Lunes en la Ciencia, 10 de julio del 2000
El caso de Raymond Lindeman
Los problemas de la evaluación
Mauricio Schoijet
El episodio del rechazo por los árbitros del artículo "The Trophic Dynamic Aspect of Ecology", de Raymond Lindeman, es sumamente ilustrativo. Este joven investigador estadunidense falleció mientras su texto se encontraba en proceso de arbitraje en una revista. Planteaba un marco teórico para los intercambios de materia y energía en un ecosistema en el cual existen varios niveles tróficos. Es actualmente considerado un clásico en la literatura ecológica. Fue publicado en 1942 por decisión del director de la publicación, quien siguió su propia intuición o juicio, que le sugería que estaba frente a una contribución importante, desestimando los dictámenes adversos de sus árbitros. La historia le dio la razón al director que violó las reglas del juego, lo que muestra de una manera clarísima las limitaciones de la evaluación por pares.
Los evaluadores no eran pares de Lindeman sino sus superiores dentro de la estructura social de su disciplina. Como pionero que abría una nueva perspectiva dentro de su campo, Lindeman no tenía pares. Ni por casualidad los hubiera evaluado él a ellos. La superioridad social de los evaluadores se basaba en una larga participación en programas de investigación empírica en ecosistemas lacustres. Habían investigado durante décadas, pero se podría pensar que su programa de investigación estaba agotado, y Lindeman estaba proveyendo la base para superarlo, luego para mover a los investigadores en otra dirección.
Las aportaciones del recién llegado
FONT SIZE=3>Lindeman era un recién llegado, pero la naturaleza
de su propuesta lo convertía en un competidor temible, en
alguien que podía desalojarlos de la posición central
que ocupaban en su campo de conocimiento. Estos probablemente se
sentían desconcertados frente a una propuesta que nada
tenía que ver con las formas de investigación que
habían practicado, porque habían hecho exclusivamente
trabajo de campo, mientras que el de Lindeman era un trabajo
teórico, es decir, el que podía hacerse en un
escritorio, sin necesidad de embarrarse los pies. Por ello no tuvieron
en cuenta sus méritos. Lo rechazaron como una medida de
autodefensa en el sentido más literal de la palabra, para
defenderse de un intruso que amenazaba su estatus y posición
social de poder. Aceptar el trabajo de Lindeman hubiera significado
para ellos una especie de suicidio intelectual. Actuaron como agentes
del oscurantismo, y la única forma en que el editor pudo
publicar el trabajo fue violando las reglas, es decir, rompiendo con
la evaluación por pares, como lo hizo, aunque simulando que
seguía jugando dentro de éstas (J.R.Hagen The
Entangled Bank: The Origins of Ecosystem Ecology, Rutgers UP,
1992).
Conflicto entre humanistas y científicos
El episodio admite también otra interpretación, no incompatible con la que hemos esbozado. Es sabido que Charles P. Snow elaboró una hipótesis sobre el conflicto entre las "dos culturas", la científica y la humanística. Se podría intentar una extrapolación de la propuesta de Snow al caso de una ciencia particular, en este caso la biología, en la medida en que se transforma en una ciencia "dura", lo que causa un conflicto entre los apegados a la visión tradicional de la disciplina y los que buscan su reestructuración radical. En otras palabras, podría haberse tratado de un caso de resistencia al cambio del marco teórico de esta ciencia.
En efecto, inicialmente era una práctica que se ocupaba solamente de describir y clasificar plantas y animales. Se transforma en ciencia en la medida en que avanza la comprensión científica, es decir, en términos de la física y la química, de los procesos fisiológicos; y en que aparecen primero la teoría de la evolución de las especies de Charles Darwin, y después la genética de Gregor Mendel, que derrumban la visión tradicional basada en la permanencia de las especies.
La teoría de Darwin fue objeto de una enconada resistencia, y sólo triunfó en forma definitiva hacia la década de 1930, con la formación de la síntesis moderna, es decir, la integración de la genética con la teoría de la evolución. Con ello, la biología se vuelve una ciencia "dura", carácter que se acentúa con la formación de la biología molecular a partir del trabajo de Watson y Crick de desciframiento del código genético.
En la misma década aparece el lysenkismo (por el biólogo ruso Trofim D. Lysenko), intento de contramovimiento hacia la revolución darwiniana, que busca reflotar la teoría precientífica del lamarckismo, que pretendía explicar la evolución por las influencias ambientales y la herencia de los caracteres adquiridos. El lysenkismo causó enormes daños a la biología en la Unión Soviética. La interpretación dominante del lysenkismo lo ve como producto de la estupidez de Lysenko; de la maldad de Stalin, que lo apoyó; y de las nefastos efectos del autoritarismo, por el cual nadie se atrevía a discutir una teoría respaldada por el máximo dirigente.
Sin embargo, el historiador David Joravsky sostiene que el lysenkismo tuvo un apoyo sustancial entre los cuadros de los organismos oficiales del sector agrícola, que atribuye a su juventud e inmadurez (The Lysenko Affair, Harvard UP (1970).
Pero se podría también plantear otra interpretación, la de que estos cuadros, que en su formación habían probablemente adquirido un marco teórico laxo y confuso, mescolanza de darwinismo con lamarckismo que era habitual entre los biólogos antes de 1930, estaban resistiendo el "endurecimiento" de la biología representado por la síntesis moderna. De alguna manera defendían su pereza intelectual, su poca disposición a cambiar para seguir el desarrollo de su disciplina.
Podríamos entonces sugerir que el rechazo al artículo de Lindeman pudo haber sido otro ejemplo de esta resistencia, ya que se trataba de un análisis matemático de los ecosistemas. Este conflicto no ha terminado, porque en la actualidad los biólogos tradicionales argentinos y mexicanos siguen enseñando una biología obsoleta, negándose a actualizar la enseñanza de una ciencia que actualmente es una ciencia dura, y que por ello requiere un imprescindible manejo de las matemáticas, la física y la química.
El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa