Lunes en la Ciencia, 10 de julio del 2000
ƑCuántos becarios faltan?
Alejandro Canales y Roberto Rodríguez
Después de una prolongada ausencia de información en torno a los becarios de Conacyt que persistió por décadas, el organismo encargado de su administración presentó un informe que detalla los principales rasgos del programa (1971-2000, treinta años del Programa de Becas-Crédito). Sin duda, sistematizar los datos y facilitar el acceso a la información sobre una iniciativa que consume importantes recursos públicos (alrededor de 40 por ciento del presupuesto total de Conacyt) es una labor que debe procurarse y tener continuidad. Es, asimismo, un paso obligado para valorar aciertos y errores.
Hace un par de años, el mismo Conacyt reconocía que no contaba con bases de datos confiables respecto a sus becarios. Hoy, el informe ofrece cifras interesantes y reveladoras de la trayectoria del Programa de Becas. En los 30 años que lleva funcionando, según las estadísticas que presenta, se han otorgado 100 mil 21 becas. De ese total: 74 por ciento ha sido para estudios en el país y el porcentaje restante para el extranjero; 70 por ciento fueron para maestría, 20 por ciento para doctorado, 19 por ciento para "otros estudios" y 1 por ciento para posdoctorado; y 70 por ciento de las becas se han concentrado en tres áreas de conocimiento: ingeniería, ciencias básicas y naturales, y ciencias sociales y administrativas (28, 23 y 19 por ciento, respectivamente).
Otros datos interesantes son: siete de cada diez becas
fueron para hombres; la edad media es de 28 años; más de
la mitad de los beneficiarios provienen de entidades como Distrito
Federal, Nuevo león, Jalisco y estado de México;
aproximadamente 5 mil becarios optaron por desempeñarse en el
extranjero (los "talentos fugados"); y seis de cada diez completaron
satisfactoriamente sus estudios.
Quizás la actitud más generalizada hacia el informe ha sido la de mantener cierta reserva ante las cifras. Al menos se expresa inquietud por el impacto de los más de 100 mil becarios en el sistema educativo nacional y, particularmente, en las instituciones de educación superior y los centros de investigación. Su presencia no se refleja de forma evidente, a pesar de que el mismo informe señala que cerca de 70 mil se desempeñan en el sector educativo.
Una primera comparación de cifras entre número de becarios e integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) muestra un fuerte desequilibrio. Mientras que se han otorgado cerca de 70 mil becas para maestría y 20 mil para doctorado, en el SNI solamente están cerca de mil maestros y poco más de 5 mil doctores. Es posible que el parámetro no sea el más pertinente, dado el carácter restrictivo de las políticas de operación del SNI que se han vuelto cada vez más rígidas y a que los estudios de los becarios no estuvieron orientados al campo de la investigación. Sin embargo, la situación no es muy distinta en un ámbito mayor.
Según los datos de Anuies, el personal académico en el conjunto de instituciones de educación superior (sin considerar a las escuelas normales) en 1998 alcanzó la cifra de 161 mil 629, de los cuales 30 por ciento contaba con estudios de posgrado. Por nivel de estudios, los de doctorado son 8 mil 371, los de maestría 29 mil 774 y los de especialización 10 mil 706. En todos los casos, como se puede apreciar, las cifras representan menos de la mitad del número de becas otorgadas. Así, parece justificada la inquietud por la ubicación de los ex becarios, la necesidad de mejorar la eficiencia terminal del programa y la posibilidad de que la "fuga de talentos" sea mayor al 5 por ciento que se calcula.
Los cambios en el programa a lo largo del tiempo muestran que actualmente las becas para doctorado han aumentado su participación relativa (28 por ciento) en el total de becas -y principalmente dirigidas a los programas nacionales-, lo mismo que las mujeres como beneficiarias (36 por ciento), la mejora en la eficiencia terminal del programa (85 por ciento) y una mayor participación de entidades distintas al Distrito Federal. Seguramente en los años venideros el crecimiento de recursos humanos con nivel de doctorado presentará un aumento significativo, aunque todavía de un alcance modesto.
Sin embargo, en el informe se expresa que: "no obstante la aceptación que los ex becarios han tenido en el mercado laboral, especialmente en las instituciones de educación superior y los centros públicos de investigación y desarrollo, este segmento enfrenta hoy límites para contratar y retener -en condiciones competitivas- a los jóvenes posgraduados". Este reconocimiento no debiera ignorar ciertas condiciones del mercado de trabajo. Por ejemplo, la necesidad de incrementar correlativamente el número y nivel salarial de puestos de trabajo para el desempeño de recursos especializados. En caso contrario, se enfrentará el riesgo, ya a la vista, de devaluar los grados de maestría o doctorado, como sucedió antes con la licenciatura. Lo paradójico del caso es que el SNI ha endurecido los criterios de acceso a quienes inician una carrera académica (La Jornada, 10-05-99) y también está en marcha un programa de incorporación de doctores españoles a universidades mexicanas, en colaboración con la Anuies, la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Secretaría de Relaciones Exteriores. El asunto es si se aguardará los ritmos de maduración del programa de becarios o se toman decisiones cruzadas y se deja al libre juego de fuerzas la ubicación de los ex becarios.
Los autores pertenecen al Seminario de Educación Superior del CESU-UNAM
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