| ¿quién va a traer a nosotros el sol que va a calentar nuestras manos? Yannis Ritsos
éramos hombres a favor de su belleza crecía nuestro pelo, se incendiaban nuestras médulas no se cansaban nuestros ojos de mirar los grandes mares para engañarnos con sueños no pedidos. Hacíamos de testigos al destiempo del cielo El cielo componía nuestros trozos dañados. |
Un hombre más pequeño que los hombres Había un mundo Pero la pena es que |
el atardecer a la orilla. "Asombra las sombras se borran los colores," se calman los ruidos.
saboreas la tarde. La brisa de noche entrega la primera frescura, la primera Estrella Polar. Aparece después la Vía Láctea. Todo es pulcro y en armonía con la naturaleza.
sin enterarse de todo eso patalea como un monstruo estrangulado. versiones de Ceslik Sadar |
Adquieres el color de las piedras que se enfrían
de las estatuas de bronce y de la loca desnudez
tu piel se convierte en un inmenso país en mis palmas
una caverna aislada
para descansar un poco
y despertar de nuevo
sucedidos los largos descubrimientos
Días enteros me preguntaba cuál era la fuente de esa
llama secreta que incendiaba tus pupilas. Noches enteras,
yo buscaba mi camino sobre las colinas arduas e impenetrables. Y luego
las luces se apagaban, y luego las estrellas caían en los lagos
frescos que hay en mí. Cuando me tomabas de la mano, ¿era yo
o era otro el que caminaba contigo sin poner el pie en las olas y el viento?
Cuando me tomabas de la mano
un color azul caía sobre mis ojos.
Luego, todos los mares se retiraban,
un bosque se agitaba de rumores,
una bandada de palomas volaba de mi corazón helado.
Cuando me tomabas de la mano
las hojas rojizas de un platanero caían
sobre las baldosas blancas del patio
y hundiéndome en esas hojas hubiera querido morir.
Éramos como casas antiguas con los postigos aún abiertos
y golpeados por el viento, vagabundos y tímidos.
Cuando me tomabas de la mano
una flor traspasaba los peñascos
Cuando me tomabas de la mano
el ansia por viajar me invadía
y días enteros me colgaba de las nubes grises