Para
Margarita Gralia tener el sexo en paz es fundamental, vuelve a las personas
más tolerantes, las relaja y estimula el optimismo: "Los hindúes
del tantra yoga y los taoístas chinos dicen que las relaciones sexuales
y la masturbación liberan las tensiones y ayudan a que seamos más
tolerantes", afirma.
Alta, guapa y sincera, la actriz de origen argentino y nacionalizada mexicana nos recibió en su lugar de trabajo, El Telón de Asfalto, espacio teatral donde presenta la obra Tengamos el sexo en paz, de Franca Rame y dirigida por Angélica Aragón. En la obra, Gralia hace del escenario un espacio de conversación directa, ágil y sincera con el público sobre la sexualidad humana, los mitos heredados de la cultura occidental a través de la religión judeocristiana y acerca de situaciones de la vida cotidiana en las que el público se identifica entre risas nerviosas y de celebración. Con agilidad y destreza, la actriz escenifica una supuesta relación sexual en la que evidencia dos de los comportamientos sexuales más comunes de hombres y mujeres: la eyaculación precoz masculina y la anorgasmia femenina.
¿Cómo ves a este país ahora, hay más libertad?
Creo que México ha ido avanzando y se ha modernizado en todos los órdenes. Con la sexualidad ha sucedido lo mismo. Esta obra no la hubiera podido presentar hace 20 años porque los famosos dinosaurios de la política también estaban en las direcciones de los teatros, en los periódicos y revistas, en los canales de televisión y en la radio.
¿A qué atribuyes esta apertura?
Creo que ha llegado gente joven y con una visión diferente a ocupar nuevos espacios en los medios, lo que ha permitido que se hable de temas sexuales con mayor libertad, con menos prejuicios y de manera más directa. Todavía hay gente que intenta tapar el sol con un dedo y trata de cerrar los ojos a la realidad, pero creo que cada vez son menos y vamos ganando espacios.
En la obra se aprecia una postura muy abierta en torno a la homosexualidad...
Casualmente, en el texto original no se hablaba nada de homosexualidad. Angélica Aragón y yo estuvimos de acuerdo en incluir el tema, respetando al autor, pues estábamos convencidas de que una obra cuyo eje temático es el amor, no podía ignorar el amor de otras personas con una preferencia sexual diferente a la de la mayoría.
En la obra mencionas que con la aparición del sida se limitó esa libertad recién conquistada y que el subtexto era: "dejen de copular, el sexo es pecado"
Sí, es lo que ha sucedido cuando apareció el sida a principios de los ochenta. Yo abogo porque se le quite el estigma de enfermedad-castigo. Nadie habla de castigo por contraer una hepatitis, que también se puede adquirir por vía sexual; nadie habla de que un infarto sea castigo, que también le puede dar a muchos hombres cuando están con sus amantes, pero ¿que es lo que pasa?, que está de por medio el morbo. Por eso insisto en que lo que se necesita es educación, diálogo y eliminar los prejuicios.
¿Por qué este morbo?
Porque hemos heredado carencias en la información de lo que es una auténtica sexualidad. Tenemos nuestras relaciones sexuales, nos casamos, nos embarazamos, tenemos hijos, nietos, etcétera, y seguimos a veces sin conocer nuestro cuerpo, sin tener confianza en nuestra pareja, sintiéndonos apenados por las reacciones de nuestro cuerpo. Las mujeres fingen un orgasmo y llegan a la edad adulta sin saber donde se encuentra su clítoris. Los hombres se deprimen porque comienzan con síntomas de impotencia y no tienen la confianza de platicarlo con su pareja. Sigue habiendo falta de información, se sigue creyendo que el hombre que tiene más relaciones sexuales es más viril, que el que tiene el pene más grande puede hacer más feliz a su pareja. Puros mitos que hay que romper.