barrio de Tepito

Juan Manuel Venegas Ť Vicente Fox Quesada sirvió el atole y Martha Sahagún los tamales. A la mesa, el Presidente estaba rodeado de diez niños de la calle...

--¡Andale, mi chiquito! --ofrecía Sahagún, voz tierna, a los chiquillos que no dejaban de meter mano a los de verde y mole.

--¡Entrenle mis cuates, está calientito! --servía por su parte Fox que, atento, no dejaba que los vasos de unicel se quedaran vacíos.

Calle Libertad en el barrio de Tepito. Ahí estuvo el Presidente de México ayer por la mañana, por "las puras ganas" de cumplir con el compromiso que hace casi un año hizo con estos niños, que en un acto de campaña encontró en la Alameda capitalina, durmiendo entre periódicos, bolsas de hule... y drogas.

"A ver qué se puede hacer por ellos", dijo en diciembre del año pasado, mientras que se comprometía con Jonatán (así dice que se escribe su nombre), Francisco, Manuel... a volverlos a ver, "cuando gane Presidencia".

Ayer, por lo pronto, ya les cumplió lo de la reunión. Y a ver qué se hace por ellos, ahora que ya es jefe del Ejecutivo federal.

Dejen de echar desmadre...

fox-sahagun-desayuno-jpgEl desayuno de Fox con los niños fue organizado por los vecinos de la Libertad que, bajo el liderazgo de Lucía Ruano (regordeta mujer que ordena hasta dónde debe uno sentarse), prepararon tamales, quesadillas, sopes, atole y compraron refrescos para la banda.

También contrataron mariachi; un grupo de danza, y un trío de huapangueros. No faltaron los payasos para los chavitos.

Para las jovencitas, y no tanto, también hubo oportunidad de agasajo: la llegada del cantante Emmanuel, que repartió autógrafos y uno que otro beso a las fans que todavía lo recuerdan por aquella tonada del tengo mucho que aprender de ti.

El se empeña en hacerse vigente y presume su nueva producción discográfica, donde "incluyo una canción muy bonita para los niños de la calle".

--¿Cómo se llama esa canción?

--Metida el alma al suelo --contesta el conocido Bola (como le dicen en el medio artístico), últimamente más metido en actividades altruistas, apoyo a discapacitados y programas para la preservación del medio ambiente.

Libertad es a las nueve de la mañana un verdadero desmadre. A todo lo largo ?fácil un kilómetro-- se instalaron mesas, con mantel blanco y adornadas con nochebuenas, para la tamaliza con Fox, al que se le reserva una mesa "especial" a la mitad de la avenida, en la esquina con cerrada de la Libertad.

Ahí se arremolinan reporteros, Estado Mayor Presidencial, gente del área de prensa de Fox y, por supuesto, Emmanuel y sus seguidoras.

Ruano entonces se molesta. Avisada de que en unos minutos llegará el Presidente, reacciona:

--Dejen de echar desmadre... ¡A ver Miguel, mueve las pinches manos! ¡Ayuda con las ollas!

El regañado Miguel no espera otro grito de la lideresa y se le empieza a ver más que movido.

--¡Todos quieren estar sentados, muy chingones... pues entonces, muévanse y acomoden sus sillas... hay que aprender a relegarse.

Con esas palabras, con esa voz de mando y el respeto que, notoriamente, todos le reconocen, Ruano consigue "meter al orden" a los invitados y despejar el camino para Fox.

A toda madre...

Y llegó Fox. Camisa azul y pantalón de mezclilla; "ni parece que vaya a tomar posesión", alguien observa. De pasada saluda a los convidados, pero él va a lo que va: a reunirse con los chavos de la calle.

A su mesa, el regañado Miguel acerca dos ollas, una de tamales y otra de atole. "Orales mis cuates, ¡a entrarle!".

Fox degusta uno de dulce. ¡Están a toda madre!, festeja el sabor, al tiempo que no suelta la jarra con la que sirve atole a sus "nuevos amigos".

Por instrucciones de Ruano, algunos toman la palabra.

Quieren plantearle sus problemas. Y a Vicente Fox se le rasan los ojos de lágrimas cuando el niño Juan Carlos Tovar, de ocho años, le pide:

"Vicente, nosotros sólo le queremos pedir que nos eche la mano para que no nos falte pan para comer...".

El Presidente mira a aquel niño y mira a Martha. A ver qué se puede hacer...

Vicente Fox saldría de Tepito pasadas las diez de la mañana. "Voy a ponerme la banda", se despidió para, de prisa, en la casa de Ruano, cambiar la mezclilla por el traje gris con que iría a San Lázaro a su toma de posesión.