LUNES 7 DE AGOSTO DE 2000

* Miguel Angel Rodríguez y Germán Sánchez se despidieron de la afición


La marcha cooperará con una medallita en Sydney

* No hay favoritos; será una guerra: Hausleber * El equipo, sin médico ni auxiliares en JO

Rosalía A. Villanueva * Un sueño de oro, plata y bronce es el slogan de los andarines Miguel Angel Rodríguez y Germán Sánchez, las dos cartas fuertes de México en los 50 kilómetros para los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, quienes promete que el 29 de septiembre se "morirán en la raya, porque vamos a cooperar con una medallita".

Rodríguez y Sánchez dijeron no sentirse presionados ante la proximidad del compromiso olímpico, puesto que la experiencia de dos ediciones anteriores les ha permitido tomar las cosas con calma y madurez deportiva para tener la suficiente fortaleza física, factor determinante que buscarán en la altiplanicie boliviana en los próximos días, donde estarán concentrados durante seis semanas y de ahí se trasladarán a Sydney para llegar a la competencia "con la mentalidad triunfadora", asienta Germán.

Ocupante de la sexta posición mundial, el mexiquense asegura que el día de su prueba sacará la experiencia de 12 años de trabajo, donde ha obtenido títulos mundiales y en esta ocasión no será la excepción, ya que estará nuevamente con su compañero de mil batallas, con quien tiene una gran amistad y se conocen a la perfección, "al grado de que con una seña o intercambio de palabras (durante la competencia) sabemos en qué momento no puedes, te quedas o vamos al frente dispuestos atacar".

Con su pequeña Victoria Sydney, Miguel Angel no oculta su emoción cuando le preguntan si el nombre de su hija le dará suerte en Australia: "Ella es mi motivación y si de algo estoy seguro es que en estos juegos vamos a pelear por la medalla y esperamos tener una gran victoria en Sydney".

Rodríguez, el mejor cincuentero clasificado con el tercer puesto del mundo, consideró que la motivación más grande de los deportistas que van a JO es que la gente debe entender que si no ganan medallas no quiere decir que sean malos, porque hasta un cuarto o décimo puesto es bueno, aunque admite que si la caminata no aporta nada, el peso de las críticas será mayor, ya que ha sido el único deporte que por lo general nunca regresa con las manos vacías.

En ese punto, Germán opina que México no merece ser un país de una sola medalla, puesto que en esta ocasión hay atletas que pueden trascender en otras disciplinas "y siento que esta vez la caminata va a cooperar con su medallita".

El par de andarines se despidió ayer de la afición mexicana en un centro comercial, donde estuvieron por más de dos horas repartiendo autógrafos y tomándose fotos con familias que los fueron a ver. También asistieron los juveniles Crystal García y Cristian Berdeja que se van al Mundial de Chile, en octubre.

Casi oculto, el profesor Jerszy Hausleber advertía que en Sydney no hay favoritos y los mexicanos están preparados a enfrentar "una guerra" con rusos, polacos y finlandeses, pues el circuito, totalmente plano, se presta para imponer una buena marca, y el que gane lo hará por debajo de 3:40 horas, mientras que en 20 kilómetros se caminará en 1:20 ó 1:18.

Antes de partir los días 9 y 11 del presente mes a La Paz, los andarines buscarán entrevistarse con Felipe Muñoz o Ivar Sisniega, para que acrediten en la delegación al doctor Juan Manuel Herrera y a los auxiliares del profesor Hausleber, su hijo Andrés, José Oliveros y Jorge Morales, ya que no les gustaría tener la amarga experiencia de Atlanta, donde hubo personas que nada tenían que hacer y portaban gafetes de acreditación, mientras que a los entrenadores los dejaron fuera.