LUNES 11 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Con excepción de Palín, deleznable ganado de Hernández


En supuesto cartel de antología, sólo García Méndez hizo la tarde

Ť Lizardo, puntazo anunciado Ť Atanacio, sólo voluntad Ť Debutó niño rejoneador

Lumbrera Chico Ť Carlos García Méndez, novillero tlaxcalteca de 21 años de edad, se convirtió ayer en el único triunfador del octavo festejo de la temporada más chica 2000, al cortar las dos orejas de su segundo enemigo, Palín, de 383, un castaño aldinegro, muy cómodo de encornadura, al que le cuajó una espléndida faena de muleta por ambos pitones, luciéndose al ejecutar el circurrete una y otra y otra vez, aprovechando la nobleza del astado, tan dócil, que el público, en la mejor entrada del serial, exigió el indulto, sin conmover por fortuna al juez Salvador Ochoa, que no cayó en sentimentalismos ni accedió tampoco a la tenue petición del rabo.

Organizada no por Rafael Herrerías sino por el departamento taurino de Telmex, la pachanga incluyó un bonito número ecuestre a cargo del hijo del ganadero, el empresario Jorge Hernández Andrés, famoso en el campo bravo por ser criador de... las cabras que dan origen a la cajeta Coronado, de la cual ha extraído los medios para perseverar en la tradición familiar de producir toros de lidia, con muy poco éxito, a juzgar por el resultado de ayer. Su hijo, del mismo triunfador.toros nombre, despachó a Potosino, el primero del encierro, un tanto cegatón al saltar a la arena, y al que le adornó el morrillo con tres rejones de castigo, dos banderillas y una rosa, antes de asesinarlo con un espadazo en todo lo alto del pitón derecho. Inmaduro en el ruedo, aunque no exento de cualidades, el joven rejoneador no se estuvo quieto un instante el resto de la tarde, pululando por todos los ámbitos del callejón en inmerecido son de triunfo.

Lizardo: cornada y silencio

Manolo Lizardo, tapatío de veinte años y segundo en el cartel, se las vio negras con Muñeco, de 400, dejando en el aire la impresión de que carece de todo, excepto de un gran valor y una sobrada entrega. Después del triunfo de García Méndez, se plantó de hinojos frente a toriles para saludar a porta gayola a Rubi, otro castaño aldinegro, el más fuerte y desarrollado del encierro, que al igual que sus hermanos le rehuyó al caballo y se defendió en el segundo tercio. No obstante, Lizardo se colocó en los medios para pegarle un cambiado por la espalda, que repitió con temeridad, ganándose un aplauso con diana.

Pero entonces el bicho se transformó en una masa con cuernos, lo avisó por ambos lados, y como Lizardo no entendiera, lo prendió por la cara interna del muslo derecho, asestándole un puntazo hondo que le provocó una hemorragia hasta la zapatilla. Ceñido con un torniquete, el aspirante porfió en la brega, volvió a ser zarandeado en el aire y en la tierra, y se levantó para matar de un espadazo de efectos retardados.

Del tercer espada, Atanacio Fernández, hay que decir poco, salvo que le echó voluntad a los dos de su lote, un castaño y un negro zaino que mansearon de principio a fin y por momentos lo metieron en aprietos.

Y estos son los mejores

Desde sus primeros lances con el capote a Gladiador, de 460, primero de la tarde para los alternantes de a pie, Carlos García Méndez mostró buenos modales, que luego confirmaría tanto en un quite por chicuelinas antiguas, combinadas con tafalleras, como al situarse frente al negro zaino con la muleta bien planchada y embarcarlo con belleza en pases que sin embargo se desarmaban en el tiempo final; para colmo, lo pinchó repetidamente y escuchó un aviso. Con Palín fue otra cosa: el aprendiz lo veroniqueó con elegancia y suavidad, lo cuidó en la suerte de varas y comenzó a estructurarle una atinada lidia con la franela, por la derecha y por la izquierda. Cuando el novillo rompió, paradójicamente se quedó sin fuerza. Hábil, el muchacho procedió a jugarle por la cara, alegrando a los tendidos, y como el bovino se iba para arriba lo reconsideró ensayando con éxito el circurrete, hasta que el respetable, lleno de chabacana emoción, se volvió ecologista clamando para que le perdonaran la muerte.

A diferencia de sus hermanos, Palín fue el único del encierro que recargó bajo el peto del caballo; los demás salieron invariablemente escupidos con un solo puyazo. Mediditas de presencia, las reses no justificaron su inclusión en una novillada en la que Telmex trajo al coso de Insurgentes a los que supone que son los mejores prospectos que en concursos de selección ha ido recogiendo por las provincias.

Con la excepción del triunfador, ni los otros diestros ni la ganadería ostentaron méritos para actuar en la plaza más grande del planeta.