La Jornada Semanal, 16 de julio del 2000


NAIEF YEHYA

EL GENOMA DESCIFRADO

Alianzas convenientes

Tras casi dos años de rabiosa competencia, de acusaciones y fallidos intentos de colaboración, el pasado lunes 26 de junio del 2000 el Dr. Francis Collins, director del Human Genome Project (hgp, una iniciativa del gobierno estadunidense creada para descifrar el genoma humano) y el Dr. Craig Venter, director de la corporación Celera (una empresa privada que tiene el mismo objetivo pero con fines de lucro) anunciaron que habían logrado finalmente "leer el libro de la vida" y crear un
borrador de trabajo. La realidad es que decidieron aliarse porque ninguno tenía una versión terminada. La empresa privada y el consorcio público optaron por esta tregua, ya que así los científicos involucrados pudieron adelantar notablemente la fecha propuesta de entrega (el año 2003) del texto de este código de programación. Lo indudable es que, gracias a esta carrera tecnológica, los resultados se obtuvieron en un tiempo sorprendente y, además, el hecho de que dos corporaciones posean el código impedirá que haya un monopolio. James D. Watson, el codescubridor de la doble hélice y el primer director del hgp (de 1988 a 1992), declaró el mes de mayo pasado que no era buena idea que Estados Unidos fuera el único dueño del código. No es para sorprenderse, en esta era de comercialismo incontrolable, que las leyes del mercado dominen la información más íntima de lo que somos. Aunque este es tan sólo el primer paso en un largo y tortuoso camino, ya que aún se desconoce el significado de ese críptico texto, la importancia de este logro se ha comparado con la llegada del hombre a la luna y la invención de la bomba atómica.

Recordatorio

El genoma humano es una cadena de ácido desoxirribonucleico que ha evolucionado en los últimos 3.5 mil millones de años. Se trata de veinticuatro "cintas" de adn, una por cada cromosoma, que equivalen a una sola larga frase de unas tres mil millones de unidades, escrita únicamente con cuatro letras: A, C, G y T (una por cada base: adenina, citosina, guanina y tianina). EL adn es una molécula en forma de doble espiral, cuyas partes están entrelazadas por las bases A, C, G y T. A su vez, el adn se divide en un número desconocido de genes (se considera que sólo tres por ciento del adn codifica genes), los cuales son propiamente los programas que controlan las funciones y tareas del cuerpo.

La obvia amenaza

Este descubrimiento ofrece, entre otras cosas prodigiosas, la promesa de crear un verdadero manual de uso del cuerpo humano; de elaborar medicamentos específicos para cada individuo de acuerdo con su particular configuración genética; de fabricar sustancias que reprogramen al cuerpo para que éste se repare a sí mismo, y de tener un conocimiento mucho más profundo de la historia de nuestra especie. Dado que podemos encontrar genes idénticos en moscas, roedores y humanos, el código es un mapa de la evolución de la vida en la tierra. Por otra parte, esto puede prestarse a abrir la puerta a nuevas y mejores formas de discriminación, control y represión fundamentadas en un determinismo biológico y en una clasificación de los hombres según su propensión a la enfermedad, sus aptitudes y sus debilidades. Al poder erradicar enfermedades y deficiencias desde el nivel embrionario y poder manipular al programa que nos hace humanos, podremos reinventarnos como especie, "mejorar" en términos pragmáticos nuestras funciones, apariencia, inteligencia y resistencia, con lo que transformaríamos la esencia de lo que somos.

Mitos y genes

Desde hace tres décadas los genes han puesto en evidencia que los hombres, independientemente de raza, color u origen, somos todos idénticos en un 99.9%, por lo que toda fantasía discriminatoria que quiera presentarse como teoría científica (como la superioridad de una raza sobre otra) es simplemente absurda. Pero, por otra parte, nadie sabe qué tanto en el hombre se debe a los genes, qué tanto a la cultura y qué tanto es producto de paradigmas metafísicos como el alma y el espíritu. Fue muy revelador que Clinton se haya referido al código genético con un clásico artificio para conciliar a la ciencia con la religión: "Hoy estamos descubriendo el lenguaje con que Dios creó la vida." Resulta increíble que, a pesar de que en plena era de la información estamos penetrando el misterio del surgimiento de la vida y demoliendo el mito de la Creación, debamos seguir manteniendo la ilusión de un orden divino manufacturado por un ser todopoderoso.

Robots de carne

Cualquiera que haya seguido de cerca el alborozo que ha desatado este descubrimiento, se habrá dado cuenta del énfasis extremo puesto por políticos y científicos para asegurar que el hombre no es y nunca será mero producto de sus genes. Esto es comprensible, ya que los científicos involucrados en el proyecto desean dejar bien claro que su trabajo no tiene nada que ver con la eugenesia ni con la "mejora" de la especie (cinco por ciento del presupuesto del hgp se dedica a estudios éticos y legales). No obstante, lo cierto es que nadie sabe qué tanto somos el resultado de nuestros genes y, finalmente, la verdad se irá revelando poco a poco a lo largo de las primeras décadas del siglo xxi, nos guste o no nos guste ser robots de carne programados en un extraño lenguaje de cuatro letras.

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