DOMINGO 24 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Una nueva pobreza de las naciones
La devaluación de Rasputín
Hoy se insiste sobre la inadecuación de
hablar de izquierda y derecha políticas, maliciosamente. Porque
esta desaparición de extremos no implica, como se pretende
sugerir, una ampliación del centro, sino una
derechización planetaria que elimina la existencia del otro
polo.
Se trata de una homogeneización meramente
técnica, pero no sólo en el sentido de una
pragmática circunstancial sino consecuencia de la
desaparición de políticos de altura
El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río...
JLB
Ayer nomás -cuando todavía me peinaba con un tupé como el de Elvis- mi tía Famosa advertía: "el amor, como la guerra, ya no se declara, se hace"; no obstante, entre los coetáneos reconocíamos ambas debilidades como opuestas, y manifestábamos: "haz el amor, no la guerra". Hoy resulta que, según las relaciones enemistosas que escojas, puede ser más peligroso ir a la cama que al frente.1
En este cambio vertiginoso, pletóricos de datos, permanecemos inválidos para su entendimiento. Quizá los que me ocupan no son hechos sintomáticos emparentados, pero, incierto y curioso, en medio de una tradición posmilenaria de auscultar signos en los tiempos y una atmósfera saturada de ansiedades apocalípticas, no resisto a mis veleidades cabalísticas.
En momentos de triunfalista alarde tecnológico,
arrolladora prosperidad económica y concomitante inseguridad
social, me parecen guiños cargados con mayor sentido aún
que el reflotamiento melodramático del Titanic que en las
afueras de París se haya estrellado sin sobrevivientes "el
avión más seguro del mundo", casi simultáneamente
con el informe del desastre leído por Kofi Annan en la Cumbre
Social de Ginebra;2 así como que sea
irrecuperable el satélite Solidaridad, cuando 18 trimestres
consecutivos de crecimiento de la economía nacional han
empujado a tres cuartas partes de los mexicanos debajo de la
línea de pobreza.3
Hace unos cuatro años visitó el ITAM Jeremy Rifkin, asesor de Clinton, que se encontraba en México por la aparición en castellano de su libro El fin del trabajo,4 donde basado en estadísticas oficiales indicaba que en Estados Unidos hacia 1993 los desempleados superaban los 13 millones entre la población económicamente activa, con una dinámica de crecimiento de 2 millones de nuevos expulsados de sus puestos de trabajo por año. También señalaba que, continuando con una antigua tradición nacional, en Estados Unidos existía más de un millón y medio de diversas agrupaciones civiles.
Para paliar la disfuncionalidad del sistema, productor a
un tiempo de exclusivo bienestar e inocultable masivo malestar
(vg. Seattle, diciembre de 1999), Rifkin no proponía
reformas de tipo keynesiano como las de Roosevelt con el new
deal, ni, mucho menos, la creación de un partido
político capaz de agrupar y canalizar los intereses de tan
notable sector de la población, sino que instaba a mejorar las
prácticas del voluntariado, es decir, a fortalecer el
desarrollo de instituciones de autoayuda por parte de la sociedad
civil, sin ninguna gravitación política, que no
perturbaran el demoledor proceso de acumulación sino que con
sus remiendos a la pobreza extrema funcionaran como apoyo
estratégico a la disuasión de toda ansia de cambio y
freno a cualquier posibilidad de subversión. Fomentar
asociaciones que prodigaran tiernamente algunas migajas del banquete a
esos ingentes grupos que han desarrollado la costumbre de dormir
debajo de los puentes y acudir un par de veces al día, plato en
mano, a la misericordiosa puerta lateral de algún
templo.5
La voladura del edificio de oficinas federales en Oklahoma City -a manos de un galardonado ex combatiente de la Guerra del Golfo- el 19 de abril de 1995, el día en que se cumplía el segundo aniversario de la matanza de Monte Carmelo en Waco, por fuerzas del Estado, condujo a un hallazgo insospechado e inquietante como pocos. Bajo la marginación, la decepción y el resentimiento, que continúa "la desilusión de Vietnam" (sentimiento de traición por parte del Estado), han proliferado no sólo sectas new-agers y agrupaciones de fundamentalistas evangélicos sino que, por lo menos en 38 estados, sobre todo en el noroeste del país, ha cundido la plaga mucho más maligna de las milicias armadas.6
Como dice Chomsky, los jerarcas soviéticos y sus pares estadunidenses históricamente estuvieron en completo desacuerdo, con una excepción: llamar "socialista" al régimen de la URSS -unos para usufructuar el prestigio del término, los otros para denostarlo identificándolo con la pérdida de libertades individuales-. La auténtica revolución se produjo en febrero de 1917, lo de octubre fue un golpe militar que abortó las incipientes instituciones revolucionarias.
Cuando programáticamente oímos repetir el juicio de "fracaso del socialismo", se hace necesario, en primer lugar, observar que el derrumbe de la Unión Soviética obedeció menos a una "victoria de Occidente" que a la implosión del régimen burocrático.7 En segundo, preguntarnos por qué no se reconoce y diagnostica asimismo el "fracaso del capitalismo" cuando la mitad de la población mundial es pobre; en América Latina en dos décadas la miseria se ha duplicado;8 y en México 76% de los hogares se halla constreñido a sostenerse con menos de dos dólares diarios.
Algunos comentaristas opinan que el desmoronamiento de la URSS ha provocado una crisis de identidad nacional en Estados Unidos: ya no existe el mal monolítico que justifique y permita la manifestación de la virtud absoluta. El actual proceso de "vietnamización de Colombia" y su extensión regional en parte cubrirá esta necesidad.
Pero hoy que todo se halla nuevamente en su sitio, es decir, ese segundo mundo nuevamente en el lugar del tercero, del que por descuido se salió un rato, y cada rincón del planeta se replica como clon globalizado, parecería que también los rusos padecen algún trastorno en su personalidad. ƑO cómo interpretar que con pocos días de diferencia, en las más hondas profundidades y en las mayores alturas mueran como ratas miembros de su elite tecnológica, y no por una confusión de objetivos militares, según la novedad presentada por Estados Unidos en Kosovo, ni por el modesto sabotaje de algún pérfido checheno, sino por una suerte de harakiri o quizá una secreta variación de la ruleta rusa complicada por la KGB?
Hoy también se insiste sobre la
inadecuación de hablar de izquierda y derecha políticas,
maliciosamente. Porque esta desaparición de extremos no
implica, como se pretende sugerir, una ampliación del centro,
sino una derechización planetaria que elimina la existencia del
otro polo. Se trata de una homogenización meramente
técnica, pero no sólo en el sentido de una
pragmática circunstancial sino consecuencia de la
desaparición de políticos de altura.
Porque no sólo Reagan es impresentable para cotejarlo con cualquier presidente anterior de su país. Los cambios me dificultan tanto el ejercicio mental, que por más que lo intento no consigo imaginarme no digo a Lincoln, sino siquiera a Eisenhower, con su lap-top para todos lados, consultando la cotización de su popularidad según las vicisitudes de una mascada almidonada que pudiera ser sometida a pruebas de ADN.
Platón en La República observa una correspondencia entre los tipos de personalidad individual y las características de los distintos sistemas políticos; claro que no fue capaz de prever esta mutación antropológica generalizada, mezcla de infantilismo, sofisticación y violencia. Un proverbio árabe recogido por Marc Bloch dice que los hombres nos parecemos más a nuestro tiempo que a nuestros padres. La privatización y correlativa despolitización de las sociedades, botín de lobbies, las vuelve incapaces para producir el tipo humano que permita su continuidad. En la medida en la que cada otrora remoto rincón del universo deviene formateado con idéntica información genética, las grotescas semejanzas afloran evidentes. Por ejemplo, del que fuera el otro lado tampoco puedo imaginarme a personajes como Lenin o Kruschev, en el rancho de su reciente acérrimo enemigo con una tejana calada para la foto del recuerdo, durante una pausa de su gira de conferencias sobre la perestroika por las que cobraran miles de dólares.
Observaba el más gracioso de los hermanos Marx, don Carlos, que la historia acontece como tragedia y se repite como parodia. Antes del interregno soviético, uno de los personajes más influyentes en la corte de Nicolás II fue Rasputín, que piadosamente imploraba a sus discípulas: "špecad para poder arrepentiros, pero por favor, pecad!" Hoy que los pruritos éticos están en retirada y el concepto de pecado es un supersticioso anacronismo, cuando la reciente tragedia del mar de Barents, el presidente ruso no suspendió sus vacaciones, exhibiendo no sólo negligencia sino arrogancia y frivolidad. Quizá es una anécdota con moraleja extrapolable esta pobreza de las naciones hasta para producir rasputines, que nos condena a consolarnos tan sólo con putines.
Notas
1. "Sobre 500 mil soldados estadunidenses implicados a lo largo de siete meses en las operaciones del Golfo, el número de bajas, exclusivamente en accidentes de tránsito, habría sido tres veces más elevado si los hubieran dejado en la vida civil": Jean Baudrillard, La Guerra del Golfo no ha tenido lugar, 1991, Barcelona, Anagrama, p. 76. Según estudios de la OMS, el VIH presenta una progresión de 16 mil infecciones diarias: Reforma, 4 de noviembre de 1999.
2. Mil 800 millones de personas sobreviven con menos de dos dólares por día; otros mil 200 millones, con menos de uno; 40 millones mueren de hambre por año: Clarín, 27 de junio de 2000.
3. Cfr. análisis de datos del INEGI por Julio Boltvinik, La Jornada, 21 de agosto de 2000.
4. México, Paidós, 1996.
5. Sobre estas escuelas auxiliares de conformismo, fatalismo y congelación social, que eufemísticamente denomina 'tercer sector', explica: "En el tercer sector mucha gente aprende a practicar el arte de la participación democrática. Es donde la camaradería se desarrolla y crean amistades. El tercer sector proporciona tiempo y lugar para explorar la dimensión espiritual. Las organizaciones religiosas y terapéuticas permiten que millones de estadunidenses se evadan de las preocupaciones de su vida cotidiana. Finalmente, el sector de voluntarios es donde las personas pueden relajarse y divertirse y experimentar con mayor placer los aspectos positivos de la vida y de la naturaleza" op. cit., p. 287. El autor abunda en la adoctrinación de Peter Drucker, ideólogo que alineado a los imperativos de Wall Street en torno a incrementar la productividad mediante postfordismo y reingeniería, dice que debemos prepararnos para una sociedad en la que el trabajo dejará de ocupar el centro.
6. "Los grupos que se denominan a sí mismos milicias ciudadanas (opuestos a los pequeños grupos de derechistas armados que han estado presentes desde hace muchos años) no parecían existir antes del 19 de abril de l993": Damian Thompson, El fin del tiempo, 1998, Madrid, Taurus, p. 323 ss.
7 Cfr. Cornelius Castoriadis, El avance de la insignificancia, 1997, Buenos Aires, Eudeba, p. 17 ss.
8 Cfr. CEPAL, Panorama social 2000-2001.
------------
*Departamento Académico de estudios generales. ITAM.