Lunes en la Ciencia, 15 de mayo del 2000



Matemáticas, Ƒpara qué?

Miguel Angel Barrón Meza

Hace un par de años fui invitado a una reunión de profesores en la que se discutía una propuesta de un nuevo plan de estudios para una cierta carrera de ingeniería. Naturalmente que las cosas estaban ya decididas de antemano y la invitación era solamente para darle un barniz democrático a la propuesta. El coordinador de la carrera dirigía la discusión, y propuso que el curso de cálculo avanzado debía desaparecer, porque en su concepto carecía de utilidad: Ƒpara qué perder el tiempo en enseñar esta laboriosa disciplina a un estudiante que al graduarse e incorporarse a un empleo seguramente iba a desempeñarse como vendedor de equipo industrial o tal vez como capataz en una obsoleta fábrica?

matematicas He leído algunos y libros y revistas recientes en los que se pone en duda la conveniencia de enseñar demasiadas matemáticas a los estudiantes de licenciatura (ver por ejemplo la revista Scientific American de octubre de 1999, y el libro La Nueva Ciencia, de Miguel Martínez, Editorial Trillas, 1999). Se aduce que en la vida diaria con dificultad se necesita de una matemática que vaya más allá de las cuatro operaciones básicas, de modo que recargar a los estudiantes con cursos de matemática avanzada resulta inútil y una pérdida de tiempo, porque una vez egresados olvidan todo con facilidad, además de que durante sus estudios se distraen de aprender temas que son verdaderamente relevantes para el ejercicio de su profesión. Este punto de vista es compartido incluso por algunos coordinadores de carreras ingenieriles, en particular por aquellos que carecen de estudios de posgrado.

Desde mi profano punto de vista, las matemáticas que se enseñan en las licenciaturas, aunque no tengan una aplicación directa en el ejercicio de la profesión, son útiles, pues ayudan a mejorar el pensamiento lógico y racional, y a ejercitar la mente de manera similar a como se ejercita el cuerpo: aunque uno no vaya a dedicarse al atletismo profesional es conveniente tener el cuerpo en forma para cuando se presente cualquier requerimiento físico. Esta visión utilitaria de las matemáticas debe parecer aberrante para aquellos investigadores con inclinaciones estéticas, que opinan que las matemáticas deben enseñarse (y aprenderse) simplemente porque son bellas, opinión que difícilmente comparten los estudiantes, como cualquiera puede constatar.

Un fuerte inconveniente de disminuir los cursos de matemáticas a los estudiantes es el siguiente: se estaría condenando a los egresados a ser usuarios pasivos de la tecnología y del software que se genera en el extranjero. De esta manera se perpetuaría la dependencia cultural, científica y tecnológica respecto del Primer Mundo, de modo que los profesionistas en general y los ingenieros en particular estarían jugando solamente un papel de técnicos de bajo perfil que estarían al arbitrio de los dictados tecnológicos externos. El ingeniero mexicano debe estar capacitado para el diseño de equipos y la generación y modificación de tecnologías, pero si carece de una base matemática sólida jamás podrá desarrollar esa capacidad.

Existe otra razón para que los alumnos de licenciatura aprendan suficientes matemáticas: una proporción no desdeñable de ellos continuará con estudios de posgrado con el fin de dedicarse a la investigación. Durante la licenciatura se les deben dar las bases de rigor metodológico y de enfoque cuantitativo para la solución de problemas, de modo que cualquier egresado tenga la capacidad de dedicarse, si así lo desea, a la investigación. Se debería pugnar por el fortalecimiento de la enseñanza de las matemáticas en los planes de estudios de las licenciaturas, de manera que los egresados no estén limitados en sus opciones de desarrollo profesional por una formación miope y utilitaria que se les dio a su paso por la universidad. Se puede encontrar en la investigación una fuente inagotable de satisfacciones de toda índole. Quienes estudian en instituciones públicas no deberían perder de vista el hecho de que un porcentaje abrumadoramente alto de la investigación científica y tecnológica que se hace en este país se origina en dichas instituciones, y ello se debe a una razón muy simple: para las instituciones privadas la investigación no es un buen negocio.

La disminución progresiva de las habilidades matemáticas de los nuevos profesionistas no es privilegio exclusivo del Tercer Mundo: el profesor Richard G. Rice, de la Universidad Estatal de Luisiana, Estados Unidos, coautor en 1995 de un libro de matemáticas aplicadas para ingenieros químicos, dice en el prefacio de su obra: "La amplia disponibilidad de paquetes computacionales baratos ha debilitado la destreza tradicional de los ingenieros para el análisis matemático de los problemas". En la actualidad parecería que cualquier secretaria ambiciosa, con la sola ayuda del ratón y los demos que se incluyen en los manuales del software, podría resolver complicados problemas de ingeniería.

Para terminar, alguien de cuyo nombre no puedo acordarme dijo más o menos lo siguiente: no te atrevas a decir que tienes un conocimiento sobre algo hasta que lo puedas expresar mediante números.

Profesor-investigador de la UAM-Azcapotzalco [email protected]


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