SABADO 9 DE SEPTIEMBRE DE 2000
Ť Alberto J. Olvera Ť
Elecciones en Veracruz: la involución democrática
Las elecciones municipales y para diputados locales del pasado 3 de septiembre en Veracruz constituyeron una verdadera afrenta a la democracia. Con meses de antelación, el gobernador Miguel Alemán y su grupo político prepararon las condiciones para manipular el proceso electoral desde el gobierno, continuaron en forma sistemática y masiva la compra y coacción del voto que habían puesto en práctica para las elecciones de julio y volcaron a todo el aparato de gobierno del estado en apoyo del PRI en todas las regiones. Al éxito de esta operación contribuyó grandemente la fragmentación de los partidos de oposición, las malas administraciones municipales en la mayoría de los municipios gobernados por el PRD y en algunos gobernados por el PAN y la incapacidad de ambos partidos mayores para atraer a nuevos dirigentes políticos y sociales.
El aspecto más negativo de las elecciones del 3 de septiembre está en el lamentable papel que cumplió la Comisión Estatal Electoral. Los peores pronósticos se quedaron cortos. Los comisionados aceptaron dócilmente todas las injerencias del gobierno estatal, organizaron precipitadamente el aparato electoral y descuidaron la capacitación de su personal. La falta de preparación de los capacitadores electorales, de los comisionados electorales municipales y distritales y de los funcionarios de casilla condujo a un caos en el conteo de votos y en el llenado de las actas de escrutinio. El PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares) fue un total fracaso en buena medida debido a esta situación, pero también porque el gobierno estatal no aportó los recursos suficientes para crear la infraestructura de comunicaciones necesaria para la operación del programa. Por lo demás, el propio gobernador Alemán se encargó de poner en claro que era él quien controlaba el proceso electoral al anunciar personalmente los resultados de las elecciones el lunes 4 por la mañana, burlándose así de la Comisión Estatal Electoral.
Los partidos de oposición han contribuido grandemente a la relativa recuperación priísta debido a sus propias debilidades. Para empezar, no lograron atraer la participación de los ciudadanos, quienes ya de por sí estaban hartos de política electoral después del 2 de julio. La abstención se situó en más de 60 por ciento, según las cifras más confiables. Candidatos poco creíbles, poco conocidos o directamente impopulares fueron la norma en una gran cantidad de municipios. Todos los partidos de oposición, incluidos el PAN y el PRD, recogieron priístas desplazados, muchos de ellos con un historial oscuro. El PRD volvió a demostrar su vocación suicida al dividirse internamente en la mayoría de los municipios importantes que antes gobernaba. Las guerras intestinas de facciones han causado más daño a este partido que los ataques del gobierno.
El caso de Jalapa ilustra muy bien los riesgos que ha corrido el PRD al hacer alianzas con partidos sin principios y sin programa. En 1997, Convergencia por la Democracia puso al candidato que el PRD amparó bajo sus siglas, logrando un histórico triunfo en la capital. Pero en estos tres años, el partido de Dante Delgado ha logrado hacer lo que parecía imposible: superar al PRI en niveles de corrupción, en el uso de recursos públicos para el apoyo de su propio candidato, en clientelismo en sectores populares y en el establecimiento de todo tipo de trampas el día de la jornada electoral. El resultado de la elección está en suspenso debido a las impugnaciones generalizadas de los demás partidos.
Por su parte, el PT y los demás partidos minúsculos continuaron con su práctica oportunista de vender al mejor postor su registro para los políticos desechados por el PRI, el PRD y el PAN. El oportunismo descarnado de estas formaciones partidarias ayuda a la supervivencia de estos aparatos políticos, cuyo único fin parece ser el de continuar recibiendo el subsidio público.
El PRI ha recurrido a toda su galería de artimañas para poder mantener el control político de Veracruz. La transición a la democracia electoral aún está a una gran distancia de lograrse en esta entidad. El principio elemental del éxito de las elecciones del 2 de julio --a saber, la autonomía política y organizacional de los organismos electorales-- fue burdamente anulada en Veracruz con la absurda complicidad del PRD y ante la impotencia política del PAN. En Veracruz el partido de Estado sigue vivo gracias al desinterés de los ciudadanos, la ceguera de la opinión pública nacional y la casi mítica incapacidad política de los partidos de oposición.