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Bombay, India 1995


Humanidad en transición
Sebastião Salgado

Estas fotografías cuentan la historia de la humanidad en movimiento. Es una historia perturbadora porque poca gente se desarraiga por elección. La mayoría son forzados a convertirse en migrantes, refugiados o exiliados por fuerzas incontrolables, miseria, represión, guerra. Se marchan con las pertenencias que pueden cargar, haciendo el camino lo mejor posible, a bordo de botes desvencijados, al arrastre de los trenes, el zarandeo de los camiones, o por pie propio. Viajan solos, con familias, o en grupos. Algunos saben a dónde se dirigen. Otros sólo huyen, contentos de estar vivos. Muchos no lo logran.

Durante seis años trabajé, en cuarenta países, entre estos fugitivos en el camino, en los campamentos de refugiados o en las barracas urbanas a donde con frecuencia van a parar. Muchos pasaban los peores periodos de sus vidas. Estaban asustados, incómodos y humillados. Aun así se dejaron retratar. Yo creo que querían dar a conocer su condición. Muchos se paraban frente a la cámara como lo harían ante un micrófono.

Es verdad, muchas veces fue alentador. En situaciones que uno esperaría indignación y amargura encontré dignidad, compasión y esperanza.

Gentes que habían perdido todo y aún querían confiar en un extraño. Llegué a sentir una gran admiración por gente que lo arriesga todo, sus vidas incluidas, para mejorar su destino. Encontré cuán sorprendente puede ser el esfuerzo de los humanos por adaptarse a condiciones de completa estrechez.

Y si bien sobrevivir es nuestro instinto más fuerte, con demasiada frecuencia lo encontré expresado como odio, violencia y avaricia. Las masacres que ví en África y Latinoamérica, y la limpieza étnica en Europa, me hicieron preguntarme si los humanos dominarán algún día sus instintos más oscuros.

También comprendí, como nunca antes, a qué grado todo lo que sucede en la Tierra está conectado. A todos nos afecta el abismo que separa a los ricos de los pobres, la disponibilidad de información, el crecimiento de la población en el Tercer Mundo, la mecanización de la agricultura, la urbanización rampante, la destrucción del medio ambiente, el fanatismo nacionalista, étnico o religioso. Las personas arrancadas de sus casas son sólo las víctimas más visibles de una convulsión global enteramente provocada por nosotros mismos.

No debería sorprendernos, por ejemplo, que Sao Paulo y la ciudad de México sean tan parecidas. Ambas han experimentado "invasiones" de campesinos y no han conseguido contener el flujo de migrantes. En Sao Paulo, las barracas resultantes se llaman "favelas" y en México "ciudades perdidas", pero son idénticas: casuchas edificadas con trozos de madera y láminas, precarios postes que les traen electricidad robada, los niños juegan futbol en terrenos estrechos rodeados de basura. Incluso los niños que inhalan cemento en los portales se parecen. Y en ambas ciudades, si no fuera por los altos índices de criminalidad, las prósperas élites hace tiempo habrían olvidado a esta mayoría empobrecida.

Pero ¿es suficiente estar informado? ¿Estamos condenados a seguir siendo espectadores? ¿Podemos influir en el curso de los acontecimientos?

No tengo respuestas pero creo que existen algunas, que la humanidad es capaz de entender y controlar las fuerzas políticas, económicas y sociales que se han desatado a lo largo del planeta entero.

Está amenazada la supervivencia de todos. Tenemos las llaves del futuro de la humanidad, pero antes debemos entender nuestro presente. Estas fotos muestran parte de este presente. No podemos fingir que no lo vemos ni voltear hacia otro lado. 


Traducción hb
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