por: Magdalena Taboada

Nuestros muertos lúdicos, son calaveritas de azúcar. Nuestros muertos queridos tienen su cadáver, su día y su sitio donde recordarlos.
Los muertos-desaparecidos, si son nuestros, son un vacío que no se llena con nada. Si los muertos-desaparecidos son de otros; entonces son una responsabilidad universal.
Ellos, los del poder, quieren librarla con edictos en letra escarlata y pensiones con números rojos.
No dejemos que esto cese nuestra angustia, porque puede ocurrir que un día, tú o yo seamos un desaparecido.


Para: Mara de la Madrid y Juan Gelman

Cuando muera
quiero que alguien
me llore a gritos
se desnude el torso
se unte los pechos y la cara
con tierra amasada con agua
insomne vele
por tres días mi recuerdo
nueve noches
en su buró de cabecera
coloque la flor
que por primera vez nos regalamos
descalza recorra
la calle donde nos conocimos
en la butaca de cine
me añore
en la sala de conciertos
oyendo a Mozart
oteando me busque
en la estación del metro
entre la multitud
se sobresalte
porque una sombra se me parece
no pueda abrir sin llorar
el libro
con la dedicatoria que le hice
como madre loca de mayo
se cubra la cabeza con un pañuelo
y vaya un domingo a la Alameda
en la mitad de su lecho
ponga ramas de tomillo
albahaca y romero
para sentirse menos sola.

Cuando muera
quiero que alguien
me llore a gritos
como estoy llorando
y gritando
en este momento por ti

Magdalena Taboada