Inseguridad pública, de Zedillo a Fox
Es la respuesta a la demanda más frecuente
que recogió en campaña: combatir a la
delincuencia.
Al amanecer de su gobierno, con políticos
enredados en asuntos judiciales y un creciente reclamo para enjuiciar
a su antecesor, el primer mandatario había prometido "hablar
con la verdad", y combatir a fondo a la impunidad.
Cero intocables fue la primera frase que aportó al
diccionario de su sexenio. Y después la realidad se impuso:
llegaron más palabras, como narcolimosnas, narcoestado,
Mochaorejas, Paca, Divino, Tabascogate, Fobaproa, Aguas Blancas,
EPR, El Chueco o El Hermano Incómodo.
Todas se integraron al libro que se escribió en
los últimos seis años, y que cuentan, cada una, un
pedacito de la historia de inseguridad pública en el
sexenio.
El tomo se entregará, junto con el resto de la
biblioteca sexenal, al presidente electo Vicente Fox Quesada.
Será su herencia incómoda.
* * *
Los colaboradores del guanajuatense lo reconocen: el
reclamo más socorrido durante la campaña electoral fue
el de poner fin a la inseguridad pública.
Casi un mes después de los comicios, el equipo de
transición lanzó su respuesta en la forma de un programa
con tres ejes básicos, a cuyo alrededor flotan una serie de
modificaciones legales y acciones políticas que son el centro
del debate.
Así, el programa de Fox considera la
creación de la Secretaría de Seguridad y Servicios a la
Justicia; transformar a la Procuraduría General de la
República en la Fiscalía General de la Federación
(con una Agencia Nacional de Investigación, similar a la FBI,
que sustituiría a la Policía Judicial Federal); y
concentrar en el Poder Judicial todos los tribunales y órganos
que impartan justicia y que actualmente están en manos del
Ejecutivo.
Dos semanas después de su presentación, el
proyecto sigue siendo causa de polémica, contradicciones y
dudas, particularmente sobre la forma como se pretende sacarlo
adelante y cumplir el objetivo: acabar con la impunidad y la
delincuencia.
Y es que, por ejemplo, para decidirse a reconocer que el
narcotráfico es un problema de seguridad nacional, los
colaboradores de Fox tardaron dos semanas.
*La raíz del miedo
Antes de aceptar un moño blanco que se
volvió emblema inesperado de su Cruzada Nacional Contra la
Delincuencia, el presidente Ernesto Zedillo reconoció la
gravedad del problema.
El país, dijo ante gobernadores, integrantes de su
gabinete, militares y periodistas, vive una grave "crisis de seguridad
pública", cuya solución se convertiría, desde ese
momento, en prioridad para su gobierno.
Y para empezar, se aumentó el presupuesto, se
creó un cuerpo elite de seguridad, la Policía Federal
Preventiva (PFP), y se estableció el Sistema Nacional de
Seguridad Pública (SNSP). La PFP tuvo su actuación
más brillante en la toma de la UNAM. Ahí
murió como proyecto contra la delincuencia, dicen
muchos.
En materia del narcotráfico se puso en marcha la
operación sellamiento, para impedir el ingreso de droga por la
frontera sur, y se ordenó la captura del ex gobernador de
Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, por su presunta
colaboración con el cártel de
Juárez.
Vamos, hasta los secuestradores más buscados en
esos días cayeron a Almoloya: Daniel Arizmendi, El
Mochaorejas; los hermanos Calettri, y Alonso Avila Palafox, El
Loncho.
Y sin embargo, dos años y 9 mil millones de pesos
después, las cifras oficiales dicen que el problema no se ha
resuelto.
Es más, de acuerdo con el senador Francisco Molina
Ruiz, uno de los dos coordinadores del proyecto de seguridad y
justicia del equipo de transición, la inversión
histórica y la estrategia anti delincuencia de este sexenio
sirvieron para que el índice de criminalidad se redujera... en
4%.
Los datos son claros.
De acuerdo con el SNSP, cada año se denuncian en
el país alrededor de un millón 400 mil delitos, de los
que en 13% de los casos se detiene y procesa al presunto
responsable.
De cada 100 detenidos por cometer delitos, sólo 10
son sentenciados. En las prisiones del país existen 125 mil
presos, lo que significa que la capacidad de las cárceles
está rebasada en 34 mil internos. El crecimiento en el
número de presuntos delincuentes es de 14% al año, siete
veces más rápido que el aumento anual de la
población. El 65% de las órdenes de aprehensión
que se han librado están pendientes.
Lo paradójico es que el número de
policías también aumentó en el sexenio. Un
estudio del investigador Ernesto López Portillo Vargas
señala que, por ejemplo, hasta 1997 el ritmo de crecimiento fue
de 7.7% anual, cantidad que aumentó con el nacimiento de la
PFP.
Actualmente se calcula en 315 mil elementos la fuerza
policiaca del país, entre agentes judiciales (federales y de
cada estado), policías municipales, estatales y los integrantes
de la PFP.
Esto significa que en México existen 6.6 veces
más elementos que la media internacional, pero su nivel de
eficiencia es diametralmente opuesto. "Un policía de cualquier
ciudad como Nueva York, Londres, Roma o Madrid -dice el
investigador- hace el trabajo de 55 de los nuestros".
Y un elemento adicional: en los registros del SNSP
sólo se cuenta con los datos actualizados de 128 mil 134
elementos.
López Portillo Vargas revela que, de acuerdo con
datos del SNSP, del total de policías en activo, 55.6% tiene
una escolaridad baja, pues se encuentran en el rango de "sin
instrucción, primaria incompleta o completa". Sólo 0.19%
terminó la preparatoria.
En promedio los cursos de capacitación policial
duran 4.5 meses (el promedio en Europa es de 21 meses), y de acuerdo
con la Secretaría de Gobernación, 80% de los institutos
que los imparten tienen programas obsoletos.
En 87 municipios se concentra 68.7% del total de
elementos en activo.
La mayoría se encuentra en el Distrito Federal,
con aproximadamente 100 mil policías: la tercera parte de los
que existen en todo el país.
Con toda esa fuerza pública, sin embargo, existen
casos no resueltos, y presuntos delincuentes que permanecen
prófugos.
Así, en la herencia se contabilizan también
el ex gobernador Mario Villanueva Madrid, los hermanos Arellano
Félix, Vicente Carrillo Fuentes (líder del
cártel de Juárez), y el reclamo de la semana
pasada de la organización México Unido contra la
Delincuencia para que se frenen los secuestros.
En otras asignaturas también hay saldos.
Para el combate al narcotráfico, la PGR
destinó este año 4 mil 267 millones de pesos, un
incremento de 167% con respecto a 1999.
Pero de enero a mayo, según el Libro Blanco
Sobre Narcotráfico de la dependencia, se decomisaron ocho
toneladas de cocaína, 815 de mariguana, 98 de goma de opio y
195 de metanfetaminas, además de que se logró la captura
de 4 mil 217 personas involucradas con el tráfico de
drogas.
Por si fuera poco, el asunto del respeto a los derechos
humanos causa serios dolores de cabeza al gobierno federal. El
año pasado Amnistía Internacional dio a conocer el
informe México, la sombra de la impunidad, en el que se
establece que la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, las
desapariciones y las detenciones arbitrarias son prácticas
"ampliamente extendidas", en particular durante las operaciones de
combate a la delincuencia.
Blanco favorito son, advierte el informe 1998 de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
Organización de Estados Americanos, las organizaciones
sociales.
Tal vez por eso la credibilidad de las corporaciones
policiacas está por los suelos.
López Portillo Vargas cita un estudio que
realizó la Fundación Rafael Preciado (que
colaboró en la redacción del proyecto foxista de
seguridad) respecto a la policía de la ciudad de México,
y en el que se establece que 70% de los capitalinos considera a la
policía "como incapaz para resolver los problemas de la
inseguridad y que está asociada a la delincuencia".
Advierte López Portillo: "es razonable formular
una hipótesis: probablemente la policía, por sí
misma, está generando inseguridad".
A lo largo de su sexenio, el presidente Ernesto Zedillo
reconoció una y otra vez la gravedad de la situación en
materia de inseguridad, en una suerte de aceptación
tácita del fracaso. ƑQué va a informar en su
último informe dentro de dos semanas?
*La vida en azul
La propuesta de seguridad y justicia del equipo de
transición foxista implica, ante todo, una gradual
desmilitarización de las corporaciones policiacas del
país.
Pero el asunto es complejo.
"No se puede desmilitarizar por decreto", advierte
Raúl Benítez Manaut, del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias de la UNAM. "Tiene que hacerse por
compensación: desmilitarizas aquellas partes donde las
estructuras civiles ya lo están haciendo bien".
Y añade: "Lo que tienes que hacer es acelerar la
construcción de un aparato alternativo, y en la medida en que
empiece a ser eficaz, sacas al Ejército".
El tiempo que tardaría en completarse ese proceso
se desconoce. Lo único claro es la magnitud de la tarea, pues
los militares están presentes en prácticamente todas las
corporaciones policiacas del país.
Un ejemplo. Tan sólo en el combate al
narcotráfico participan cada mes -según cifras de
la PGR- alrededor de 20 mil efectivos militares, que
tendrían que suplirse por elementos civiles.
La presencia de soldados no es gratuita. "El narco
es una estructura trasnacional, y hay que interceptar barcos o
aviones, y eso sólo lo puede hacer el Ejército. Esa es
la parte que sería más difícil de ser sustituida
porque nadie le va a dar a la PGR el equipo militar para cumplir con
estas tareas".
-ƑY por qué no?
-ƑTú pondrías en manos de un
judicial federal un avión de combate?
Tal vez por estas dudas es que la semana pasada los
coordinadores del proyecto de seguridad foxista accedieron a mantener
al Ejército en el combate al narcotráfico.
La decisión se tomó tras la reunión
que el pasado martes sostuvieron con el zar antidrogas, Barry
McCaffrey, los coordinadores del proyecto de seguridad, José
Luis Reyes Vázquez y Francisco Molina.
Siempre sí, pues.
Ciertamente, la decisión tiene otras
implicaciones.
Eric Olsen, experto en seguridad de la Washington Office
on Latin American (una ONG que sirve como puente entre la Casa Blanca
y los países latinoamericanos), reconoce que el próximo
gobierno de Vicente Fox cuenta con el "beneficio de la duda" del
Congreso estadunidense, aunque no lo suficiente como para cancelar,
por ahora, el proceso de certificación de la lucha
antidrogas.
"En Estados Unidos son realistas y entienden que los
problemas de corrupción que México ha tenido por el
narco son muy severos, y no creo que vayan a caer en el error
de pensar que el gobierno de Fox los va a solucionar en dos
años o en forma rápida", apunta Olsen.
"Pero también creo que, por el otro lado, hay
grandes expectativas de que sí haya reformas serias; creo que
es una demanda constante de Estados Unidos que se ataque la
corrupción, las ineficiencias del sistema judicial y la
inseguridad pública".
Confiesa: "Hubiera sido lo mismo si gana Labastida y
mantiene la misma actitud del gobierno de (Ernesto) Zedillo, pero la
verdad es que con Fox hay un poco de más confianza".
Y sentencia: "Espero que no caiga en el mismo error del
gobierno estadunidense, de ver todo esto (el narcotráfico) como
un problema de simple criminalidad".
*Lo contrario de lo contrario
Hace un año, Vicente Fox advirtió en tono
severo que, de ganar los comicios del 2000, disolvería a la
Policía Federal Preventiva.
El comentario no fue aislado. Por esos días, la
fracción blanquiazul en el Senado de la República
sostenía que la PFP era un cuerpo anticonstitucional.
Uno de sus críticos más acérrimos
era el senador Francisco Molina Ruiz, quien llegó a definir a
la corporación como "una amenaza para la neutralidad
política que deben tener los partidos con miras a las
elecciones del año 2000".
No fue este el único conflicto de seguridad que
señalaron los panistas.
Apenas el 1o. de marzo pasado el mismo senador Molina
calificó a la política antidrogas de Estados Unidos como
"una simulación", que se maneja "de una manera estrictamente
discrecional, que inventa día a día fórmulas con
el propósito de seguir interviniendo en los países que
adolecen a su interior el problema".
Y fue más allá.
La certificación del Congreso estadunidense a los
países que colaboran en la lucha contra el narcotráfico
"es una parte de la película", dijo Molina, porque la otra,
"que nadie dice, es que por esa certificación México
acepta una serie de recursos como aviones chatarra, esas
porquerías que dan los norteamericanos que no están
adaptados ni aplicados a nosotros".
Cosas de la vida.
Hoy, cuando Vicente Fox ganó las elecciones
presidenciales, la PFP no desaparecerá, sino que se
convertirá -según se apunta en su proyecto de
seguridad y justicia- en una de las corporaciones centrales de su
gobierno para combatir a la delincuencia.
Hoy, cuando Francisco Molina es uno de los coordinadores
del plan foxista de seguridad, la cooperación antidrogas con el
gobierno estadunidense se intensificará, porque según el
senador chihuahuense "existe una química muy positiva en cuanto
a las estrategias" que siguen ambos países.
Las aparentes contradicciones serían irrelevantes
si no fuera por un detalle: el tamaño del reto al que se
enfrentará el gobierno de Vicente Fox, y que no permite
titubeos.
Raúl Benítez Manaut dice que la propuesta
foxista es "arriesgada", porque su punto de inicio es un sistema
descompuesto.
Y advierte: el riesgo principal es la violencia que puede
generarse con el rompimiento "de las redes de
narcocorrupción y la narcopolítica", y que
deben enfrentarse, completa el ex procurador Sergio García
Ramírez, "con energía, decisión, rectitud,
experiencia y tiempo".
La pregunta, pues, se repite: Ƒcon quienes se
hará frente a la tormenta que se avecina?
"Vamos a revisar, no todos pueden estar mal", dice Reyes
Vázquez, uno de los coordinadores del equipo de justicia de
Fox.
"Se puede", señaló, orgulloso, Francisco
Molina. "En estos días ya hemos encontrado a 232 agentes
judiciales, con carrera terminada, que están cuidando puertas"
en las oficinas.
Un hallazgo importante, sin duda. Pero escaso comparado
con las cifras de la realidad: tan sólo en la PGR, de 1996 a la
fecha se ha sancionado a 3 mil elementos de la corporación por
sus presuntos vínculos con el tráfico de drogas.
"Lo difícil es cambiar la mentalidad a los
policías -explica Benítez Manaut-, erradicar
la corrupción y evitar que sean permeables al crimen
organizado. El problema es conseguirlo. Todos los procuradores de los
últimos 20 años lo han intentado, sin
éxito".
Uno de ellos fue, por cierto, el panista Antonio Lozano
Gracia, quien en 1996 ordenó el despido de 737 agentes
judiciales, la mayoría de los cuales consiguió, al poco
tiempo, su reinstalación.
Por eso la tentación de tomar decisiones
drásticas, al menos en la PGR. "Destruir a la
institución que no sirve, sacar a todos los judiciales
federales y ponerlos en el catálogo de criminales en potencia",
propone Benítez.
ƑY mientras?
"Está la Academia Nacional de Seguridad
Pública, donde se forman los mandos de la Federal Preventiva",
añade el investigador.
En otras palabras, el Ejército.
* * *
Las herramientas y los ajustes que propone el equipo del
nuevo gobierno no son los mejores, juzgan los críticos. En los
diarios se han multiplicado las voces que señalan errores en la
propuesta foxista, que apuntan que las reformas propuestas
pondrán de fiesta a los narcotraficantes y alimentarán
la corrupción policiaca.
Con esas armas, a partir del 1o. de diciembre, Vicente
Fox se lanzará a lo que él mismo definía como una
de sus principales ofertas de gobierno: "La madre de todas las
batallas en contra de la corrupción, de la deshonestidad, del
narcotráfico, del crimen político".*
EL DEBATE
Una de las primeras acciones de Jorge Madrazo
Cuéllar cuando sustituyó en la PGR al panista Antonio
Lozano Gracia fue convocar a un equipo de abogados para discutir
alternativas legales que permitieran mejorar la impartición de
justicia y limpiar a la dependencia.
De ese grupo, recuerda Santiago Corcuera Cabezut,
coordinador de derechos humanos de la Universidad Iberoamericana,
surgieron las propuestas de crear una Secretaría de Justicia e
independizar a la PGR.
-ƑQué pasó, por qué no se
hicieron efectivas?
-Porque Madrazo hizo lo que le dio la gana,
así de sencillo.
La anécdota sirve para ilustrar que, en realidad,
la propuesta del equipo foxista no es nueva, ni tampoco el debate que
le acompaña.
(El ex procurador Sergio García Ramírez
recuerda que en México existió, durante el siglo pasado,
una Secretaría de Justicia, abolida por el Congreso
Constituyente de 1917).
De hecho, el planteamiento foxista revive un debate
añejo sobre el modelo de sistema penal que se aplique en
México: acusatorio o inquisitorio, como el que ahora
está vigente.
En este último, explica Corcuera Cabezut, el
Ministerio Público tiene un peso relevante para el proceso
judicial, pues además de investigar las denuncias que se le
formulen, tiene el poder de aportar elementos que prueben la
existencia de un delito, efectuar interrogatorios y mantener en
custodia, hasta por 144 horas, a quienes considere presuntos
responsables.
En este sistema, el papel del juez durante la primera
parte del proceso -la más importante- se limita al
obsequio de las órdenes de aprehensión.
"Es un amanuense del Ministerio Público", dice
Miguel Sarre, director del Centro de Estudios de Derecho
Público del ITAM, e integrante del equipo que redactó la
propuesta de seguridad de Fox.
"De un modelo así surgen los jueces de consigna,
las torturas y las cárceles llenas -añade Corcuera
Cabezut-. Lo peor es que los detenidos son juzgados dos veces:
ante el Ministerio Público y cuando se inicia el proceso ante
el juez".
Esta situación cambiaría con el sistema
acusatorio que se pretende aplicar. De entrada, explica Sarre, el
Ministerio Público estaría obligado a presentar de
inmediato a los detenidos frente al juez, ante quien se
desarrollaría todo el proceso.
"Ya no tendrían que leer los expedientes, porque
tendrían la oportunidad de convencerse por ellos mismos de la
responsabilidad de los inculpados -dice-. En otras palabras,
la moneda estaría en el aire, los juicios serían
más imparciales".
Las repercusiones de un modelo judicial de esta
naturaleza serían en cadena. De acuerdo con Sarre y Corcuera,
la prisión preventiva que se aplica actualmente (causa de la
sobrepoblación en las cárceles) se eliminaría al
máximo, además de que tendría que cambiarse el
concepto que se tiene de los internos.
"Ya no serían enfermos en proceso de
readaptación, como ahora, sino que serían tratados como
personas que cumplen su sentencia".
De esta manera, el control de los internos
recaería en los jueces, quienes serían los únicos
con capacidad para determinar cuándo y cómo se cumplen
las sentencias.
Aterrizar el proyecto de Fox implica modificar alrededor
de 18 leyes, entre ellas la de Delincuencia Organizada.
Quizá la repercusión más importante
de este modelo es que tendrían que reducirse las sanciones
previstas en el Código Penal.
"Un sistema acusatorio es más eficiente, y por lo
mismo la impunidad baja", explica Sarre. "También cambia la
clasificación de algunos delitos, como el término ese de
la peligrosidad social. Esa es una palabra que no debe existir en la
boca de un demócrata".
LA INSEGURIDAD DE LA SEGURIDAD
NACIONAL
La polémica empezó con una entrevista
banquetera.
Según contó el senador Francisco Molina,
los reporteros de la fuente del Senado le preguntaron, días
después del 2 de julio, cuál sería la estrategia
de seguridad del próximo gobierno.
En esa ocasión, al senador se le ocurrió
decir que el narcotráfico es, en México,
fundamentalmente un problema de seguridad pública.
Ante el alud de críticas que se
desencadenó, el chihuahuense aclaró sus palabras. "Se
quiere ver al narcotráfico como un problema igual en todas
partes, y no es así, tiene distintas génesis",
explicó.
Así, para Colombia el tráfico de drogas "es
un problema de seguridad nacional, porque los cárteles
se aliaron con fuerzas guerrilleras para controlar territorios". En
Estados Unidos, "es un problema de salud", y en México "el
principal conflicto es la violencia que genera" esta actividad.
Como quiera que sea, apenas esta semana los colaboradores
del presidente electo se animaron a reconocer el tráfico de
drogas como un asunto de seguridad nacional.
Pero más allá de esta definición, lo
que queda claro es que el equipo de Fox no define aún
cuál será la estrategia de seguridad nacional, un
problema nada menor si se toma en cuenta la tendencia de los
últimos 18 años.
En una ponencia presentada en Miami ante la
Asociación de Estudios Latinoamericanos, el investigador
José Luis Piñeyro, de la Universidad Autónoma
Metropolitana, advierte que desde el gobierno de Miguel de la Madrid
este concepto se limita únicamente a las acciones de gobierno,
sin tomar en cuenta los riesgos que pueda sufrir el resto de la
población.
La tendencia se agudizó en el sexenio de Carlos
Salinas, quien incluyó sus proyectos económicos
-como el Tratado de Libre Comercio (TLC)- dentro de la
estrategia de seguridad nacional.
La consecuencia apareció el 1o. de enero de
1994.
"Antes, durante y después de la corta guerra en
Chiapas, el gobierno salinista identificó su seguridad, la de
su proyecto y la continuidad del mismo con la seguridad de la
nación al ocultar, primero (para no frenar la firma y
ratificación estadunidense del TLC), y subestimar
después, la existencia de la guerrilla chiapaneca", dice el
investigador.
Durante el actual gobierno no hubo cambios en cuanto a la
estrategia, e incluso "ha mostrado una serie de claudicaciones
vergonzantes, como son la aceptación pasiva o complaciente del
inhumano trato a los migrantes mexicanos, la interferencia en el
combate al narcotráfico, el abierto o disfrazado proteccionismo
comercial, la descarga fronteriza de desechos tóxicos (y) la
venta y donación de equipo militar chatarra", entre
otras.
ƑSe modificará la tendencia en la
próxima administración?
No se sabe.
En el programa de gobierno que presentó en
campaña, Vicente Fox se refiere únicamente a la
seguridad pública y ofrece algunas de las modificaciones
legales que se plantearon hace unos días, y el senador
Francisco Molina entiende el concepto como el contrarrestar cualquier
amenaza a las estructuras que integran el Estado: pueblo, territorio y
gobierno.
Es todo.
"Quiero ser absolutamente claro en eso: en México
no hay intocables", sentenció Ernesto Zedillo en su primera
conferencia de prensa como presidente de la República.
Todos los estados del país firmaron convenios con
la Secretaría de Gobernación para recibir recursos, y se
establecieron complejos sistemas de archivo de datos para concentrar
la información de policías en activo y bandas
criminales.
Según el estudio, a los capitalinos les preocupa
más la policía que los delincuentes.
"El Ejército Mexicano seguirá contribuyendo
en la lucha contra las drogas, porque ha sido extraordinaria su
participación", dijo Reyes Vázquez.