La Jornada Semanal, 14 de mayo del 2000



Patricia Peñaloza

entrevista con Luis Gerardo Salas

R adicalismos eclécticos
y ciberhippismos

Nuestra colaboradora Patricia Peñaloza entrevistó a Luis Gerardo Salas, director de W Radical, Radio Retrofutura, emisora de gran éxito en materia de tecnorreventones en los que participan miles de jóvenes ``en trance y sana y tribalmente''. La ``aldea global'' tiene en el ponchis-ponchis o ``música electrónica'' una de sus manifestaciones más poderosas. Las emisoras como W Radical se ocupan de estas globalizaciones pero, además, saben defender las diversidades y mantener vivas la calidad y la experimentación.

La revancha del ponchis-ponchis

En el principio... el ponchis-ponchis ya existía. Es decir, al iniciar la década de los noventa ya existía ese ritmo perversamente artificial, programado en secuenciadores y cajas de ritmos, que en sus versiones más recientes emula continuos contras, creando así ese sonido cuya imitación onomatopéyica, dicho sea con desdén o embeleso, da como resultado el ritmo coloquialmente llamado ponchis-ponchis o... ``música electrónica''.

Aunque existía música tan avezada, tan para jugar al ``futuro'' (despreciada por los puristas del rock) desde mediados de los setenta (gracias a grupos alemanes como Kraftwerk y Tangerine Dream), desde su origen la música electrónica fue confinada al subterráneo. La experimentación inicial derivó hacia el tecno de Detroit y Londres, donde el house fue primogénito predilecto. Incomprendido, menospreciado, poco comercial (acaso para bien), el beat, programable o no, prosiguió en el underground (más en América que en Europa). Inicialmente fue más melódico, limpio, sentido; en su evolución acid house fue un tanto más pesado y estridente, hasta llegar a los actuales tecno-hardcore, jungle, trip hop, break-beat, drum&bass, más los que se acumulen esta semana, con mayor aceptación entre las multitudes, a medida que el rocanrol encanece. Tanto así, que para la segunda mitad de los noventa, tras la ``muerte'' del grunge como último movimiento musical contrautopista (a fin de cuentas utopista) del siglo, el exigente tecno-público se incrementó copiosamente a nivel mundial. Hoy día, la popularidad del ponchis es ya tan vasta, que su calidad puede ir de lo más fino y sutil hasta lo más burdo y chafa. Mas... ¿quién había atendido contundentemente a este público en la radio mexicana? Nadie.

W Radical
y el berrinche disquero

Para cubrir a este público flotante, el 15 de junio de 1999 comenzó a existir, en el 96.9 de fm, desde la Ciudad de México, una estación de radio que durante el noventa por ciento del día programa beats electrónicos, junto con sus variantes y corrientes cercanas, las cuales implican música que conjuga el hecho de ironizar o ignorar la actitud de ``rebeldía'' o ``depravación'' del rock (que llegó a momentos de altas solemnidad e intolerancia) con elementos tecnológicos ``de novedad''; música que busca relajamiento y placer corporal, más que consignas y estridencias (aunque para muchos sea sólo puro tamborazo), sin por ello dejar de lado la inteligencia. La mayoría de la música que transmite es difícil o imposible de conseguir en cualquier tienda de discos en México.

El director y creador de esta emisora, bautizada como W Radical, Radio Retrofutura, es Luis Gerardo Salas, en un ejercicio de sana autodestrucción y recreación de lo que antes construyó como fundador de la influyente estación Rock 101 (1994-1996): ánimo que desea infundir en sus escuchas, provocador y arriesgado, justo cuando reinan las fórmulas probadas. A ocho meses de aparecida, W Radical ha incrementado su rating al doble, y está en primer lugar entre los jóvenes de diecisiete a veinticinco años de estrato popoff. Además, de modo inédito en estaciones de este perfil, transmite su concepto a Guadalajara, Mexicali, Cuernavaca, Huatulco y Puerto Escondido. Cuenta, entre otras cosas, con doce locutores base en vivo y programas que van desde especializaciones musicales hasta breves cápsulas con noticias nacionales e internacionales. Luis Gerardo habla de cómo los tratan las disqueras:

-Los registros de programación de las emisoras son difundidos por la publicación Marketing Information, financiada por la Asociación Mexicana de Productores Fonográficos (Amprofón), con arreglos no explícitos con las casas disqueras, lo que crea un monopolio de información que busca ``agarrarte del cuello'' para que programes lo que las disqueras quieren, esto es, ``cuadrar'' sus canciones, lo que significa programarlas repetidamente en muchas estaciones para que en su revista aparezca que fue tocada a todas horas en todos lados y entonces decir que tiene equis popularidad. Pero como nosotros trabajamos para el público y no apelamos a la industria del disco sino a la de la radio, y no ``cuadramos'' las canciones que las disqueras quieren vender, Amprofón ya nos sacó de sus monitoreos para que las compañías de discos no nos den servicio, argumentando que nos ``castigan'' por no apoyar la industria nacional, lo cual es mentira, pues una hora en total de programación es de productos mexicanos. Lo que pasa es que les rompemos el esquema de trabajo. Es indignante el despotismo corporativo que ello implica, pues ningunean nuestro trabajo, cuando hemos tenido logros en rating y aumento de ventas por sondeos de los anunciantes. Por otro lado, desde 1996, en el rubro juvenil, Rock 101 desapareció, y Alfa, Orbita y WFM bajaron de audiencia. Sólo quedó Radioactivo, la cual creció por carecer de competencia. Desde entonces, las disqueras desarrollaron como nicho de consumo juvenil al perfil de la música que ahí programan: rock duro, pop de calidad, hip hop. Así que cuando aparecimos, las disqueras nos trajeron ese tipo de música, pero nada de eso tiene que ver con nuestro concepto. Y como no pasamos su música, dejaron de ofrecernos discos, promociones, entrevistas. Pero eso sí, nos han utilizado: hemos sacado canciones que traemos de fuera; después una disquera las edita en México pero las provee a otras estaciones, que las chotean al máximo, después de que nosotros las dimos a conocer; por un lado nos desconocen y por otro nos utilizan. Eso demuestra lo corrompida que está la industria. Las disqueras podrían aprovechar los beneficios de mercado que ofrecemos pero, en vez de eso, nos boicotean.

Salas agrega que la estación ha logrado traer a México a varios de los disc jockeys (dj) más importantes en el mundo de los tecnorreventones; la asistencia masiva a estos raves ha rebasado sus expectativas. Esta reportera presenció a dos mil jóvenes en ``trance'', reventado sana y tribalmente al son del aclamado dj Paul Oakenfold; ya no sólo había clavados en el tecno, sino personas que disfrutan de muy distintas vertientes.

-¿Qué esperan los actuales jóvenes de diecisiete a veinticinco?

-Lo mismo de siempre: que los sorprendas y les propongas música nueva y de calidad, que además coincida con sus gustos y necesidades. Hay que transmitir lo que la gente quiere, no lo que uno cree que quiere. Eso sí, su actitud ya no es la de sus predecesores. Primero, detestan que los locutores opinen en exceso; por eso sólo estamos dando información sobre la música, en intervenciones breves; lo único que quieren oír es música. Son los ciberhippies actuales, con una actitud tendiente a la diversión, más que al enfrentamiento; están más inclinados hacia la sensualidad. Es gente clavada en la salud, la buena alimentación, el respeto a la naturaleza, lo místico. Es lo que buscan frente a un mundo donde los poderes más oscuros están separándonos como seres humanos, y la opción es ser más inteligentes que ellos: tirar buena onda al que tengamos al lado. Para estos chavos todo gira alrededor de la paz y el amor, pero sin idealismos y sin la intelectualización de sus predecesores: una actitud menos mamona. Es más alivianado el asunto.

-¿Crees que eso habla de mayor tolerancia y apertura?

-Definitivamente. Los sectarismos musicales ya no existen. Reina sin problemas el eclecticismo y el respeto al otro. Esto se viene gestando desde los noventa. Otra cosa que para ellos es ya obsoleta es el rocanrol en su forma convencional. Ya para ellos es como: ``¡chale!'' Porque el rock ha estado clavado en eso de que: ``Soy muy malo, soy mejor que tú y nadie me gana, y chingue a su madre el mundo, viva la violencia.'' Ahora piensan: ya dejémonos de: ``Me voy a suicidar, el mundo no me quiere.'' Están hasta el gorro de que alguien les diga que se inmolará en su nombre. Por otro lado, las nuevas tecnologías permiten una posible independencia, pues ya puedes crear y grabar música en tu propia casa, manufacturarla, venderla, enviarla por internet.

-¿No es una actitud burguesa, descontextualizada de lo que vivimos en México, por provenir sobre todo de Europa?

-No. Ya somos una verdadera aldea global, y más en la cultura. La prueba son los reventones populares que hemos organizado en el Cine Maya, donde se descuelga desde la broza hasta los niños nice, donde lo que importa no es dónde vives, quién eres, cuánta lana tienes, sino que nos gusta la misma música y venimos a bailar juntos. De alguna manera esta música unifica a una generación. En W Radical buscamos retar a cada quien a que cuestione su percepción y sus ideas preestablecidas: puede parecerte que algún locutor es frívolo porque lo comparas con lo que has conocido como ``locutor inteligente'', pero nosotros no partimos de ningún punto de comparación entre rollos intelectualoides y pedestres. El asunto es más alivianado; ya no se trata de decir: ``Los demás son una mierda, nosotros somos los mejores, ni fuck everyone else, como dice Radioactivo.''

-Bueno, no todos los locutores de W Radical son ejemplares. Los de ``La Corneta'' se ríen de la gente, otros ni saben de la música que presentan...

-¡Es que no hay que tomárselo tan en serio! Lo que ocurre con los de ``La Corneta'', por ejemplo, es que son antisolemnes. Ya no se trata de demostrar quién es el más listo. Hasta ahora, nuestros locutores sólo dicen lo indispensable. Cuando ganemos mayor credibilidad, con tiempo y coherencia, opinaremos más, pero sólo un poco. ¡Ya basta de creerse el profeta que tiene la razón, que posee la neta! El público está harto de eso. Además... ¡no he dicho que los locutores de W Radical sean lo máximo! Las ``estrellas'' aquí son los artistas que hacen la música, la música es la estrella, no los locutores; nosotros somos simples intermediarios.