La Jornada Semanal, 7 de mayo del 2000
¿El universo? Claro. ¿El infinito? Además.
¿La carne? Desde
luego. Carne celeste,
o con un cielo arriba que se nubla
cuando tocás
el odio y llueve un agua triste.
Una vaca pace en
el hueso que vas a recordar.
¿Y los que olvidan?
¿Se tapan como
indios las verguenzas?
País desaparecido en una gorra
militar,
¿estás en lo que venga?
Lo que vino es cobardía y
desprecio.
Tumbas cavadas en el agua, Paul Celan.
El día me
recuerda que no soy árbol y no tengo raíces de pájaro.
Vivo
vagamente
y nadie me ve entrar.
Entre los adelantos médicos figuran
el by-pass para que siga
el corazón,
el láser para entrar a la vesícula
por un agujerito,
y
muchos otros que empujan al cuerpo
contra lo
desconocido.
Esta semejanza de la vida
provoca el llanto de la
razón.
Nadie estudia los nervios
de la estupidez, las
arterias
del mal, la médula del dolor, los huesos
de tanta
angustia que gira por ahí
con trazado oscilante.
Hay quien dice
que es inútil
porque no hay remedios,
no hay farmacias del
alma.
Hay quien dice que esta noche
es igual a todas las
noches.
Pero en esta noche canta
lo que nunca tendremos
y el
pasado es un canario ciego
que te había visto.
En el vacío de tu
imagen
estaba el ancho sol.