Lunes en la Ciencia, 26 de junio del 2000


Sergio Pérez Cortés

La paradójica necesidad de mentir

perez-cortes-sergio-2 Si uno revisa la bibliografía que los antropólogos han escrito sobre la mentira, se encontrará que hay dos pueblos que siempre han sido sumamente tolerantes ante la mendacidad: el griego y el mexicano.

Doctor en Filosofía y Lingüística por las universidades parisienses (Sorbonne y Nanterre), Sergio Pérez Cortés (Ciudad de México, 1947) ha reflexionado sobre esa paradoja, según la cual los hombres no pueden vivir mintiendo, porque se destruyen, pero no pueden vivir sin mentir, porque la mentira forma parte de la vida.

Autor, entre otros libros, de La prohibición de mentir, publicado hace un par de años por Siglo XXI y la UAM, Pérez Cortés recuerda el por qué de este título: "mentir es una falta moral, nadie lo duda; pero vivir sin mentir parece imposible, por lo menos sin ciertas mentiras benevolentes o piadosas. Los hombres moralmente construyen un cerco de prohibiciones, mandatos, castigos, disciplinas, para impedirse mentir, puesto que tienden a recurrir al engaño de un modo u otro. A estos mandatos, disciplinas y a veces castigos, les llamo La prohibición de mentir".

En la actualidad, el quehacer de este seguidor de la epistemología francesa de los años 70 consiste en lo que él denomina "una arqueología de los vínculos que el sujeto guarda consigo mismo y con los demás". Esto es, demostrar que los hombres no siempre han actuado ni emocional ni intelectualmente de la misma manera. Desarrolla una arqueología de los hábitos intelectuales como leer o escribir, memorizar, hacer circular libros, etcétera. Sin embargo, Pérez Cortés vuelve siempre en la entrevista al tema de la mentira.

"Nuestra civilización es la primera que considera que todos tenemos derecho a la verdad. En nuestra época, la mentira ya no es ni un pecado ni un deshonor ųcomo en la antigüedad cristiana o en la vida caballeresca; más bien es una falta de carácter moral, una ofensa a la autonomía del otro, la mentira se convierte en una especie de violencia al derecho del otro y de todos los otros a oír la verdad.

"El ciudadano, cuando hoy se le miente, siente una afectación en lo que considera básico, en su capacidad de decidir de manera autónoma y libre, por eso en el ámbito político la mentira debe estar desechada, ya que ésta no es más una base de legitimación, de justificación del orden, aun cuando al mismo tiempo es evidente que esa intensa lucha por controlar el poder central de un Estado conduce a los políticos a no ser veraces".

Quizá por ello, si uno busca libros sobre la mentira, encontrará apenas unos cuantos, mientras que sobre la verdad hallará bibliotecas enteras. Es notable, por ejemplo, que en los diccionarios de filosofía, sociología o ciencia política, los términos "mentira, engaño o decepción" han desaparecido. Los tiempos de Maquiavelo y su príncipe se ausentaron de perez-cortes-sergio-1-jpg nuestra historia.

Sin embargo, el político actual tiene una gran responsabilidad sobre el mentir, puesto que una pequeña mentira suya puede ser muchísimo más dañina que una de cualquier otra gente, se torna en un inmenso daño social, en un desencanto, en la desconfianza", expone Pérez Cortés al recordar que la última parte de su libro citado se concentró en la vida política.

"ƑQué necesitamos? Según yo, políticos que ųcomo Aristóteles sosteníaų sepan decidir en qué momento se puede ser veraz y en qué momento es preciso contenerse, porque quien siempre dice la verdad no es sino una forma de bobo moral. Hay que saber que no siempre se puede ser veraz, pero que se debe tener carácter moral para saber en qué momento un político tiene que enfrentar la responsabilidad de decir la verdad y en cuál otro ésta incluso puede ser dañina".

Pérez Cortés refiere que el político actual tiende a recubrirse de que cualquier razón de Estado, cualquier política real requiere de la mentira, miente con toda impunidad. "Pero lo único que hace es dañar profundamente el tejido social, porque socava la base de legitimación que a sí mismo se ha dado".

El investigador de la UAM-Iztapalapa concluye que la mentira puede ser un dilema moral y que es preciso reconocer en qué momento la veracidad o la insinceridad pasa por encima de otros deberes, como por ejemplo la obligación de mantener la cohesión social. "Como el gobernador del Banco de México nos diga todos los días cómo son las cosas en verdad, me supongo que sería una catástrofe económica segura". (José Juan de Avila) cl

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