SABADO 9 DE SEPTIEMBRE DE 2000

Ť Cuando el dibujante ingresó a Disney en 1935, el personaje ya existía


Barks, padre adoptivo de Donald; casi 25 años le dio entorno y familia

Ť El universo del pato, criticado en AL por Mattelart; en EU y Europa, fascinación por la caricatura

Martín Arceo S. Ť Hubo una vez un hombre que crió patos... de papel.

Al difundir la muerte de Barks, ocurrida el 25 de agosto, las agencias internacionales de noticias erróneamente le atribuyeron la ''paternidad'' del Pato Donald, que apareció por primera vez en la caricatura La Gallinita Sabihonda, en 1934, un año antes de que Barks se integrara al equipo de dibujantes de Walt Disney.

Del genio de Barks, nacido el 27 de marzo de 1901 en una granja cercana a Merrill, Oregon -muy cerca de la frontera de esa entidad estadunidense con California-, en efecto, sí surgieron personajes memorables como Rico McPato, Pánfilo Ganso, Los Chicos Malos, Ciro Peraloca, la Bruja Mágica y el grupo scout Pequeños Castores, al que pertenecen Hugo, Paco y Luis, los sobrinos de Donald. Además, le dio su propio grupo de sobrinas a la pata Daisy: Abril, Mayo y Junio.

Esto sin contar que fue el primero en ubicar las andanzas de Donald y compañía en Patolandia (llamada Duckburg en su original en inglés).

Carl Barks escribió y dibujó durante casi 25 años la historieta del Pato Donald, para el cual creó toda una familia y un universo dentro del género que los aficionados gringos a los comics llaman funny animals (animales chistosos).

No obstante que el trabajo de Barks es muy apreciado en Estados Unidos y Europa, especialmente en países escandinavos, en América Latina es casi despreciado, sobre todo a partir del trabajo de Armand Mattelart y Ariel Dorfman Para leer al Pato Donald, en el cual ni siquiera se menciona el nombre del creador de McPato.

El hombre detrás del pato

A los 18 años, Barks dejó su pueblo natal y trabajó en diversos oficios, desde leñador hasta albañil, hasta que obtuvo trabajo de caricaturista para la revista Calgary Eye-Opener.

En 1935 -un año después de que Walt Disney creó al Pato Donald en la caricatura La Gallinita Sabihonda- obtuvo trabajo en los Estudios Disney, primero como animador y luego como guionista, empleo en el cual, de acuerdo con la forma de producción de la época, necesariamente debía ejercitar su habilidad como dibujante.

A principios de los cuarenta, Barks se hartó de la producción en serie de los dibujos animados; al mismo tiempo, Disney producía ante todo cortos de capacitación y divulgación para el ejército de Estados Unidos, cosa que poco complacía al años después llamado hombre de los patos.

Así, Barks renunció a Disney en 1942. Con la idea de crear una tira diaria -cosa que nunca logró-, pidió trabajo a la editorial Western Publishing, que al ver la capacidad del dibujante para los comics, lo contrató para realizar historias del Pato Donald.

El Tío Rico McPato surgió en la historieta Christmas on Bear Mountain (Navidad en la montaña del oso), publicada en 1947. Durante los siguientes seis años, McPato apareció únicamente en 10 comics más. A partir de 1953 se le dio su propia revista, que Barks ilustró y dibujó hasta 1966.

Fue hasta 1967 cuando McPato apareció en dibujos animados; posteriormente, en 1983, tuvo el "papel estelar" en La navidad de Mickey, una adaptación de Cuento de Navidad, de Charles Dickens, obviamente interpretando a Scrooge. Posteriormente, McPato fue el protagonista de la ya mencionada Patoaventuras.

En inglés, McPato tiene acento escocés, en tanto el público anglosajón identifica a los nativos de Escocia como tacaños, en la misma forma en que tradicionalmente los mexicanos consideramos -erróneamente según muchos- a los oriundos de Monterrey. En la versión traducida en México, el actor de doblaje Arturo Mercado da más bien a McPato un acento neutro.

La fascinación por McPato va más allá de su avaricia o su fortuna, guardada en una bóveda de tres hectáreas cúbicas repletas de billetes, aunque su tesoro más preciado es el primer centavo que ganó como gambusino.

Por encima de sus atributos más reconocibles, en las historietas de Barks McPato estaba genuinamente encariñado con su familia, además de que podía arriesgarlo todo por quien se hallaba en desgracia o peligro, y mostraba un "lado humano", con grandes virtudes y defectos, que trascendía a su apariencia de ave.

La popularidad de Barks

En 1970, animado por aficionados europeos, Barks comenzó a realizar pinturas al óleo representando a Donald y sus congéneres, mismas que actualmente alcanzan precios estratosféricos.

Mcpato2 El mismo Barks estaba asombrado del aprecio que se tenía por su trabajo. Las entrevistas le molestaban. Alguna vez dijo: "Lamento haber concedido tantas entrevistas en el pasado y estúpidamente no haber puesto cinta adhesiva sobre mi boca al estar cerca de una grabadora".

Pero el valor del trabajo de Barks reside en el gran cuidado que le dedicaba, especialmente al saber que se dirigía a niños. A pesar de no ser aficionado a viajar, se documentaba con diversas revistas, especialmente National Geographic, para dar veracidad a los escenarios internacionales en que colocaba las historias de Donald y McPato.

A propósito de la historia El lemming del Camafeo, donde McPato pretende recuperar un valioso medallón entre una estampida de lemmings, el historietista y activista por los derechos gay Howard Cruse dijo: "ƑImaginaba Barks que dibujaba para mí, un niño en Georgia? Dibujó esmeradamente cada uno de cientos de lemmings en una posición especial... šcon lo fácil que hubiera sido mandar hacer un sello de goma y estampar bichos por toda la página!".

Se ha dicho que McPato es el estandarte de la propaganda proyanqui. Sin embargo, esta idea se halla muy alejada de la opinión de especialistas, como lo expresó Geoffrey Blum, director de una compilación de los trabajos de Barks realizada en 1991: "Puede decirse, sin temor a errar, que Barks tomó las historias de animales chistosos más allá de lo que ha hecho dibujante alguno, antes o después... Tío Rico y Donald y sus congéneres nos ofrecen un vistazo a nuestros sueños, una oportunidad de sosegar nuestra humanidad. Por eso apreciamos a Carl Barks".