Los insectos comestibles son una importante fuente de proteína animal cuyo elevado valor nutritivo los convierte en el alimento más completo.

Sería de gran utilidad que las personas de todo el mundo enriquecieran su dieta con este alimento, particularmente aquellas que viven en condiciones de miseria tanto en ciudades como en áreas rurales. El organismo de los insectos está constituido principalmente por proteínas -representan de 60 a 70 por ciento de su masa corporal- lo que comparado con el pollo, la res y el cerdo, los hace un alimento muy atractivo, pues únicamente el pescado los supera en ese renglón.

Son fáciles de digerir para el hombre y por eso se les considera "concentrados proteínicos". La calidad de las proteínas que proporcionan los insectos considerada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) como muy buena y estos aminoácidos son los pilares de la formación, reparación, inmunización y funcionamiento del organismo. En algunos casos, la calidad y cantidad de los aminoácidos que proporcionan los insectos superan los de los productos cárnicos, incluido el pescado, la leche y el huevo. Las grasas que los componen son especies lipídicas de tipo polinsaturado, por lo tanto benéficas para el organismo humano.

Además, proveen las calorías suficientes para llevar a cabo las diferentes tareas y funciones orgánicas del hombre, ya que proporcionan tanta energía como cualquier carne, con excepción de la del puerco, y supera la cantidad que brindan los cereales, verduras y leguminosas. Aportan también diferentes sales minerales como el sodio, potasio, calcio, zinc, fierro y magnesio. Y vitaminas como la A, C, D y sobre todo las del grupo B.

Por todo ello, los insectos comestibles son un alimento de alto valor biológico que dada la situación actual del país deben de tomarse en cuenta para coadyuvar a solucionar el problema de la desnutrición y el hambre que avanzan en proporciones preocupantes.