La Jornada Semanal, 30 de julio del 2000
El poeta nacional de Puerto Rico, Francisco Matos Paoli, cuya producción poética suma cientos de libros de poesía, falleció en San Juan, a los ochenta y cinco años de edad. Matos Paoli nació en Lares, en 1915, y es a los quince años, en ese pueblo, donde ingresa al Partido Nacionalista Puertorriqueño después de conocer a su líder, Pedro Albizu Campos.
Como consecuencia del alzamiento nacionalista que ocurrió en distintos puntos del país en octubre de 1950, y aún cuando no tuvo intervención personal en esos sucesos, Matos Paoli sufrió las consecuencias de los mismos, en su calidad de secretario general del Partido Nacionalista Puertorriqueño. Ese año, fue privado de su cátedra universitaria, procesado y sometido a condena de prisión.
El poeta fue encarcelado durante cinco años, a partir de 1950, después de la Revuelta Nacionalista, una experiencia que lo marcó para toda la vida.
Los mejores poemas de Francisco Matos Paoli se refieren a sus años en prisión; Canto de la locura es uno de los libros en los que habla sobre su larga estadía en presidio, que afectó su salud emocional y lo llevó a perder la cordura. A los cinco años de estar en la cárcel perdió la razón y empezó a cubrir las paredes y el techo de su celda con poemas que, al día siguiente, los celadores borraban. Su obra ha sido publicada en distintos países de nuestra lengua. Su tarea crítica tiene como principal cumbre su estudio sobre Paul Valéry. El crítico Ramón Luis Acevedo afirma que los aspectos esenciales de la poesía de Matos Paoli son la experiencia mística y el misterio de la creación poética. Matos Paoli describió su experiencia en la cárcel como ``la más profunda humillación de mi vida''.
Durante su confinamiento en la cárcel de la Princesa, en San Juan, escribió los versos que luego publicaría con el título de Luz de los héroes (1954).
En 1952 fue excarcelado, pero volvió a prisión dos años más tarde; en esta segunda estadía fue víctima de serios quebrantos de salud físicos y mentales, por lo que se le puso en libertad definitiva al año siguiente.
La ventana grita:
El vaso de la sombra
Carezco de respuesta,
Sin embargo,
La mujer se insinúa
soy yo, la amada.
hace penitencia.
Tu perfume invisible
en
mis ojos muertos.
carezco de mano próvida
para
alzarte.
no he de destruir el espejo.
en una llamarada.
Espacio henchidor,
Curva, curva
Flota la brisa
Intacta secuela del suspiro.
Recojo el río de los astros
soy el emisario de tu sombra.
deshecha en mí.
como un tacto celeste,
sujeto la cumbre
de
roja llamarada.
(Niñez ideada
en mí.)
apalomados
Vuelvo
al origen del
mundo.