LUNES 29 DE MAYO DE 2000

* Olivia Revueltas viene a dar concierto de jazz tras casi 12 años de autoexilio


Procuro que mi música proyecte los sentimientos que atraviesan el alma

* Una bofetada, ver a un niño de tres años vendiendo chicles entre un tumulto de coches, asevera

Revuelta Cultural de Durango en México

Concebida para mostrar las riquezas naturales, históricas, culturales y artísticas duranguenses, la primera Revuelta Cultural de Durango en México ųque se realizará del 31 de mayo al 15 de junioų incluye un programa multidisciplinario. El concierto inaugural que ofrecerá Olivia Revueltas el miércoles próximo en la sala Silvestre Revueltas del Conjunto Cultural Ollin Yoliztli (19 horas) será completado por el violinista Román y el guitarrista Julio, ambos de apellido Revueltas. Ese mismo día se inaugura la exposición de Adolfo Torres Cabral, uno de los pinceles regionales más destacados. La oferta plástica la completarán en días subsiguientes Edgar Mendoza y José Luis Calzada. En el cinematógrafo Fósforo, del primero al 12 de junio se realizará el ciclo Durango en el cine, en el que además de exhibirse filmes e impartirse conferencias se realizará el 5 de junio un homenaje a la familia Bracho. Un homenaje a Nelly Campobello, una reveladora conferencia sobre Mariano Silva, precursor del arte naif, la necesaria mesa sobre el aporte de esta familia, el estreno de la obra Rebambaramba, de Miguel Angel Tenorio ųcon música de Silvestreų, destacan entre la docena y media de actividades que impulsa el Instituto de Cultura del Estado de Durango. Para la clausura se ejecutará un concierto de gala en homenaje a Silvestre Revueltas, en el que intervendrán el Cuarteto Ruso Americano, así como la mezzosoprano Edith Contreras y el pianista Manuel González. (Angel Vargas)

Angel Vargas * El humanismo no sólo es una premisa esencial en la vida de Olivia Revueltas, sino también en su forma de entender e interpretar el jazz:

"Procuro que mi música sea profunda, que proyecte o exprese con sinceridad los sentimientos verdaderos que atraviesan el alma. Por la cultura que tiene México y las cosas tan desgarradoras que en él suceden, uno no puede hacer de lado la condición humana. No hay necesidad de explicar nada; a la gente se le llega o no se le llega, ella se identifica o no se identifica. Decía Beethoven: 'Si es algo del corazón llegará al corazón'; es algo ineludible".

Hija del escritor José Revueltas y sobrina del genio atormentado ųel compositor Silvestre Revueltasų, la pianista vive momentos de gran alegría, de fiesta. Y no es para menos, pues, luego de casi 12 años de autoexilio en Estados Unidos, regresará a México para ofrecer un concierto.

"Es algo increíble; no sabe cuánto deseaba que alguien me invitara a tocar en mi país. Tengo tanto cariño por mi patria que no hago otra cosa sino pensar en estar ahí ya, con ustedes. Es toda una fiesta para mí regresar. Si fuera el Papa, besaría el suelo", irrumpe emocionada, con motivo de su presentación del miércoles 31 en el Centro Cultural Ollin Yoliztli, con la cual se inaugurará la primera Revuelta Cultural de Durango en México.

Emigra tras huelga de hambre

Cordón telefónico de por medio, conversar con Olivia es hacerlo con una persona intensa, vehemente. Revueltas al fin y al cabo. Su hablar denota enseguida el espíritu de aquella mujer que en 1987 hizo una huelga de hambre en el Zócalo de la capital de la República, en solidaridad con un grupo de campesinos de cinco estados que se vieron obligados a hacer lo propio para solicitar una audiencia con el Presidente.

"No fue por razones políticas, sino humanas. Cuando vi que no se les hacía caso, decidí unírmeles en su lucha. Estuve diez días con ellos. Finalmente ganaron; bueno, no ganaron completamente, pero sí tuvieron la audiencia que solicitaban", recuerda.

Un año después, en 1988, la intérprete tomó la difícil determinación de emigrar del país. La decisión no obedeció a factores políticos, aclara, sino a la falta de oportunidades en el ámbito nacional del jazz:

"Al ver que mi campo de trabajo se había reducido considerablemente, se hizo una junta de familia y se decidió que yo tenía que irme a buscar nuevos horizontes. Se había convertido en algo imprescindible. Autodesterrarse es una medida bastante cruel y muy dolorosa. Resulta difícil imaginar cuánto he extrañado al país durante estos 11 años, a mi familia, a los amigos, a la gente."

Así fue como cruzó allende el Bravo, a San Antonio, Texas. Y llegó ni más ni menos a la mismísima tierra del jazz para triunfar. Claro que antes tuvo que adaptarse y sobreponerse a un choque cultural, "asimilar lo positivo e impermeabilizarme contra lo que no me gustaba, y, por supuesto, permanecer fiel siempre a mis principios".

Su forma de posesionarse del piano fue reconocida desde sus primeras presentaciones en territorio estadunidense, como se consigna en las frecuentes publicaciones que dedica a su quehacer el diario San Antonio Express News:

"Revueltas se enseñó a sí misma a tocar el jazz en el piano porque comenzó a desarrollarse en una época en que la interpretación del género no era considerada para damas. Si ella hubiera aparecido en el rock estadunidense de los cincuenta, la energía y la forma como toca hubieran puesto a temblar a los grandes héroes del piano, como Jerry Lee Lewis y Little Richard. En el jazz, Revueltas ha desarrollado una singular aproximación a la composición y a la forma interpretativa. Cuando se coloca ante el piano, su alegría es infecciosa", escribió en 1997 el crítico Jim Beal.

El éxito es algo que aún emociona en forma notable a Olivia. Cuenta que, para sorpresa suya, encontró en Estados Unidos aquello que en México se le había negado: la oportunidad. "Por supuesto que todavía no me la creo, pero el cariño que la gente tangiblemente me ha brindado en este país es maravilloso. Son personas sumamente maravillosas con las artes".

Dos son los tipos de jazz que existen para la pianista: uno que denomina como esquiubidú, porque en él se lleva el ritmo con los dedos y lo distingue su ligereza; y el que está determinado por la profundidad, por un contenido humano que expresa los sentimientos verdaderos.

"Siempre que toco, mi música tiene un sentido; la hago mía y luego me expreso con ella. Por ejemplo, hay una pieza que se llama ƑQué es eso que llaman amor?, y cuando la interpreto hago esa pregunta a grito abierto; quiero que alguien en realidad me expliqué qué es el amor, porque lo he sentido, pero necesito entenderlo", señala.

Además de la alegría por regresar a México, el concierto que ofrecerá la jazzista ųconformado con piezas de Miles Davis y Duke Ellington, entre otrosų le brindará una felicidad superior: la oportunidad de echarse un palomazo con su hijo, el no menos virtuoso e intenso guitarrista Julio Revueltas.

El tema del humanismo regresa, y aunque Olivia señala que no puede opinar del México actual ų"porque me desterré por completo"ų, sí accede a hacerlo del país que dejó hace más de una década:

"Era una realidad muy dolorosa que me lastimó en demasía. No puedo quitar el dedo del renglón de esa bofetada que es ver a un niño de tres años vendiendo chicles entre un tumulto de coches, o a una anciana de 70 u 80 años sentada en cualquier parte de la ciudad, sin tener la esperanza siquiera de morir bien. A mí me lastimó mucho eso, precisamente porque amo a mi patria; si no fuera así, no me interesaría nada".

A unos días de romper los 11 años de exilio, acepta que éste ha dejado una huella en su manera de hacer jazz, aunque aclara que es poco perceptible. "Es muy difícil verse desde una perspectiva distante, pero sí he notado que mi música siempre lleva un lamento constante. Y es que, de verdad, la nostalgia muerde; es como una gota de agua diaria que llega a perforar", concluye.