La Jornada Semanal, 2 de julio del 2000

CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

Ríe, payaso (III)

1

Mi abuelo materno, don Mariano Diez de Urdanivia y Bello, que era muy propio, formal y de exquisita urbanidad, a la antigua, solía decirme: ``elude los uniformes, tener que disfrazarteÊpara ganar el pan''. Sí, desarrollaba yo: ``curas, militares'', porque sabía que los detestaba (mi abuelo peleó en la Revolución en el partido del ``señor Carranza'', como él decía, que era civilista), ``toreros'', pese a que amaba con entusiasmo la fiesta. Entonces él añadía con un movimiento envolvente de mano ``y payasos''.

¿De dónde viene el disfraz oficial de payaso?, un origen ha de tener cosa tan rara y repetitiva.

La torpeza del payaso, cuesta decirlo, deriva de la infinita habilidad de la Comedia del Arte Italiana. En el tablado al aire libre de la Commedia dell Arte se dio uno de los momentos más gloriosos del teatro. Era teatro popular, improvisado siempre, sobre ciertas bases argumentales, con ciertos personajes fijos, los legendarios Arlequín, Pantalone, Brighella, Pulcinella, Colombina, Pierrot, Zanobio, Truffaldino, el Capitán Spavento y muchos más. Estos personajes enmascarados pedían el máximo de habilidad, quienes los representaban tenían que ser actores, mimos, acróbatas, cantantes, bailarines al mismo tiempo. La Comedia del Arte es la gran aportación teatral del Renacimiento Italiano, duró viva varios siglos, dio a luz a Moliére, Goldoni, Carlo Gozzi y después decayó. El traje (¿o he de decir uniforme?) de payaso deriva de Arlequín y Colombina y demás, sólo que es ya Arlequín deshuesado, desarticulado, privado por completo de la antigua destreza.

Del antiguo esplendor sólo sobrevive, en la ruina blanca del payaso, la voluntad frenética de hacer reír, tan humana. Todos tenemos algo de payaso, quizá porque la risa es la forma más confiable, regocijante y clara de comunicación, y todos queremos comunicarnos. Después de todo, la risa, como decían los antiguos, es lo propio de los humanos por ser el mono sapiens el único animal que ríe. E Hipócrates sostuvo que la risa era terapéutica, sanaba distintas enfermedades y recomendó, en consecuencia, al médico que fuera sonriente y jocoso.

Entonces ¿por qué el payaso tiene algo de aterrador?

Antes de responder esta pregunta, quisiera recordar que los payasos conocieron un corto renacimiento de esplendor, sin máscaras ni disfraz opulento, en el cine mudo. Chaplin, Keaton, Harold Lloyd, el Gordo y el Flaco reviven, en su rapidez y habilidad, la aceitada y acrobática perfección de la Comedia del Arte. Duró poco, el cine sonoro acabó con su silenciosa maestría.

2

¿Por qué el payaso puede ser ambiguo, siniestro unas veces, melancólico otras?

Un payaso que ríe es como un peluquero que se corta el pelo, un cocinero que se fríe unos huevos para comérselos, un asesino a sueldo que se da de balazos, es decir, tendría esa propiedad reflexiva que interesó a Barthes y obsesionó a los lógicos (conjuntos que se tienen a sí mismos como miembros) por las paradojas que generan.

Pero esta relación reflexiva es rara en el payaso, y él no ríe, divierte a los otros, pero no se regocija a sí mismo, permanece, tal vez, aburrido, o peor, angustiado. De ahí su aire, a veces, siniestro. O, más grave, sentimental, lacrimoso, estilo ópera de Leoncavallo. Hay algo cuando menos raro, ambiguo, en que alguien haga reír sin sonreír siquiera él mismo, hay manipuleo de titiritero, y la intención del tétrico se abre a posibilidades y solicita interpretación. El payaso forzado a reír: ¿qué risa puede ser ésa que haces obligado? Una obligación, un mandato, en la libre espontaneidad de la carcajada.

El payaso, al entregarse a sus payasadas, puede también perder la identidad: detrás del blanco clown y los zapatotes ya no hay nada. ¿Puede suceder? El emperador Marco Aurelio antes de morir preguntó: ``¿He representado bien mi papel en el teatro del mundo?'' Esta pregunta generaliza la anterior posibilidad del payaso entregado a la hilaridad de los otros.



Fabrizio Mejía Madrid


TIEMPO FUERA


Votar y demás

- Uno vuelve a la infancia en la caseta para votar: con un crayón debe tachar la figurita de su gusto. Y, como cuando éramos niños, las consecuencias de haberlo hecho siempre nos dejan boquiabiertos.

- La masa que vende su voto a cambio de una despensa, una gorrita y una camiseta es, al mismo tiempo, el abismo de la cultura priísta y del realismo más sinverguenza sobre el valor neto que un voto tiene.

- Lo único que me parece inmutable de la cultura política mexicana es su capacidad de dilatar la venganza.

- Me gustan las campañas electorales: todos esos tipos tratando de parecer simpáticos, auténticos, firmes. Lo que más disfruto es cuando sudan en los debates, cuando les tiemblan las piernitas, se enfurecen con los reporteros o desdeñan las encuestas que los dan por muertos. Al final, elegimos a quien mejor condensó nuestros rencores.

- La política ya no es la continuación de la guerra por otros medios, sino la prolongación del deporte. Es justo: se gana y se pierde por puntos. El juego consiste en mantener la legitimidad de la notoriedad: ¿qué podría conmover tanto como para competir al ladoÊde la tragedia sin fin, el rescate espectacular y el incendio en la televisión? Contesta Régis Debray: ``Quien concentra las miradas concentra los sufragios.'' El problema es que quien decide cuál es el acontecimiento del día es un jefe de noticias de una cadena televisiva.

- Yo no sé cómo alguien puede decir que votamos por la confianza que generan los candidatos si son capaces de todo: nos muestran a sus esposas, a sus hijas, lo que ellos creen que hicieron en otros puestos, sus recetas de cocina, la forma en que bailan, sus desplantes de prepotencia, sus más mínimosÊgestos congelados en un still, sus historias secretas de amor y desamor. Escudriñados en lo más íntimo, todos sabemos que, cuando lleguen al poder, se van a vengar de todas esas humillaciones.

- Elegir es equivocarse. Y para un país que lleva más de setenta años haciéndolo con los mismos, sería un poco bochornoso hacerlo esta vez sin la garantía de que su error será comparable en magnitud a todos los demás.

- Según datos de Ai Camp, el porcentaje de la población que declaró en 1970 querer un gobierno democrático (treinta por ciento) es el mismo que hoy se considera ``voto duro'' de la oposición. La población aumentó pero, al parecer, la resistencia al cambio se hereda de padres a hijos.

- A mis paisanos no les interesan los presidentes demócratas, sino los personajes demofílicos. Por eso le tienen tantas simpatías a quien promete resolver todo con la ignorancia del hombre común.

- En mis pocos contactos con el poder una escena se repite: el tipo que antes del puesto era un hombrecito normal, después se vuelve un pelmazo inaguantable con aires de redentor, pedagogo y sordo profesional. En su redondez nunca vuelve a necesitar a nadie más, ni siquiera a sus gobernados.

- Si los gobernantes son redundancias de sus caricaturas, sus campañas mediáticas son la única comprobación de que existen.

- En el país de Calvino a los gobernantesÊles cortan la cabeza cuando terminan su periodo. Lo misterioso del poder no es eso, sino que sigan existiendo tipos que quieren llegar a ser gobernantes a sabiendas del futuro que les espera.

- En el siglo XIX los gobernantes querían ser sacerdotes laicos cuya iglesia abarcaba a la parte no degenerada de los habitantes. Tras la Revolución se imaginaban más como los maestros de una escuela que abarcaba a casi todas las regiones. Hoy quieren ser los animadores de un talk show cuya audiencia eufórica se mide según el rating.

- Si las crisis fueran provocadas por gobernantes malvados o estúpidos, la solución sería simple: elegir a los buenos. El problema es que los únicos que realmente lo creen son los propios gobernantes.

- Parece prudente evitar que nuestros proyectos colectivos sean mejores que las personas que los van a llevar a cabo, pero hay que tener cuidado: para llevar a cabo la ausencia total de ideales -el pragmatismo- casi cualquier delincuente es bueno.

- Si fuéramos sinceros sustituiríamos la palabra ``esperanza'' por una más adecuada: ``experimento''.

- Piénsese en los movimientos sociales recientes: la libertad ya no es autonomía sino espontaneidad y la política ya no requiere convencer sino conmover; el programa se sustituye con golpes de efecto, el compromiso con la emoción. Los medios ya crearon ciudadanos listos para la llegada del Estado Publicitario: participar es ver.

- Esta vez llegarán los gobernantes del rating: los que no actúan sino que simplemente reaccionan. Y así vivirán su propia existencia mediática: de un acontecimiento del día a otro, calculando la máxima audiencia para la mínima acción. Y nosotros depositaremos el voto en la urna aunque ya hayan ganado.



Naief Yehya


LA JORNADA VIRTUAL


Tecnologías para escapar
del mundo del silencio



El implante

Uno de los ejemplos más inquietantes del dilema que plantean las tecnologías ciborgianas es la controversia que genera el implante coclear entre la comunidad de los sordomudos. Este implante,es en esencia un dispositivo con un electrodo que entra profundamente en el caracol. Es decir que debe ser instalado en el oído interno mediante cirugía, y puede ayudar a algunos sordos a escuchar. Entre más joven es el sujeto implantado mayores son las posibilidades de que su audición se aproxime a lo considerado como normal. El implante puede hacer maravillas en niños pequeños que han nacido sordos, pero en el caso de niños mayores y adultos nacidos sordos casi no funciona, ya que en el mejor de los casos sólo amplifica masas de sonido indiferenciables. En cambio, el implante puede ser de gran ayuda para aquellos que han perdido la audición a causa de enfermedades, accidentes o debido al progresivo deterioro relacionado con la edad. Los implantes tradicionales tenían la desventaja de que al ser usados para remediar casos de sordera parcial dañaban la audición restante del paciente. Afortunadamente, un nuevo tipo de implantes con un electrodo más corto ha demostrado ser más eficiente para estos casos. Para enero del 2000, más de 18 mil niños habían recibido en los Estados Unidos un implante coclear.

El rechazo
a la normalidad

En general, quienes podemos escuchar consideramos que esta tecnología es una excelenteÊalternativa que debería ser utilizada sin el menor titubeo en todos y cada uno de los niños sordos hasta erradicar, en la medida de lo posible, esta deficiencia. No obstante, el asunto es mucho más complicado y el implante ha generado una poderosa reacción de rechazo entre buena parte de los miembros de la comunidad de los sordomudos, quienes la perciben como una amenaza a su identidad, su cultura y su lenguaje, el lenguaje de signos. La realidad es que un auténtico drama tiene lugar cada vez que una familia de sordomudos debeÊdecidir si le pone el implante a uno de sus hijos debido a que, al hacerlo, muchos consideran que eventualmente su hijo dejará de ser uno de los ``suyos'', que la tecnología creará una frontera infranqueable entre ellos y sus hijos y que éstos abandonarán en breve su universo y llegará a despreciar o se sentirá ajeno a sus familiares. A diferencia de lo que pensamos quienes no formamos parte de ella, la cultura de los sordomudos es compleja, orgullosa y relativamente autosuficiente.

El sonido
y la furia

Este problema fue registrado con maestría en el notable documental Sound and Fury (1999), de Josh Aronson, en el cual se narra la historia de dos familias y su relación con el implante. Por una parte está el matrimonio de Chris y Mari Artinian, quienes pueden escuchar aunque ambos son hijos de padres sordomudos. Por el otro está la familia del hermano de Chris, Peter Artinian y su esposa Nita, ambos sordomudos. El primer hijo de Chris y Mari escucha pero el segundo nació sordomudo; mientras que los hijos de Peter y Nita son todos sordos. Para Chris y Mari lo más natural es implantar a su hijo; en cambio, cuando una hija de Peter y Nita pide a los cinco años ser implantada, su decisión causa una enorme controversia. Inicialmente Nita se entusiasma con la idea, pero una vez que ella y su marido se informan acerca del procedimiento e incluso visitan a varias familias con hijos implantados, deciden que no van a implantar a su hija. El debate llega al punto en que Peter y su esposa tienen serias confrontaciones con su familia, quienes piensan que negar a su hija la oportunidad de escuchar es una forma de abuso infantil y un crimen injustificable, ya que están limitando seriamente sus alternativas. Finalmente, Peter y Nita optan por alejarse de sus familiares y por mudarse a otra comunidad que perciben menos hostil.

Ciborgs y minusválidos

Aronson filmó a estas dos familias durante dos años para seguir de cerca el proceso y capturar las diferentes opiniones y reacciones de la comunidad de los sordomudos y en particular de la familia Artinian. El cineasta demuestra en su filme que aun los casos de ciborgización que percibimos más aceptables y que sólo tienen por objetivo restaurar el uso de los sentidos elementales, tienen complicaciones culturales, morales y sociales. Esto nos hace reflexionar en torno a nuestras ideas acerca de lo que significa ser minusválido. Asimismo, nos hace pensar en el impacto que tendrán otras tecnologías de modificación corporal que cada día se ven más cerca de materializarse, como los implantes que permitirán ver a los ciegos o hablar a los mudos. Tras serios cuestionamientos por parte de grandes sectores de la comunidad de los sordomudos, la Asociación Estadunidense para la Sordera decidió reevaluar su posición en favor del uso indiscriminado de los implantes en niños.

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