Biólogos, estudiosos de las selvas tropicales húmedas y algunos grupos ambientalistas nacionales e internacionales coinciden en hacer un llamado de alerta para salvaguardar la reserva de la biosfera de Montes Azules. En ese ecosistema de selva alta perennifolia (que mantiene su follaje todo el año) la situación ha llegado a un punto insostenible.
Más allá del conflicto geopolítico que se sufre en la región, es importante destacar que la zona de Montes Azules se convirtió en reserva de la biosfera protegida por la UNESCO el 12 de enero de 1978. El principal objetivo de esa decisión fue proteger y conservar la riqueza natural y cultural que en ella existe, además de integrar las actividades económicas al proceso de conservación.
Para comprender la importancia de la reserva Montes Azules basta saber que en ella hay 3 mil 400 especies de plantas; mil 135 de mariposas; 110 de coleópteros; 39 de peces; 23 de anfibios; 54 de reptiles ?entre ellas el cocodrilo de pantano y de río (a mil 700 metros sobre el nivel del mar); 341 de aves ?guacamaya roja, loro de cabeza azul, tucanes, entre otros?, 112 de mamíferos. Lo anterior significa que este ecosistema es el más variado de América.
Especialistas como Alejandro López Portillo, director de la reserva, y Rodolfo Dirzo, miembro del Instituto de Ecología de la UNAM, consideran que podrían encontrarse nuevas especies de plantas en Montes Azules. De hecho, recientemente se descubrió la familia Lacandonaciae, una rara planta muy pequeña que tiene los órganos sexuales invertidos y que se encuentra actualmente en estudio.
En las 331 mil 200 hectáreas ?apenas 0.16 por ciento
del territorio nacional? que constituyen la reserva está presente
20 por ciento de la biodiversidad total de México. Allí la
precipitación promedio anual es de 2 mil 226 milímetros,
y es una de
las principales fuentes de alimentación del río
Usumacinta, cuenca que contribuye con 25 por ciento del agua superficial
del país y con la que se genera 45 por ciento del suministro eléctrico
nacional. Sus beneficios ambientales son invaluables: agua, alimento, madera,
combustibles, degradación de desechos orgánicos, formación
de suelo, control de erosión, fijación de nitrógeno,
captación de dióxido de carbono, entre otros.
Actualmente hay alarma en la región de la selva Lacandona, pues la vegetación disminuyó 41.8 por ciento en los últimos 14 años. En ese periodo se perdieron 33 mil 500 hectáreas anuales en promedio. La tasa de deforestación en la zona es de 3.8 por ciento anual, una de las más altas del mundo.
Los especialistas han advertido que si no se hace algo para frenar ese deterioro ?ocasionado en parte por los numerosos asentamientos humanos y el crecimiento de las poblaciones que demandan mayores recursos naturales y abren tierras al cultivo? en 15 años la selva de Montes Azules desaparecerá.
A esa área natural protegida se canalizan anualmente 12 millones de pesos, apenas 36 pesos por hectárea.
Para disminuir las presiones de asentamientos humanos en Montes Azules, desde hace cuatro años el gobierno federal instaló la mesa agraria?ambiental, con la intención de reubicar a más de 500 familias que habitan en 32 comunidades. La autoridad reconoce que ocho conflictos agrarios con más de 25 años de existencia nunca fueron resueltos. Algunos de esos pobladores aceptan dejar el territorio de Montes Azules, siempre y cuando se les proporcione tierra productiva ?en promedio cinco hectáreas por familia? dentro de Chiapas, vivienda, servicios, apoyo técnico y económico para sus proyectos de producción agropecuaria. cl