DOMINGO 11 DE JUNIO DE 2000



Fenómenos "naturales" o corrupción y negligencia

 

Un sexenio de
tragedias

 

Arturo Cano

 

puebla-inundacion-6-jpeg ƑCuántas tragedias le restan al mandato de Ernesto Zedillo? La inundación por aguas negras en Chalco, la semana pasada, se ha sumado a una larga cadena de desastres que han marcado al régimen actual: sismos de gran magnitud, lluvias e inundaciones, incendios forestales y una grave sequía. Las tragedias han revelado una y otra vez el estilo zedillista de gobernar y la ausencia de una política de prevención de desastres. No llegará este sexenio, pues el Presidente cree en la inevitabilidad de muchas tragedias: "Alguien me decía anoche que no había previsión, pero todavía no hemos inventado un paraguas que cubra 250 mil kilómetros cuadrados", dijo, por ejemplo, el 11 de septiembre de 1998, en Chiapas. Los especialistas piensan, a contrapelo, que una política nacional de prevención sólo puede surgir si se abandonan tesis como la sostenida por el Presidente

 

Hasta Canadá lo siguieron los aguaceros. Y el presidente Ernesto Zedillo se cubrió con el paraguas de la inevitabilidad de los "desastres naturales": "En México hemos avanzado mucho (en las políticas de prevención), pero no podemos de ninguna manera pretender controlar las avenidas de agua, que provocan lluvia que están muy por encima de las normas históricas".

No ocurrió así en Chalco, donde hace unos días un solo aguacero precipitó la fractura del canal La Compañía, pero aquel 6 de octubre de 1999, con el primer ministro canadiense Jean Chrétien a su lado, Zedillo hablaba de otras tragedias, de las muchas que han marcado su sexenio: "Tenemos una política de prevención, que se ha fortalecido mucho durante los últimos años", se ufanaba en el edificio del Parlamento, en Ottawa.

Gracias a esa política de prevención, decía, el sismo de 7.5 grados en la escala de Richter, ocurrido una semana atrás, había tenido un saldo de 31 muertos: "Siempre estaremos tristes por eso, pero hay que recordar que en otras épocas un terremoto de esa magnitud hubiera causado, como ya causó hace algunas semanas en otros países, literalmente, miles de muertos".

ƑY las lluvias que habían afectado a comunidades de 180 municipios del país?

El presidente habló de la ayuda prestada por el Ejército Mexicano a través del Plan DN-III, de los albergues y otros "auxilios" a la población.

Y siguió en lo suyo: "Desgraciadamente son estas situaciones naturales que no pueden ser realmente evitadas".

La postura presidencial choca frontalmente con las opiniones de los expertos. Una política nacional de prevención de desastres, consideran, no debe ver a los desastres como fenómenos "naturales", "sino como resultado de la manera en que las sociedades humanas se relacionan con su medio ambiente, y consigo mismas". De ahí que debe reconocerse que la mayor parte de los desastres son generados "por la acción del hombre durante su proceso de desarrollo social y económico". (La Jornada, 6 de junio de 2000.)

Después de cinco foros regionales en los que se presentaron unas 150 ponencias, los organizadores del Congreso Nacional por la Prevención de Desastres -que agrupa a especialistas de una decena de instituciones académicas y de la Dirección de Protección Civil del Gobierno del Distrito Federal- decidieron adelantar sus principales conclusiones. Y lo hicieron el pasado martes 6 con una oportunidad no por deliberada menos certera: el país entero estaba pendiente, desde seis días antes, de las aguas negras que inundaron porciones de tres municipios mexiquenses, y la incapacidad gubernamental para dar una atención pronta al desastre había quedado evidenciada una vez más.

En un manifiesto, los especialistas de las universidades de Puebla, Tlaxcala, Guerrero, Veracruzana y de otras instituciones como el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, demandaron una política nacional de prevención de desastres ajena a los vaivenes políticos y que:

"Advierta el número creciente de desastres que han azotado a nuestro país y las amenazas a las que estamos expuestos, como el sismo de hasta 8.3 grados que podría presentarse en la llamada brecha de Acapulco, los pronósticos de fenómenos meteorológicos de gran intensidad, la aceleración en la destrucción de nuestro medio ambiente, y la inadecuada forma en que hemos desarrollado la infraestructura en nuestro país, por poner sólo algunos ejemplos".

En el mismo documento, los especialistas sostienen que la pobreza en que viven millones de mexicanos propicia los saldos trágicos de los desastres, pero también que es posible "mitigar muchas aristas de la vulnerabilidad" sin esperar que se acabe la miseria.

Entre otros puntos, también plantean que:

* Debe darse un profundo replanteamiento en la forma como los gobiernos manejan los desastres.

* La responsabilidad principal de una política contra los desastres debe estar en las dependencias públicas encargadas del desarrollo, "sin menoscabo de las que agrupan a los cuerpos de intervención de emergencia".

* Las comunidades "afectables" no deben ser vistas sólo como "objeto" sino como actores de la solución.

* Debe apoyarse la investigación científica sobre los desastres y su prevención.

Zedillo y las tragedias. 1995

Octubre. Un grupo de damnificados por el sismo que dejó 30 muertes, armado de mantas y cartulinas, se cruza al paso del vehículo que traslada al Presidente. Este baja de su Suburban y los encara: "Vine a tomar decisiones, señores. ƑQué ustedes no quieren que el Presidente los apapache? No vine a ver estas cosas (y señaló a las cartulinas). Ya las vi, tengo un informe completo, tengo fotos de todo esto".

Del brillo a la mierda

"Contemplen el brillo en los ojos de un niño que ya no necesitará de una vela para alumbrar el libro en el que estudia...", leyó el presidente Carlos Salinas de Gortari en su II Informe de Gobierno.

Es muy probable que al incluir esa frase -muy en el tono de la gran campaña publicitaria de Solidaridad-, Salinas pensara especialmente en Chalco, el lugar que eligió para probar las maravillas de su programa estrella.

Aquí, un balance de aquellos momentos de gloria:

"Quedó como testimonio, al cuarto para las 12 del sexenio salinista, el municipio 122 del estado de México: Valle de Chalco Solidaridad.

"Ahí, como prometió, dijo adiós el presidente Salinas.

"En Chalco, la cuna de Solidaridad. A pesar de que en 1993 mandó hacer un estudio y que los resultados mostraron que la 'esencia' de Solidaridad estaba lejos de Chalco, Salinas no rompió su promesa.

"Chalco. El combate de la terrosa miseria quedó en manos de compañías constructoras que hicieron trabajos de mala calidad y de funcionarios empeñados en 'llenarle el ojo al presidente'. Construyeron, por ejemplo, un gran hospital de especialidades cuando no había una red de clínicas de atención primaria.

"Buena parte de los habitantes de Chalco eran sub-empleados con ingresos muy bajos o irregulares. Con la introducción de los servicios, ahora se ven obligados a pagar el impuesto predial, luz, agua y otros servicios. Muchos de los habitantes originales, sujetos del Pronasol por ser extremadamente pobres, han vendido sus propiedades a familias con mayores recursos y han ido ocupando las orillas, nuevamente como invasores. Los indigentes dejan su lugar a los pobres". (Salinas a juicio, Planeta, 1995.)

Seis años después, un boquete en un canal ha vuelto a unir lo que el fin del salinismo separó. Al Valle Chalco Solidaridad llegan funcionarios que hace dos lustros reco-rrían las terrosas calles para coordinar las obras de introducción del drenaje y el agua potable, la electrificación, la construcción de guarniciones y banquetas. Algunos no se veían entre sí desde hace seis años. Y aquí están, de nuevo, en la cuna de Solidaridad, molestos porque los medios de comunicación, dicen, han "inflado" la tragedia de las familias inundadas de mierda.

"El viernes 2 -cuenta uno de estos funcionarios-, Televisión Azteca dijo que había 30 colonias bajo las aguas negras. šPero si sólo son tres!" sismo-oaxaca-6-jpg

Otros funcionarios ni se inmutan. En medio de la tragedia, Oscar Navarro Gárate, coordinador de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, admite que la lluvia no fue muy intensa y culpa a las víctimas: hay "responsabilidad ciudadana", dice, porque los afectados construyeron sus casas en zonas de alto riesgo.

ƑImporta quién regularizó los terrenos? ƑQuién decidió llevar electricidad, drenaje, agua ("color tamarindo", dicen en Chalco) y banquetas a esos ciudadanos irresponsables que se asentaron en terrenos de "alto riesgo"?

El funcionario de Gobernación -a quien entrevistan en el décimo aniversario del Centro Nacional de Prevención de Desastres, donde afirma que hay otros 735 municipios del país en condiciones de riesgo- no se sorprende con nada: "Prácticamente cada año tienen tirantes de 50 centímetros, o sea, no es algo nuevo".

Es decir, cada temporada de lluvias desaparecen bajo las aguas negras los beneficios que trajo al Valle de Chalco el Pronasol.

Hasta mediados de la semana, por ejemplo, quedó bajo la mierda la Escuela Preparatoria 54, en la calle Eva Sámano. Con las banquetas de Solidaridad bajo el agua sonaba a chiste cruel la leyenda pintada en una de las paredes de la escuela: "Ojos que ven beneficios que se sienten".

Claro, fuera de las 80 manzanas inundadas las huellas del experimento solidario siguen ahí. En un recorrido por el municipio es posible observar banquetas en 80 por ciento de las calles, señal de que ahí abajo hay drenaje pluvial y habitacional, y ya no existen las marañas de cables que antes del Pronasol llevaban la luz a los niños estudiosos. Y claro, la mayor parte de las calles nunca fueron pavimentadas.

"Todo estaba listo, la tenían fácil, pero después del Pronasol no se hizo nada", sentencia un ex funcionario del programa.

Zedillo y las tragedias. 1997

"No puedo estar en mi casa, no puedo dormir. Por primera vez desde que soy presidente he perdido el sueño".

Octubre de 1997. Acapulco. Huracán Paulina.

"No hay despensas, si no se las clavan".

A mujeres damnificadas de El Zapotillo, Guerrero. Octubre de 1997.

-ƑTú como te llamas? ƑTe llamas Félix Salgado Macedonio?

-Me llamo Javier -responde el niño.

-ƑCómo ven al Félix? Andale, que te entrevisten los muchachos, haz un oso...

Respuesta a un niño damnificado de Acapulco que se quejó de que la comida proporcionada por el Ejército le hacía daño.

Huracán Paulina.

El sueño y la ayuda

El huracán Paulina (1997) le quitó el sueño, dijo alguna vez. Pero todo el sexenio del presidente Ernesto Zedillo ha estado marcado por las tragedias naturales, agravadas por las también naturales imprevisión e ineficiencia gubernamentales. Y por un presidente que pierde la paciencia frente a las víctimas.

"Los mexicanos podemos solos", cortó el Presidente la solicitud de pedir ayuda extranjera hecha por una señora, el año pasado, en el capítulo veracruzano de las tragedias.

En entrevista con la televisora estadunidense ABC News matizaría su postura: "El gobierno mexicano no está pidiendo ayuda al exterior. Sin embargo, sabemos que hay algunas organizaciones que quieren aportarla, y lo que nosotros recomendamos es que la dirijan a la Cruz Roja Mexicana, y será bienvenida. Ellos están capacitados para recibir cualquier ayuda. Por nosotros no hay problema".

Un año antes, en la tragedia de la costa de Chiapas, el Presidente había criticado a la misma institución: "Hay organizaciones de carácter nacional que están diciendo en la ciudad de México que hacen grandes colectas, y yo aquí no he visto un kilo de esa ayuda que ellos podrían estar distribuyendo... Estoy hablando, por ejemplo, de esa organización", dijo, al tiempo que señalaba un escudo de la Cruz Roja portado por un socorrista.

Es otra cara de las tragedias: Ƒcuántos hallazgos extemporáneos de víveres, ropa y medicamentos se han presentado? ƑCuántos funcionarios han sido castigados por haber embodegado la ayuda?

Zedillo y las tragedias. 1998

"Vengo a ayudar a la gente, no vengo a hacer política, porque el que la quiera hacer que se vaya a un mitin". 11 de septiembre de 1998. Tragedia en Chiapas.

Las despensas y el cebo

En el Valle de Chalco, los vecinos denunciaron que grupos del PRI se dedicaron al reparto de cobijas y despensas acompañadas de propaganda electoral y los priístas incluso hicieron cálculos sobre el incremento de su votación.

Eso, como las inundaciones, tampoco es nuevo.

En cada tragedia sucedida durante el sexenio zedillista, las denuncias sobre el uso político de la ayuda, oficial o no, han sido una constante. Y en cada tragedia parece recorrerse el mismo camino: la población que se niega a abandonar sus casas por temor a la rapiña (cuando la casa siguió en pie), la lentitud en la llegada de la ayuda oficial, la presencia inevitable y muchas veces eficaz del Ejército.

Y luego, el recordatorio de que la "vulnerabilidad" había sido anunciada (en Chalco avisaron del peligro desde hace tres años), el anuncio de programas de reconstrucción, la promesa de que el gobierno federal apoyará hasta el final, la insistencia en la ayuda "individualizada" -a la manera del Progresa- con la tesis de evitar "lucro" político: "Cada familia se representa por sí misma y tiene que ser atendida en lo individual; a cada familia una respuesta, ese es mi compromiso", dijo el Presidente en octubre del año pasado en Veracruz.

Muchas veces esa promesa se ha topado con pared.

Por ejemplo, la Secretaría de Desarrollo Social de Esteban Moctezuma volcó todos sus recursos a la costa chiapaneca luego de las lluvias de 1998. Al llegar, los funcionarios de la Sedeso se encontraron con que los alcaldes no habían ejercido gran parte de los recursos del ramo 33, destinados a obras de infraestructura en las comunidades.

En una reunión de coordinación entre ámbitos de gobierno, uno de los alcaldes de la zona explicó a los ignorantes esta chiapaneca manera de guardar los recursos: "Conocemos el cebo de nuestro ganado".

Habría elecciones en octubre.

Zedillo y las tragedias. 1999

"No es ningún favor, es mi obligación".

Junio. Respuesta a una damnificada que le agradeció "el favor de su visita" luego del sismo en San Mateo Ozolco, Puebla.

"šCállese! šLe exijo respeto, soy el presidente de la República. Si vuelve usted a hablar me las paga!"

A un maestro jubilado en Gutiérrez Zamora, Veracruz. Lluvias torrenciales.

La reconstrucción

incompleta

Después de enterrar a sus muertos y recuperar lo poco recuperable, las zonas de las tragedias del sexenio han entrado a sendos programas de reconstrucción. Acaso el más célebre es el proyecto Nuevo Milenio en Chiapas, mediante el cual se construyeron o rehabilitaron miles de viviendas.

En la región del río Tecolutla, en Veracruz, el programa de vivienda, así como la reconstrucción de puentes y caminos, han marchado a buen paso.

"Pero nadie dice una palabra de los grandes pendientes: la recuperación de suelos y de la autosuficiencia alimentaria regional", dice Ramón Ramírez Melgarejo, investigador de la Universidad Veracruzana.

En aquella región, donde abundan la pequeñas tulancingo-inundaciones-7-j parcelas, muchos campesinos -en su mayoría indígenas totonacas- perdieron la mitad o más de sus tierras, "que casi quedaron como tepetate".

No ha habido ningún programa gubernamental para recuperar las tierras que los deslaves se llevaron. "Como no producen para exportación nadie se acuerda".

Zona productora de naranja, tabaco y vainilla, la cuenca del Tecolutla comienza a padecer un incipiente éxodo de campesinos que se van a la frontera. A Maquilatitlán, porque la tierra se la llevó la lluvia.

"Si no se echa a andar un programa de recuperación paulatina de las tierras -dice el investigador-, dentro de unos años nos vamos a estar lamentando".

Las tragedias ya están politizadas

Una y otra vez, tragedia tras tragedia, el presidente Zedillo ha reclamado que no se politice la atención a los damnificados ni las tareas de reconstrucción.

Pero no fue a Tabasco cuando la mitad de Villahermosa estaba bajo el agua. "Porque ahí no hubo muertos", dijeron fuentes de Los Pinos.

Pese a las intenciones presidenciales, las tragedias ya están politizadas.

Los organizadores del Congreso Nacional por la Prevención de Desastres han llamado a los candidatos a puestos de elección popular a manifestarse sobre sus propuestas y conclusiones y han puesto el dedo en la llaga:

"El combate a la corrupción, la impunidad, la negligencia y la arbitrariedad significa avanzar contra las condiciones de vulnerabilidad en todos sus aspectos y contribuye a evitar la generación de situaciones de desastre".*

LOS DESASTRES DE UN SEXENIO

1995. El arranque

9 de octubre. Un sismo de 7.5 grados en la escala de Richter deja un saldo de más de 40 muertos y 15 mil damnificados en las costas de Colima y Jalisco. En la primera entidad, al menos 6 mil viviendas resultan afectadas. Los daños ascenderían a 80 mil millones de pesos.

Las lluvias de 1996

Algunas cabezas de La Jornada:

4 de julio. Causó Cristina un muerto en Oaxaca y 30 desaparecidos en Chiapas

25 de junio. Causó Alma 4 muertos en Michoacán y Jalisco

7 de julio. Por las lluvias, 15 muertos en Acapulco, Oaxaca y el Distrito Federal.

24 de agosto. Un muerto y 10 mil damnificados por Dolly en cuatro estados.

25 de agosto. Deja Dolly otros 4 muertos y 5 mil damnificados

1997. El año de Paulina

El paso del huracán Paulina por las costas de Guerrero y Oaxaca, el 9 de octubre, deja 140 muertos -131 fueron localizados en Acapulco- y decenas de desaparecidos. En Acapulco resultan damnificadas más de 50 mil personas. En Oaxaca, 62 comunidades quedan aisladas. El huracán deja en esa entidad 30 mil viviendas afectadas, 146 mil damnificados, 188 kilómetros de carreteras federales dañados y 122 mil hectáreas siniestradas.

La nación está lista para resistir "este tipo de huracanes (como el Paulina), y luego también los huracanes que nos vienen de los mercados financieros internacionales", dice el Presidente el 28 de octubre.

1998

 

Valdivia era un pueblo de poco más de 30 mil habitantes. El 8 de septiembre de 1998, simplemente desapareció del mapa.

Ese día, el diluvión que desgajó los cerros y provocó el desbordamiento de ríos en las regiones del Soconusco, Frailesca, Sierra, Istmo y Costa de Chiapas provocó 300 muertes.

La tragedia fue calificada por el presidente Zedillo como "la peor desde los sismos de 85" (claro, eso fue hasta las lluvias del año siguiente en Veracruz, Tabasco, Hidalgo, Puebla y Oaxaca) y rápidamente se inició un ambicioso programa de reconstrucción de 25 mil viviendas: Nuevo Milenio, el proyecto estrella del entonces secretario de Desarrollo Social, Esteban Moctezuma.

Los habitantes de Valdivia y de otras 481 comunidades que resultaron afectadas se integraron al programa de reconstrucción del gobierno federal. El 20 de septiembre, Zedillo puso la primera piedra en Villa Comaltitlán, donde vive Simona Juan, quien saltó a la fama porque apareció en un comercial del gobierno federal diciendo que los damnificados de las inundaciones volvieron a nacer por la reconstrucción.

Pero un año después, la realidad en esos lugares que fueron motivo de atención para los medios y el gobierno era otra: las quejas relacionadas con la falta de coordinación entre las dependencias encargadas de la reconstrucción, con la exclusión de una parte de los afectados, la falta de escuelas y, sobre todo, con la falta de servicios básicos como agua potable y drenaje, brotaban en todos lados.

Con un problema extra: el desastre dañó 2 mil 806 hectáreas de tierras cultivables y se perdió la tercera parte de la producción de café de ese ciclo. Pero lo peor, 16% de las tierras sufrieron pérdida total, lo que significa que no se podrán volver a utilizar para el cultivo a menos que se aplique un plan de rehabilitación.

Pese a las condiciones de vida de Simona Juan y el resto de los damnificados, el gobierno de Roberto Albores anunció en julio pasado el fin de la reconstrucción. Quizá porque todos los involucrados compartían la opinión de Ernesto Pérez Nafarrati, coordinador de la Secretaría de Desarrollo Social en la zona: "Aquí (en Chiapas) todos son pobres. Hay que ser muy claros: este no es un programa para sacar de la pobreza a Chiapas, sino para resolver la situación de emergencia de los damnificados".

1999. Más lluvias

ƑDespués de Chalco, alguien se acuerda de los terremotos en Puebla?

Si 1998 fue el año de los sufrimientos en la costa de Chiapas, quizá 1999 fue el año de Puebla.

El balance a cargo de La Jornada de Oriente fue terrible: intensas heladas, dos sismos de 6.7 y 7.4 grados en la escala de Richter y las torrenciales lluvias de octubre.

"De manera global, el resultado de esos desastres, cuantificado por el gobierno del estado, es de 272 muertos, 55 desaparecidos, 208 lesionados y más de 100 mil damnificados" (La Jornada, 2 de enero de 2000.)

Sigue el reporte:

"En cuanto a los daños materiales, sufrieron perjuicios más de 24 mil 700 viviendas, 116 centros de salud, mil 440 escuelas, alrededor de 600 monumentos históricos y unos mil edificios particulares".

Los trágicos saldos se debieron en gran medida a "la gran cantidad de equivocaciones acumuladas a lo largo de décadas, las cuales pusieron de manifiesto asentamientos irregulares, construcciones de mala calidad y obras públicas sin planeación", decía Manuel de Santiago, investigador del Centro para la Prevención de Desastres Regionales de la Universidad Autónoma de Puebla.

Para éste, las tragedias de 1999 equivalieron a una "virtual des-aparición de los sistemas de protección civil estatales y federal, ya que fueron incompetentes para alertar a la población en riesgo".

Las precipitaciones de 1999 dejan 375 muertos en Puebla, Veracruz, Hidalgo y Tabasco y 350 mil damnificados en 180 municipios. En Puebla ocurre el mayor número de decesos, seguido de Veracruz.

2000

18 de abril. La Secretaría de Gobernación declara desastre natural en nueve estados por la sequía.

Y ahora Chalco, más lo que se acumule esta semana.

(Arturo Cano y Daniela Pastrana)